Cocina con ayuda de adultos, sí. Pero Roman es el líder, el Chef
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Vale, no hay error posible. Un niño adoptando las actitudes y respuestas propias de un adulto siempre, siempre funciona y genera empatía. Por eso, este vídeo que nos muestra a Roman, un niño de tan solo dos tiernos añitos, despierta automáticamente la simpatía en la mayoría de los que lo visionan. Y a Roman se le ve feliz y dispuesto a cocinar algo tan complicado como un pastel. Con ayuda de adultos, sí. Pero Roman es el líder, el chef, el que está a cargo de algo tan importante como la comida.
Roman va mezclando los productos que los adultos le entregan, prestos para su manejo. Lo va comentando con visible emoción (“¡Qué locura!”, “¡Es perfecto!”, “¡Parece delicioso!”) y se va manchando de harina y pringando las manos y los morros. Reconoce que aún no puede romper un huevo y pide ayuda, pero lo echa y lo mezcla. Y jamás, jamás pierde la sonrisa que luce con todos los dientes de leche. Roman aún se las arregla para mirar a cámara y saludar a los espectadores que sabe que le estarán observando.
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Roman juega a imitar a los adultos. Puede que sin saberlo, puede que como un código de aprendizaje que todos tenemos en nuestros genes. Pero él lo hace de manera más divertida y vistosa, imitando a esos adultos que probablemente haya observado en la televisión mientras la ven sus padres, a esas horas en las que ya no hay dibujos animados y el sueño no viene porque estar despierto y dando la lata a tus padres es más divertido.
Quién sabe. Puede que el día de mañana Roman sea cocinero y vea todas estas grabaciones que hoy suben sus padres a la red. Puede que le parezcan una premonición o una sofisticada manera de ir marcando su camino.
Sería bonito.
Por otra parte, nada está escrito y puede que Roman no aprenda ni a freír un huevo una vez que llegue a la pubertad.
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