Otro odioso término que prueba lo lejos que estamos de ser libres para querernos
Hace 10 años la delgadez extrema era la única forma de entender la belleza y el glamour. No había otra. Si te pasabas de la talla 36, podías darte por jodida.
Ahora que hemos enterrado a antiguos ídolos que comían una vez al mes (hola, Paris Hilton), y los hemos sustituido por las Kardashians y blogueras de fitness que nos animan a estar activas y sanas sin matarnos de hambre, el mundo podría parecer un mundo más amable para las mujeres.
En 2007 lo de ser foodie no se llevaba nada, pasar hambre era lo cool.
Error: nuestros motivos para acomplejarnos no han desaparecido, solo han mutado. Antes la cosa iba de ser flaca, ahora de tener unas curvas que solo son accesibles con una buena cuenta corriente y la ayuda de un cirujano.
En 10 años hemos pasado de preocuparnos por tener \"mucho culo\" a preocuparnos por tener \"culo carpeta\".
Por si no fuera bastante con sentirnos unas mediocres si no tenemos unas clavículas perfectamente definidas pero con una 90D de sujetador y una cintura de 60 cm contrastando con un culo que hiciera sombra a todos los del Carnaval de Río, ahora tenemos un motivo más para preocuparnos: lo que los americanos han llamado “the armpit vagina”, que en castellano podríamos traducir como “axilas-vagina”, o, como he decidido bautizarlas coloquialmente, el “sobacoño”*.
*Ser deliberadamente ordinaria es mi forma de expresar mi libertad como mujer, conste en acta*
Aunque podrías pensar que el sobacoño es un sobaco que realmente tiene un coño, como en este caso:
No me gusta decir \"te vas a arrepentir\", pero creo que de este tatuaje creo que te vas a arrepentir.
Estás terriblemente equivocado. Lo terrible del sobacoño es que hace referencia a un sobaco perfectamente normal, y no es más que la nueva forma que tienen en Hollywood de avergonzar a las actrices por sus cuerpos.
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He encontrado esta foto de la impresionante Tyra Banks en un post sobre \"cómo librarte de la grasa de la axila\".
Para los que miran con lupa los looks de pasarela, este leve pliegue que hace la piel de la zona de la axila cuando el brazo está contra el torso, es un michelín abominable del que toda mujer debería sentir vergüenza de mostrar.
Tener un pliegue en la axila es algo perfectamente normal incluso estando muy delgada.
Hace unos años Jennifer Lawrence se disculpó nerviosa ante una reportera que alabó su vestido palabra de honor en la alfombra roja diciendo que era consciente de tener “grasa en la axila… axila de vagina… ¡es horrible!”.
Esto pasó ese día y, sinceramente, ni siquiera soy capaz de ver la supuesta grasa.
Y Chrissy Teigen reconoció recientemente que se había hecho una liposucción en la zona.
A riesgo de sonar a mi padre (todo se hereda), y viendo que las revistas de moda llevan años increpando a las famosas por tener unas rodillas poco firmes, o incluso unos codos demasiado rechonchos.
Qué vergüenza que esta basura se publique.
Voy a decir algo que debería ser una obviedad: las rodillas, los codos y las axilas son PUTAS BISAGRAS. No tienen la función de hacer bonito, sino de que nos podamos doblar. Barbie no tiene pliegues raros porque la pobre está condenada a vivir acartonada for life.
Parece que en la era Instagram, hemos asumido que la belleza es estática. Que los cuerpos tienen una única apariencia, que la belleza puede resumirse en una foto, que no es más que la captura de pantalla de un momento.
Nuestros cuerpos se mueven, se doblan, se hinchan y se pliegan. Y sentir vergüenza de ello es tan ridículo que está bien repetirnoslo en voz alta frente al espejo o al ver una foto en la que tenemos algún michelín incipiente. Así quizá no caeremos en la trampa de que términos tan estúpidos como “armpit vagina”, “axila vagina” o “sobacoño” resulten más que una mala broma.
