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Artículo Este turista pasa el susto de su vida al casi ser succionado por un tiburón ballena Content

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Este turista pasa el susto de su vida al casi ser succionado por un tiburón ballena

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"Antes de darme cuenta me vi en su plato, no sabía qué hacer"

Playground community

31 Agosto 2018 18:39

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Puede que lo que le haya pasado al noruego Geir Johansen sea una gamberrada del destino. En sus 49 años de edad, este hombre originario de Trondheim ha tenido su propio racimo de miedos, pero entre todos siempre destacó uno en concreto: ser devorado por un tiburón.

Geir es un prolífico viajero, nos dicen. Ha estado en muchas partes del mundo. Pero allí dónde hay mar, él solo entra al agua si le aseguran que no hay tiburones. Y aquí estaba el señor Johansen, en las aguas filipinas de Oslob, cuando de repente se vio rodeado de… tiburones.

Vale: no eran tiburones blanco o azul, martillo o mako, que son los más peligrosos. Eran tiburones ballena, que se alimentan de plancton, pequeños crustáceos y pececillos, pero oye… Es como si a ti te asusta el Hombre del Saco y tu padre te dijera que no te preocupes, que el hombre que ves bajo tu cama es solamente el Hombre de Gengibre.

Además, tal y como recoge el vídeo, el dichoso tiburón —¡y había más de uno!— estaba empeñado en que fuera la hora del aperitivo y abría la boca constantemente, ingiriendo y succionando decenas y decenas de litros en un vórtex con su enorme boca. Y allí, cerca con su cámara, estaba Geir. Tan, tan cerca de esa boca. Boca de tiburón, al fin y al cabo.

Probablemente, en su cabeza sonaría el consejo que le habían dado antes de bajar: distancia mínima con los tiburones ballena, cuatro metros. Pero es el pez el que está de brunch y no es como para ponerse a discutir con él, ahí en las profundidades. Así que... calma. Esa es la mejor opción casi siempre. El turista no permitió que el miedo se apoderara de él y acabó captando con su cámara este maravilloso momento.

"Antes de darme cuenta me vi en su plato, no sabía qué hacer", ha comentado Johansen. Asegura que hubo un momento en el que se vio arrastrado por la fuerza del agua hasta encontrarse presionado contra la boca del animal. Entonces el tiburón le empujó con la cabeza, como para quitárselo de en medio. "Me miró como si me estuviera diciendo: 'Aléjate de mi comida'", cuenta el hombre al The Daily Mail.

La experiencia no le ha curado su miedo a los tiburones. Geir aceptó la inmersión en esas aguas porque le habían asegurado lo tranquilos que son los de esta especie. Lo hacía casi como terapia. Pero los tiburones ballena son grandes. Muy grandes. Y no esperaba cruzarse con uno tan de cerca. “La boca del tiburón no es blanda en absoluto. Parecía de acero”, rememora. Seguro que se lo piensa dos veces antes de volver a bajar a los dominios de cualquier tipo de escualo.

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