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Culture
Hemos entrevistado a una especialista en sexualidad juvenil y esto es lo que nos ha contado.
24 Marzo 2020 09:17
Hace unas semanas, antes de que el maldito virus llegara y lo cambiara todo, vi la serie de ficción, Sex Education (un poco tarde, lo sé). Y al terminarla, pensé: ¿los adolescentes reales también tienen todas estas dudas acerca de la sexualidad? Para averiguarlo, quise hablar con una especialista en la educación sexual de los jóvenes.
Hace unos días y por teléfono, contacté con Laura Ferrer, educadora sexual y fundadora del proyecto Educació Sexual Conscient. Ferrer me contó muchas cosas sobre la inexistente educación sexual de los adolescentes españoles. Estos son los diez datos más relevantes:
Cómo ya os imagináis, la única fuente de información sobre sexualidad de la mayoría de jóvenes es la pornografía. De hecho, las encuestas muestran que el 80% de los usuarios que consumen porno son chicos jóvenes entre 12 y 20 años.
En los vídeos porno, los actores y actrices no toman prevenciones, no hay comunicación entre ellos, se muestran genitales de tamaño y aspecto irreal, las relaciones son falocéntricas, se promociona el rol pasivo y la objetivación de la mujer... y una larga lista de conductas que no corresponden con la realidad. En definitiva, la pornografía crea falsas expectativas y promociona las relaciones sexuales de dominación.
Cuando los adolescentes mantienen sus primeras relaciones sexuales, muchos de ellos se decepcionan o se frustran. Y otros, se acomplejan de sus cuerpos o no son capaces de excitarse sin imágenes pornográficas.
Las chicas se masturban, sin embargo, hablan muy poco de ello. Ferrer asegura que hay una gran diferencia entre la aceptación de la masturbación masculina y la de la femenina entre los adolescentes.
También afirma que debería explicarse a todas las jóvenes que la sexualidad es primero individual y después compartida. Es decir, deberían empezar por conocer su propio cuerpo y lo que les gusta (mediante la masturbación), y luego, compartir la sexualidad cuándo, cómo y con quién quieran.
El nombre “preliminares” perpetúa que las relaciones sexuales sigan teniendo un único objetivo: la penetración. El uso generalizado de esta palabra, para referirse a la estimulación del clítoris, a las felaciones o a las caricias, hace que los adolescentes piensen que estas prácticas son menos importantes.
Otro nombre que debería dejar de utilizarse es el de “trompas de Falopio” (en realidad, trompas uterinas). Se llaman así por Gabriel Falopio, el anatomista que las describió en el siglo XVI, y que practicaba la vivisección con mujeres. En otras palabras, abría mujeres vivas para poder observar sus trompas uterinas.
Además, en los órganos sexuales femeninos, también encontramos el famoso “Punto G”, que no existe y que tiene este nombre porque el hombre que lo “descubrió” fue Ernst Grafenberg; el fondo de saco de Douglas (o fondo de saco recto-uterino) y las glándulas de Bartolini (o glándulas vestibulares mayores). ¿Tiene algún sentido que los centros educativos sigan enseñando estos nombres, todos de hombres, para designar las partes de la pelvis femenina?
Alrededor de los 15 años, los jóvenes sienten una presión social para perder la virginidad, es decir, mantener las primeras relaciones sexuales con penetración. Los adolescentes tienen muchas dudas acerca de este momento: a qué edad deberían hacerlo, si les hará daño, si les saldrá sangre, etc. Mientras que ellos suelen pensar “que cuánto antes mejor” con ganas y excitación, para ellas suele ser distinto; lo ven como acción dolorosa que les genera nervios y tensión. Además, lo asocian a una pérdida, a algo que ya no podrán recuperar.
Sin embargo, Ferrer asegura que la virginidad no existe “¿acaso se pierde algo?” me dice por teléfono. “La pérdida de la virginidad” es un concepto machista y erróneo porque en este no encajan todos los tipos de sexualidad y las diferentes orientaciones sexuales. Asimismo, tampoco contempla que alguien pueda haberse iniciado sexualmente (con la mansturbación o el sexo oral, por ejemplo) sin haber practicado la penetración.
