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¿Por qué estamos aplaudiendo a Ángela Ponce?

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¿Por qué estamos aplaudiendo a Ángela Ponce?

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/OPINIÓN/ "Ángela Ponce se ha convertido en la primera mujer trans que participa en Miss Universo, pero lo importante ahora es preguntarse: ¿qué alabamos de ella? ¿que tiene una feminidad perfecta? ¿que no se nota que es trans? ¿que sus diferencias han pasado a ser asumibles y normativas por nuestra sociedad? ¿aplaudimos también a la mujer trans de 1,90 metros, en paro, negra, con voz grave y que vive en unas condiciones marginales?" #CuántaPluma

La belleza es una vara opresora para medir la realidad, pero nadie podrá negar el hito histórico que ha alcanzado Ángela Ponce. Esta sevillana de 27 años se ha convertido en la primera mujer trans en competir en Miss Universo, un certamen con 66 ediciones a sus espaldas. Y, aunque parezca anacrónico que en pleno 2018 esta sea la primera vez que ocurre este hecho, lo cierto es que hasta 2012 el concurso prohibía la participación a mujeres transgénero.

Ponce no ganó —el título se lo llevó Miss Filipinas, mientras que la española fue eliminada en la primera ronda— pero su participación supone un paso más en materia de igualdad, inclusión y representación. Al fin y al cabo, es una conquista más de espacios que históricamente le han sido negados a la comunidad LGTB+ —a la trans en este caso— y que legítimamente también nos pertenece. Por ello, lo que ha conseguido Ponce es una victoria indiscutible, teniendo en cuenta que en muchos países participantes —como Albania, Birmania o Camboya—, el cambio de nombre y sexo en los documentos oficiales no está permitido.

Si algo ha puesto sobre la mesa su paso por Miss Universo es que los límites de tolerancia de nuestra sociedad son mucho más bajos de lo que a priori podamos pensar. Su presencia en el concurso ha levantado la transfobia más cruel y biologicista posible, empezando por las propias compañeras de certamen como Miss Universo Colombia. “Yo creo que un reinado de belleza es para mujeres que nacemos mujeres y creo que para ella también sería una desventaja. Hay que respetarla, pero no compartirlo”, espetó Valeria Morales. Pero se equivoca la colombiana si piensa que lo único que justifica que eres mujer son los genitales con los que naces, y esto es lo que la participación de Ponce ha demostrado.

¿Qué sucede con la mujer trans de 1,90 metros, con voz grave, que vive en condiciones marginales y que sigue desempleada? ¿También la aplaudimos como aplaudimos a Ángela Ponce o la miramos con reprobación y lástima?

Sin embargo, las voces críticas ven este logro como una asimilación más en la comunidad patriarcal y normativa. Tal y como señala Berta Gómez en un artículo para Píkara que recopila varios testimonios transfeministas, la posición del feminismo frente a los concursos de belleza concluye que se trata de un escenario de misoginia. “No solo miden la belleza de las mujeres, sino que construyen una serie de espacios físicos —que se traducen en imaginarios culturales— acotados para un tipo muy específico de mujer: la banda de “más bella” se otorga a la que más se aproxima a las medidas, andares y respuestas de la definición de feminidad dictada por el patriarcado y por las reglas del mercado”, apunta.

El paso de Ponce por Miss Universo sería lo que el sociólogo y activista trans Miquel Missé señalaría como la victoria de la modificación corporal. Para el catalán, el discurso social celebra que las personas trans cambien sus cuerpos, a golpe de bisturí o de hormonas, como la única opción posible para curar el malestar consigo mismas. Eso se traduce en la idea de tener un buen passing, es decir, de pasar desapercibidas como persona trans, de que no se note que eres trans. Ese borrado de la realidad corporal anterior es el que termina desfilando por la pasarela de la aceptación social.

¿Qué estamos ovacionando de Ángela Ponce? ¿Que sea la primera mujer trans en este certamen? ¿Que tiene una feminidad perfecta? ¿Que no parece trans? ¿Que sus diferencias también han pasado a ser normativas y asumibles por una sociedad heteropatriarcal?

Tampoco se equivoca Missé cuando señala en su obra A la conquista del cuerpo equivocado que los retratos de mujeres trans que actualmente aplaudimos, como el de Ponce, Laverne Cox, Caitylin Jenner e incluso Daniela Vega, están basados en el esfuerzo y la meritocracia. Sin embargo, estos dos factores están condicionados por la clase social y la posición socioeconómica de las personas que alabamos. Si todas estas mujeres han conseguido el beneplácito de la prensa y la opinión pública es porque ellas han tenido ciertos recursos, facilidades y oportunidades para poder estar ahí. Pero, ¿qué sucede con la mujer trans de 1,90 metros, negra, con voz grave, que vive en condiciones marginales y que sigue desempleada porque nadie le quiere dar una oportunidad laboral? ¿También la aplaudimos como aplaudimos a Ponce o la miramos con reprobación y lástima?

Esto nos lleva a otra batería de preguntas, quizá todavía más importantes: ¿qué estamos ovacionando de Ángela Ponce? ¿Que sea la primera mujer trans en este certamen? ¿Que el hecho de participar en Miss Universo la convierte en una más de "nosotros"? ¿Que tiene una feminidad perfecta? ¿Que no parece trans? ¿Que sus diferencias también han pasado a ser normativas y asumibles por una sociedad heteropatriarcal? ¿Que es una mujer trans que no nos violenta?

Sea como sea, al final una cosa está clara: Ángela Ponce ha hecho historia en materia de visibilidad trans.

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