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Artículo La redes explotan de indignación por el vídeo de un conductor de autobús nada responsable Content

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La redes explotan de indignación por el vídeo de un conductor de autobús nada responsable

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Cuando la vida de 65 personas depende de... ¿tus pies?

Playground community

10 Julio 2018 14:42

Todos tenemos presentes, desde aquellos autobuses escolares de nuestra infancia, el cartelito de “no hablen con el conductor”. Y oye, qué bien. No solo porque quizá jamás te ha apetecido socializar con ellos —que nadie nos interprete, conductores los hay de todos los estilos— sino porque básicamente estás de acuerdo en que la vida de medio centenar de pasajeros suele depender de él y más vale no distraerle y que se sienta cómodo.

Por eso no sorprende que este vídeo se haya viralizado. Pero sorprende menos aún que haya pasado a tener consecuencias concretas en el mundo no virtual. El pasado 27 de junio en una autovía de la ciudad de Ho Chi Minh (a algunos no les ponen calles o plazas: les ponen ciudades) en Vietnam, un conductor de autobús llamado Nguyen Duy Hieu fue grabado conduciendo su vehículo… con los pies. El resto de él, se encontraba en posición sedente, sí, pero con los brazos en alto, tras la nuca, lejos del volante, buscando una postura relajada y manteniendo plena confianza en sus extremidades inferiores para llevar el autobús lleno de pasajeros a destino. Al menos durante un ratito (largo), mientras se estiraba.

Esa fue su excusa más tarde, que solo se estaba estirando. Que llevaba muchas horas conduciendo y buscaba combatir los calambres. Nada de horas tope al volante, ni de paradas consensuadas por convenio.

La empresa, una vez el vídeo comenzó a correr por la Red a la misma velocidad que el autobús o más, llamó a capítulo al conductor, que llevaba con ellos cinco años. Fue sancionado y se le ha retirado el permiso por tres meses. Tampoco sirvió como disculpa que Nguyen pusiera el ventilador en el asunto e intentara esparcir la peligrosa costumbre, afirmando que era práctica común entre los conductores, sometidos a horarios imposibles.

Los autobuses, como casi cualquier medio de transporte colectivo son un poco zoo, un poco bestiario. Pasan cosas como, por ejemplo:

* Por mucho cartel de “no hablen al conductor”, suele haber un privilegiado que se sienta en la butaca anexa y se pasa un buen trecho hablando de lo divino y de lo humano, chistes privados que nadie entiende, un repaso al vecindario, a la tía solterona o al gobierno de turno. Sin ningún comedimiento. Como si el resto de pasajeros ni estuviese allí.

* El conductor de emisora fija. Desde que se lleva tener radio en los autobuses públicos, el conductor es el rey de la sintonía y se oye lo que él dice. Y punto. A veces fútbol, a veces política o, si la frecuencia elegida es una radiocadena musical, llegamos a conocer a otra clase de conductor: el busero cantarín. Si le hubiera escogido en You Got Talent, no estaría ahí sentado transportándote a ti.

* El “estresao”. Mejor no encontrárselo. Va como el Conejo Blanco de Alicia, repitiendo en agonía “llego tarde, llego tarde”. Y tomando las curvas en consonancia.

* El sordo por conveniencia. Cuando se salta una parada y tú pasas del cartel y le gritas “¡mi parada!”, pero ni te mira. Sólo farfulla “no he oído el timbre”... ¡Já!

Como tantas cosas en la vida, la mejor relación entre pasajero y conductor es… ninguna. O un mero saludo cortés. Que cada uno cumpla su parte. Manos (y no pies) a la obra.

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