Uno de los hechos que más preocupa a Laura Ferrer es el interés por el sexo anal entre los adolescentes heterosexuales. Ferrer visita institutos y responde a las preguntas anónimas que los alumnos de la ESO depositan previamente en una caja. Entre estas preguntas, asegura que ya ha respondido varias dudas sobre cómo practicar el sexo anal.
La experta advierte que esta práctica conlleva una preparación física importante y que debería practicarse siempre con una persona de mucha confianza y solamente cuando ambos tengan realmente interés.
Esta serie inglesa ha sido un éxito entre los jóvenes de todo el mundo. No obstante, cuando le pregunté a Laura si le había gustado, me dijo “como espectadora adulta sí, pero como educadora sexual me pongo las manos en la cabeza”.
La fundadora del proyecto Educació Sexual Conscient me explicó que es una muy buena serie para empezar a hablar de sexualidad con adolescentes, pero que presenta algunos estereotipos y conceptos erróneos. Entre ellos, la confusión del término vagina (parte exterior) por vulva (parte externa de los genitales), en una de las escenas más impactantes de la serie.
Ferrer dice que “los adolescentes se lo creen todo”, y por esto, recomienda que vean Sex Education acompañados de adultos, y que después de cada capítulo, dediquen un tiempo para comentarlo. De hecho, ella misma utiliza la serie en algunos de sus talleres para hablar de distintos aspectos de la sexualidad.
La menstruación también forma parte de la educación sexual, pero la mayoría de adolescentes desconocen muchos aspectos sobre esta. Por ejemplo, que el dolor menstrual no es normal, que la masturbación es una buena manera de reducir este dolor, que las compresas y los tampones comunes llevan muchos productos químicos y resecan la vagina o que se puede llegar a aguantar la sangre (como quién se aguanta el pipí) mediante “la menstruación consciente”.
La regla se presenta delante de la sociedad como algo sucio, que huele mal y que hay que ocultar. En cambio, Ferrer opina que se debería hablar abiertamente sobre ello a las chicas y a los chicos desde pequeños, y presentarlo como un hecho positivo, natural y necesario para el cuerpo de las mujeres.
Si la sociedad dice a las mujeres que “tienen todo lo malo”, también les dice a los hombres que en términos de relaciones sexuales, ellos “tienen que saber hacerlo todo y muy bien”: excitarse rápido, durar mucho, saber dar placer a la mujer, penetrarla, lamerla, acariciarla, etc.
Esto es lo que aprenden en la pornografía: que ellos tienen que saber hacer de todo (sin preguntar) y ellas tienen que ser pasivas y “dejarse hacer”. Este rol genera mucha presión entre los chicos adolescentes. Ferrer me explica que los chicos adolescentes tienen muchas dudas y se sienten inseguros porque tienen miedo de “no estar a la altura”.
Laura Ferrer dice que nadie les cuenta a los jóvenes que las relaciones sexuales placenteras pueden terminar sin la eyaculación. En sus talleres, la experta explica que la eyaculación y el orgasmo son cosas distintas, y que los hombres también pueden alcanzar un orgasmo sin eyacular, excitando otras partes del cuerpo. Además, ellos también pueden tener múltiples orgasmos.
Por otro lado, otra de las consecuencias del porno es el conocido squirt (eyaculación femenina). “No todas las mujeres eyaculan y no pasa nada” asegura Ferrer. Sin embargo, el squirt es una acción tan común en los videos pornográficos que los adolescentes suelen pensar que ocurrirá en todas sus relaciones sexuales.
La educación sexual en España es prácticamente inexistente. La mayoría de institutos solamente enseñan los órganos reproductivos y los métodos de prevención del embarazo y de las enfermedades de transmisión sexual. Además, gran parte de los adolescentes confiesan que no hablan sobre sexualidad con su familia porque les da vergüenza.
Laura Ferrer piensa que la educación sexual debería empezar durante la infancia, y que los padres y maestros tendrían que hablar sobre este tema de manera transparente a partir de las dudas de los niños. La especialista en educación sexual dice que las escuelas deberían trabajar muchos más aspectos de la sexualidad, como la gestión de las emociones, las relaciones tóxicas, el machismo, el sexting, la diversidad sexual...y tantos otros.
La sexualidad es una parte indispensable de nuestras vidas. Pero, ¿cuándo habrá una asignatura obligatoria de educación sexual?
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