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Opinion Si la última canción de Valtonyc es un temazo se dice, y punto Culture

Si la última canción de Valtonyc es un temazo se dice, y punto

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Si la última canción de Valtonyc es un temazo se dice, y punto

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“Echar horas, llegar del curro, tender la lavadora: perdón por desatender la mierda que suelta tu boca”

La música de Valtonyc no me interesa, pero no me siento con el derecho a decirlo. No pienso que alguien abocado al exilio, para zafarse de tres años y medio de cárcel por las letras de sus canciones, merezca el doblete que supondría enjuiciar la estética de su obra. Es ruin, como analizar la caligrafía de alguien enviado a una hoguera inquisitorial por los escritos que ha firmado.

Para definir esa ruindad, el Jordi Costa de Cómo acabar con la Contracultura acuñaría el término Gusto Socialdemócrata. “Es lo que ocurre cuando alguien defiende al rapero Valtonyc con un ‘es atroz, pero tiene derecho a manifestarse’. Si crees que algo tiene derecho de ser manifestado, ahórrate lo atroz que te parece”.

Así que no: la música de Valtonyc no me interesa, pero no me siento con el derecho a decirlo. Ya no sólo para esquivar mi propia ruindad, sino para ser sincero conmigo mismo: desde finales de la pasada semana, no hago otra cosa que hacer replay a la última canción publicada por el mallorquín, El Cobarde.

Con un beat que recuerda a los que Kase.O cabalgaba en Jazz Magnetism, Valtonyc encuentra en El Cobarde el equilibrio perfecto entre el hip hop político y slice of life hecho rap: “Me busca la poli / Yo echándole más curry”, empieza el track, con dos frases que se acaban convirtiendo en una declaración de intenciones.

En lugar de atrincherarse en la ortodoxia del rap combativo, Valtonyc es capaz de que su autoconciencia letrística vaya más allá del exilio al que se ha visto sometido. El cantante, sin ir más lejos, alardea de prendas Ralph Lauren y Lacoste en el armario, sabiendo lo mucho que irrita a sus detractores verle de esa guisa. Si Peter Meaden definió lo mod como “la vida pulcra en circunstancias difíciles”, Valtonyc revisa esa máxima inmerso en un film de acción.

La retrospectiva es un don: el vacile no-sois-vuestros-pantalones ya estaba en Ígor Akinféev, la canción que Valtonyc publicó previa a El Cobarde. “El tonto del haba preocupado por el cocodrilo de mi cami / Yo merendándome más pijos que papá Stalin”, cantaba allí. ¿Más rimas míticas? “Menos raves, más rabia / Menos manes / Más minas en manis cazando Manadas”.

Volviendo a El Cobarde, resultan fascinantes versos como: “Me flipa que diga que me odia, pero que me ame / Que suba Stories de su body pa’ intentar que rabie”. Bajo la fachada frívola, la rima tiene una sofisticación política enorme: Valtonyc abunda en cómo el deseo sigue construyéndose y deconstruyéndose en medio de la persecución; en cómo nadie es víctima y mártir las 24 horas del día.

“Hoy estaba cagando con la puerta abierta porque pensaba que mi compañera de piso no estaba”, termina El Cobarde con un skit hablado, “y de repente ha entrado y me ha empezado a decir que cómo no la había avisado de que soy un terrorista, de que estoy zumbao, de que me está persiguiendo todo el mundo. Joder, tío: uno ya no puede ni cagar tranquilo por las mañanas sin que le recuerden quién es”.

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