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David Chang, el rey Midas de la nueva gastronomía para millennials

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The David Chang Show
 

Este mediático cocinero ha convertido a los jóvenes en los yonkies 2.0 de la comida: "Es curioso que la mejor parte de la apertura de un restaurante sea cuando aún no has ganado ni un dólar”

Marc Casanovas

25 Mayo 2018 16:25

David Chang ha logrado materializar aquello tan circense del “y más difícil todavía” en un mundo de egos desbordantes. Este mediático cocinero de una familia de ascendencia coreana es el portavoz de un nuevo periodismo gastronómico que está convirtiendo a la generación millennial en los yonkies 2.0 de la comida. Su “y más difícil todavía” viene con mortal hacia atrás y doble tirabuzón en una piscina sin agua porque ha logrado ganarse el favor de los más jóvenes sin ser periodista ni millennial (oficialmente es un cuarentón desde agosto del año pasado).

Anthony Bourdin lo intentó desde la testosterona. Jamie Oliver desde la pedagogía. Y Gordon Ramsay desde la grosería. Pero David Chang ha dado en el clavo con un discurso tan imperfecto como real.

Chang en Ugly Delicious

Estoy aterrorizado. Cada día me levanto pensando que mi nuevo restaurante será la peor broma de Los Ángeles.

David Chang

Que un chef –por muy bueno que sea comunicando– y no un periodista sea el abanderado de la nueva gastronomía inteligente con lenguaje 100% millennial no dice mucho del estado actual del periodismo gastronómico. De la quema se salva (y con nota) Helen Rosner, la comandante gastro en The New Yorker. Mientras, la gran mayoría de profesionales del sector se empecina en perfumar sus reportajes mutados a publirreportajes, en disfrazar a los cocineros de dioses sin Olimpo, en olvidar a sus lectores para fotografiarse en alfombras rojas,… A todo esto David Chang ha respondido con algo tan fácil y a la vez tan difícil como es el arte de contar historias tangibles de carne y hueso.

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Vídeo destacado de la semana

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Historias en las que se percibe el dolor en las piernas por pasar demasiadas horas de pie o en las que se sienten las quemaduras entre fogones como propias. Porque Chang ha pasado tantas horas en la cocina que sabe a las mil maravillas que este espacio es mejor que mil montañas rusas puestas una detrás de otra en caída libre. Saber comunicar todo ese puñado de debilidades, bajones, falsas euforias y paranoias que ocurren dentro de una cocina no hacen de David Chang mejor cocinero, pero sí han forjado a un gran narrador de la gastronomía contemporánea gracias a una reinvención casi enfermiza.

Abrió Lucky Peach, la revista de gastronomía más bonita de la historia, y la cerró dándonos un portazo épico en los morros.

Inauguró Momofuku, el restaurante con los platos más adictivos de Nueva York, para ser el rey Midas de la cocina para millennials y en la cima de su imperio con 18 restaurantes repartidos por todo el mundo ha delegado todo su trabajo para mudarse a Los Angeles.

Protagonizó Ugly Delicious, su aclamada docu serie de 8 entregas para Netflix, para dar esperanza al audiovisual gastronómico perdido en una sobredosis de cámara lenta, planos de 365 grados y onomatopeyas agotadoras.

Y ahora se pone voluntariamente en el ojo del huracán con The David Chang Show en Majordomo Media, un nuevo canal informativo lleno de podcasts con conversaciones incómodas para expiar todos sus demonios a modo de terapia.

Y nosotros, sus oyentes, tenemos el rol de psicoanalistas pasivos en todo este tinglado donde se ha expuesto a la guillotina pública sin ningún tipo de necesidad.

Abrir un restaurante es como dar a luz. La neurosis te hace parecer una persona muy loca.

David Chang

Hay 'unnosequé' en todas sus historias. Un algo que lo hace girar todo sobre el mismo eje: espera el momento justo para dar el golpe ganador. Nadie mejor que él sabe que cuando un cocinero acaba un servicio maratoniano se quita el delantal y vuelve a vestirse de humano. Es ese preciso instante en el que pasa de superhéroe a mortal que su sinceridad extrema pasa a ser su criptonita. Porque lo que hará que un cocinero no te de una patada en las nalgas y decida acompañarte a un bar hasta altas horas de la madrugada depende del trato que le dispenses. Chang, como colega de profesión, busca en cada una de sus entrevistas/charlas a la persona que ha dejado sus cuchillos en el guardarropía. Y logra hacer un sashimi delicioso con todas sus miserias y alegrías.

Pero aquí no hay sólo sufrimiento para los cocineros. Por fin también hay una ración para el comensal acomodado: "Si un cliente está comiendo algo y puede seguir hablando con alguien, significa que la comida no es lo suficientemente buena", dice Chang en su último podcast. Es una imagen adictiva y aterradora: todas las mesas de un restaurante en silencio comiendo en pleno éxtasis sin la posibilidad de articular ni una sola palabra. Con el único ruido en la sala de la gente masticando.

The David Chang Show

He pensado a veces en matar a gente de mi equipo de cocina. Literalmente.

David Chang

Porque de nada ha servido convertir a los cocineros primero en chefs y luego en artistas. Aún menos pasar de criticar platos a alabar obras de arte que casi no se pueden ni masticar sin estropear la foto. Chang engancha por la solapa al cocinero para que se tambalee. Sin mirar las estrellas, los soles, los James Beard o las medallas de su currículum. Ya en su debut como presentador en The Mind of a Chef para la televisión pública PBS, dio buenas muestras de su poder de comunicación. Allí aprendió que existen las normas del periodismo de siempre, pero que si no respetan las normas de la cocina no sirven de nada.

Cualquier cocinero teme hacer el ridículo más grande del mundo el día de la inauguración de su restaurante. Es un sentimiento tan humano que pasa por la cabeza de cualquier persona que empieza de cero: “Estoy aterrorizado", dice Chang en sus nuevos podcasts. "Cada día me levanto pensando que mi nuevo restaurante será la peor broma de Los Ángeles".

Igual que un cirujano un segundo antes de rebanar los sesos de un paciente en el quirófano.

Igual que un futbolista antes de tirar el penalti decisivo para ganar el Mundial.

Igual que un cazador antes de apretar el gatillo para matar a un animal salvaje.

El miedo al error hace mucho más interesante al cocinero y David Chang nunca ha escondido sus miedos ni sus errores: “He pensado a veces en matar a gente de mi equipo de cocina. Literalmente. Abrir un restaurante es como dar a luz. La neurosis te hace parecer una persona muy loca”. Un parto para dar la bienvenida a un milagro: un nuevo periodismo adictivo para todos aquellos millennials a los que la cocina les importaba un pimiento o para todos aquellos que aman el oficio con un romanticismo a prueba de bombas: "Cuando abres un restaurante es como el periodo de luna de miel. Es curioso que la mejor parte de la apertura de un restaurante sea cuando aún no has ganado ni un dólar”.

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