Los activistas de Greenpeace pretenden denunciar con esta acción la falta de seguridad que, según ellos, hay en centrales francesas como esta de Bugey, cerca de Lyon
El pasado 3 de julio un inesperado y curioso visitante estuvo volando alrededor de la Central Nuclear de Électricité de France (EDF) que está ubicada en Bugey, a unos treinta kilómetros de Lyon. Como puedes comprobar en la grabación difundida por Greenpeace, se trata de ¡Superman!
Vale, no. No es el superhéroe de cómic, sino de un ingenio volador no tripulado. Un drone, o dron, al que por alguna razón decidieron vestir con los colores y la capa típica del de Krypton. Además, su labor tampoco se parece en nada a los solidarios actos de ayuda del Superman de carne y hueso.
Entonces, ¿qué se supone que estaba tramando este ser volador al empotrarse contra el edificio que aloja uno de los reactores de la central nuclear francesa? Bueno, Greenpeace quiere mostrarle al mundo de qué pasta están hechas las supuestas medidas de seguridad de estas centrales.
Los activistas de la organización ecologista pretendían hacer una demostración de la “extrema vulnerabilidad de los edificios muy cargados con radioactividad”. Vulnerabilidad ante la posibilidad de que alguien muy malo decida atacar una de estas instalaciones desde el aire.
La organización ecologista estrelló hasta dos naves —después del Superman, repitieron con un pequeño avión teledirigido— en el muro de una piscina de combustible nuclear, situada al lado del reactor dos, sin encontrar resistencia alguna. Sus naves lograron entrar en la zona de exclusión aérea de la central con total tranquilidad y sin que esa presencia desencadenada ningún tipo de respuesta de seguridad —ni siquiera una mísera señal acústica—, en otra prueba de deficiente protección.
Aunque desde la empresa hayan asegurado que sus centrales “son seguras y están bien vigiladas y protegidas”, esta escena invita a pensar lo contrario.
¿Y si hubiese sido un dron dirigido por terroristas o cualquier otro individuo con intención de provocar una catástrofe, se hubiese podido evitar? Esa es la pregunta que deja en el aire Greenpeace con su acción. La respuesta... parece clara.
Desde la misma EDF se informó de la intercepción de uno de esos drones por parte de la policía francesa. Intercepción una vez que habían caído al suelo, varios minutos después. Obviamente, el objetivo de los ecologistas era no dañar la infraestructura, por eso la acción “no tuvo ningún impacto en la seguridad del edificio”.
Hay que recordar que el país galo alberga hasta 58 reactores nucleares que generan hasta el 73 % de la electricidad total que se produce en Francia. Sin embargo, con los peligros y la polémica que genera desde hace mucho esta forma de conseguir energía, el gobierno de Macron prometió el año pasado cerrar unos 17 reactores en los próximos ocho años para disminuir esa dependencia energética tan alta.
Ni que decir tiene que la rentabilidad comienza a verse afectada por el auge cada vez mayor de las energías renovables y también por las necesidades de incrementar la inversión en seguridad.
El desastre en Fukushima alertó al resto de países y endureció todas las normas, que también ahora se ven cuestionadas por la posibilidad de atentar contra reactores como este de Bugey, gracias al uso de los drones.
Esta actuación ecologista llega justo a escasos días de la publicación de un informe de la Comisión Parlamentaria acerca de la seguridad nuclear. Greenpeace quiere un mundo sin centrales nucleares, como se visualiza en el siguiente vídeo.
