Intenta robar un beso en plena gala televisiva de Año Nuevo y se convierte en meme

Hay gente que cree que el Cine Romántico ha hecho mucho daño. Sí, claro. Toda la cultura heteropatriarcal, falocéntrica o cómo la queráis llamar. Lo que también se ha venido a denominar popularmente “The Tender Trap” (la tierna trampa), tal y cómo la cantaba Sinatra. Trucos de la cultura popular en todos sus estatus sociales para convencernos de que lo mejor del mundo sigue siendo enamorarse, emparejarse, procrear y firmar hipotecas para que todo el sistema siga girando, bien engrasado… a tu costa.

Creas en ello más o menos, la búsqueda de la Felicidad —así, con mayúscula— que describe la caza y captura de un beso que lo cristalice todo, es el icono, la imagen ideal. ¿Cuántas películas de “final feliz” terminan con un beso, con EL BESO?

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Y claro que besarse es placentero. Y enamorarse. Dispara las endorfinas, pone en tu torrente sanguíneo un montón de sustancias que solo se verían arruinadas con una inminente guerra nuclear.

¿Pero qué pasa cuando el beso es rechazado por una de las partes?

No, no hablamos de un caso del #MeToo parado a tiempo. Hablamos de un beso, buscado con cierto candor, y que cae en falso, en rechazo… y que además es grabado en primer plano, difundido, multiplicado en todo ordenador, smartphone y tableta alrededor del mundo. ¡Enhorabuena, te ha tocado el gordo! La “cobra” del Milenio. Líbrate ahora de que tu rostro se vea por siempre asociado a ese instante. Habértelo pensado.

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Un momento de vergüenza, de tierra trágame. Porque la cara de ella es como un letrero luminoso que dice... “¿Qué hace? ¿Pero qué se ha pensado? Que sea Fin de Año no es bastante excusa para un beso piadoso frente a las cámaras, nene, si tal variedad de roce de labios existe...”.

La cobra de los 13.000 retweets, de los 40.000 likes. Claro, te gusta porque no te sucede a ti. Que a ti te habrá sucedido 40.000 veces, pero nunca has tenido un coro mundial de bytes informando a todo el mundo de que tu comienzo de año hubiera podido ser notablemente mejor. Clavándote astillas de madera bajo los párpados, por ejemplo.

Y frame a frame, todo es analizado y comentado en tuits y muros. Que si la oposición de ella se notaba en su lenguaje corporal desde el segundo 1. Que si él no se da cuenta o no se quiere dar cuenta. Que si persevera cuando no debe. Que si parece que se la vaya a comer de un bocado más que a besarla. Que muy bien ella porque sus besos son suyos y no del compañero de fiesta...

Esto también debe ser lo que hemos bautizado como “extimidad”, lo opuesto a “intimidad”. “¿A dónde van los besos que no se han dado?”, se preguntan poetas y cantantes. A las Redes Sociales. Y ya no se van del todo. Vuelven y vuelven. Para que nadie logre olvidarlos. Empezando por ti, majete.

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