La ausencia de Ley, o la falta de eficiencia en su aplicación, a menudo trae varios efectos no deseados. Y uno de ellos suele preocupar especialmente a aquellos que defienden una estructura limpia de convivencia entre el Estado y sus administrados: nos referimos a la justicia sustitutoria. Una justicia autorregulada que solo merece el nombre de justicierismo.
Pero cuando el grueso de una ciudadanía se ve traicionada, abandonada y siendo víctima perenne de actos criminales, suele ocurrir que engendra una violencia adicional, pendular que termina por herir la estructura misma de la sociedad ya que cada ciudadano —haya sido violentado, ofendido o no— termina creyéndose con derecho a arrogarse los papeles de juez, jurado y ejecutor.
El vídeo que nos sugiere estos tristes pensamientos viene de México. Lo que en él se puede ver aconteció en Ensenada (Baja California).
En la grabación puede verse como un presunto delincuente es sujetado por un grupo de ciudadanos. Estos, hartos de la ineficiencia policial, están dispuestos a llevar a cabo un ejercicio de justicia en propia mano.
Tras inmovilizar al ladrón y desvestir su espalda, le aplican un hierro de marcar al rojo, como si fuera una res.
El hierro tiene unas palabras formadas: “Por rata”.
Vídeo relacionado:
En eras pasadas se marcaba a delincuentes de varias índoles —con una flor de lis o con la “V” de “voleur” (ladrón) en Francia, por ejemplo— y se aplicaba ese castigo adicional en rostro o espalda. En la Rusia del siglo XIX podía ser peor, ya que se pasaba del marcado a fuego a la mutilación, amputándose la parte carnosa de la nariz, por ejemplo, para identificar a condenados a la perpetua. En otras latitudes y de acuerdo a ciertas religiones, la amputación de miembros aún se contempla, así como otros extremos castigos físicos por faltas morales que también son contempladas dentro del marco de las leyes establecidas.
Nadie duda de que el crimen deba ser perseguido y castigado, ni de que las personas ajenas al mundo criminal deben sentirse amparadas bajo el paraguas del Estado que, entre sus deberes, tiene la persecución de las actividades criminales. Por ello, cuando hay ausencia de esta función pública, nos arriesgamos a caer en la barbarie que en estas épocas, por ende, se viraliza gracias a las redes sociales.
Vídeo relacionado: