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“Ese tipo que me está mirando... ¿es quien yo creo que es?”. Va a ser que sí...
Playground community
09 Julio 2018 17:07
Llega el verano, y el calor, y los cielos azules, y las vacaciones, y las piscinas, ese coto de refresco, placer, diversión y bienestar. ¿Sólo para los humanos? Claro que no. Eso no sería justo. Si hay una piscina en casa, es para toda la familia. Y la mascota de la familia es familia. ¿O no? ¿Acaso no es un miembro más, un poco más peludo, cuadrúpedo y ladrador, pero familia? ¿Acaso no nos recibe al llegar cansados? ¿No nos da y pide el más sincero de los cariños? ¿No se entristece y alegra con nosotros? ¿No nos cuida y le cuidamos? Si eso no es familia, no sé lo que es.
Así que sentemos la primera base. La piscina es de todos. Que quede claro. Y eso debió pensar Baxter, un can al que, según parece le tenían vedada la entrada y la zambullida a la piscinilla de plástico que su familia suele disponer en verano en el patio trasero de su casa. Y Baxter se mostró obediente en presencia de sus cuidadores humanos —por la paz familiar, todo sea dicho—, pero en cuanto los humanos se ausentaron una shoras.... el perro no dudó en sumergirse, nadar, bucear, refrescarse y disfrutar como nadie.
Lo que recoge el vídeo de arriba es el momento en el que Baxter fue pillado “in fraganti”. Le vemos primero nadando feliz y luego percatándose de la presencia de su dueño, que aprovechó para grabar con su móvil este vídeo que ya ha sido compartido más de cuatrocientas mil veces.
Es hilarante cómo primero se queda rígido, estira el cuello para observar a quien le observa y luego va acercándose al borde de la piscina poco a poco, midiendo cada movimiento, como a cámara lenta, sin dejar de mirar fijamente al humano como diciendo: “Ese tipo que me está mirando... ¿es quien yo creo que es?. Sí que lo es... Menuda pillada... Es que no he podido evitarlo. Y estaba tan fresquita... ¿Qué querías que hiciera? Pues lo mismo que tú… Que yo también tengo calor… y derecho a un bañete… ”.
Tras el duelo de miradas y el reproche solapado de pronto cambia de actitud y, calado completamente y con las orejas chorreando, empieza a ladrar juguetón como incitando a su dueño a reaccionar. “¡Venga! ¡Déjate de líos y vente a jugar!”, parece decirle. Luego, simplemente se va.
La “pillada” ha sido total y no hay disimulo que valga. Pero no os llaméis a engaño, los perros son muy capaces de disimular, y fingir, y mentirnos cuando les interesa.
Los perros son empáticos, leen nuestras emociones y reaccionan en consecuencia. No hay más que ver la ansiedad y el trauma que desarrollan los animales abandonados. O el afecto sin fin que les lleva a recorrer largas distancias en busca de su hogar o a aguardar semanas o meses al pie de una tumba, cuando sus dueños mueren.
Son seres complejos, inteligentes y emocionales. Al igual que los niños, nos toman la medida y a menudo nos mienten o manipulan . Y nosotros… bueno, les dejamos. Porque para eso les queremos. Y sabemos que nos quieren. Y que nos dan más de lo que les damos. Y que , en definitiva, son familia.
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