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Artículo ‘Bikram. Yogi, Guru, Predator’: una historia de engaños y abusos busca su final feliz Culture

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‘Bikram. Yogi, Guru, Predator’: una historia de engaños y abusos busca su final feliz

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Netflix reabre el caso del gurú del Bikram Yoga, acusado de abusar sexualmente de decenas de discípulos

PlayGround

13 Septiembre 2019 16:28

Bikram: Yogi, Guru, Predator. El título es contundente, y toda una declaración de intenciones. Un nuevo documental de Netflix reabre el caso del gurú que puso de moda el Bikram Yoga en el Beverly Hills de los 70, y de paso sedujo, agredió y violó, presuntamente, a decenas de sus seguidoras, saliendo totalmente indemne.

Eva Orner, la directora del documental, no oculta sus aspiraciones: su filme es una clara llamada a la acción para que los legisladores de California reabran el polémico caso de Bikram Choudhury, que en estos momentos se encuentra exiliado en México.

"Tenemos un gran gobernador en California, Gavin Newsom, estoy segura de que lo ve todo en Netflix. Esperemos que vea esta película, llame al [Fiscal de Distrito de Los Ángeles] Jackie Lacey y le diga que vuelva a abrir el caso, que lo persiga criminalmente, lo extradite y tenga que afrontar las consecuencias de sus actos”, explica Eva Orner a Variety.

Pero empecemos por el principio. Choudhury desarrolló su propia práctica de yoga a finales de los 60, una modalidad que se realizaba a temperaturas de más de 100 grados, y que todavía hoy se practica en todo el mundo.

Ser tres veces campeón nacional de yoga en la India le permitió conseguir fácilmente una green card, para luego exportar su técnica desde EEUU y acabar creando un imperio.

La meticulosa rutina de estudio de Choudhury obligaba a sus discípulos a retorcer sus cuerpos en 26 posiciones que ponían a prueba su resistencia. El sudoroso proceso era inextricable del hombre detrás del método. Las interpelaciones y la teatralidad de Choudry fueron el lazo perfecto de un desafío atlético que prometía a sus seguidores que podrían mejorar sus vidas, siempre que pusieran dinero en su bolsillo y lo mantuvieran él a cargo.

Michael Jackson, Shirley MacLaine o Martin Sheen contrataron sus servicios. Y a medida que las celebridades comenzaron a acudir en masa a sus estudios, sus ubicaciones y entrenamientos se volvieron cada vez más lujosos. En pleno apogeo de la moda Bikram había 650 estudios solo en los Estados Unidos, y a medida que la franquicia se expandió por Europa, Asia y Australia, también lo hizo su billetera.

Choudhury había creado la gallina de los huevos de oro. Abrir una franquicia de sus estudios costaba unos 10.000 dólares. Luego a Choudhury se le debía un porcentaje de la facturación, una tarifa de regalía del 5% de los ingresos brutos y una tarifa del fondo de publicidad de los ingresos brutos del 2% por cada estudio.

Además, acudir a sus retiros y campamentos costaba entre 12.500 y 16.600 dólares solo por ver cómo el gurú, vestido únicamente con un Speedo negro y un Rolex dorado, se limitaba a sentarse en el escenario a transmitir sus instrucciones con un micrófono.

Choudhury estaba en lo más alto. Fue entonces cuando supuestamente comenzó a aprovecharse de sus estudiantes más vulnerables.

Eva Orner, la directora de Bikram: Yogi, Guru, Predator, cuenta con los testimonios de una docena de voces de una comunidad que protegió a un acosador durante cuatro décadas. Varios testimonios coinciden en señalar cómo el gurú les convocaba a su habitación para un masaje a las 3 de la mañana. Algunos dicen que fueron presionados para tocar sus genitales. Otros que fueron directamente violados.

Bikram lanza una acusación desgarradora sobre un tema que nunca quedó resuelto y reaviva la ira en torno a la capacidad del gurú para evadir la justicia.

El documental se cierra con una imagen impactante del yogi impartiendo un taller en México el año pasado. Sigue en activo, aunque desde el extranjero. Tras perder su primera demanda civil en 2017 consiguió huir a Acapulco, logrando evadir los cargos penales que pesan contra él en el distrito de Los Ángeles.

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