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Conoce a la doctora silenciada por el lobby de bebidas azucaradas

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Multas, amenazas, violencia y juicios no han detenido la lucha de Esperanza para lograr un impuesto sobre los refrescos en Colombia

R.M.T

21 Noviembre 2017 17:34

A Esperanza Cerón la han seguido mientras conducía por las calles de Bogotá.

Le han gritado “¡Cállate, vieja!” en un gimnasio.

Le han prohibido opinar bajo multa de 250 mil dólares.

¿La razón? Defender el impuesto sobre las bebidas azucaradas.

Impuesto que se incluía en un paquete que tenía el visto bueno del Ministerio de Finanzas y que fue una propuesta de ley que el ministro de salud colombiano, Alejandro Gaviria Uribe, redactó para tasar con un 20% de impuestos los refrescos y las bebidas azucaradas y recaudar 340 millones de dólares para invertir en la mermada sanidad pública colombiana.

Desde Educar Consumidores, la doctora Esperanza Cerón consiguió atraer la atención sobre la tríada azúcar-obesidad-diabetes con un anuncio que agitaba conciencias para hacer campaña a favor de la ley antes de su paso por el congreso. E incluso la fundación Bloomberg Philanthropies quiso financiar la ONG y también de recursos, como expertos en materia de salud y nutrición y personal para dotar de seguridad a sus oficinas.

Sin embargo, la industria de los refrescos azucarados se molestó, especialmente la nacional Postobón, que llevó el caso a la Agencia Colombiana de Protección del Consumidor. Allí, un director que es nombrado por el presidente del país, retiró el anuncio de televisión en tan sólo dos semanas. Fue acusado de “generar confusión” y a sus autores de Educar Consumidores les prohibieron volver a hablar públicamente de los efectos que tienen para la salud los refrescos azucarados.

Sobre su cabeza pendía una multa de 250 mil dólares.

Luego llegaron llamadas de madrugada gritándole que mantuviera su boca callada. Fallos sospechosos en la conexión a internet, los ordenadores y los teléfonos, en los que se terminó por detectar spyware.

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Y resulta que la denunciante, Postobón, forma parte de un importantísimo conglomerado, la Organización Ardila Lülle, que cuenta en sus filas con empresas que explotan la caña y los molinos de azúcar y el medio estatal más grande del país, RCN Televisión, que hizo campaña para socavar la propuesta de la tasa.

Así lo explicaba este reportaje de The New York Times, que recabó datos que confirmaban que solamente en Estados Unidos, la industria se ha gastado por lo menos 107 millones desde 2009 para presionar contra estos impuestos. Y sucede lo mismo en el resto del mundo. En 30 países el lobby ha triunfado y el azúcar sigue fluyendo al mismo precio: Arabia Saudí, Tailandia, Gran Bretaña... En Europa, según este informe imperdible de Corporate Europe, son 21.3 millones de euros anuales según las cifras declaradas y la misma Agencia de Seguridad Alimentaria Europea “ha escuchado demasiado las peticiones de la industria”.

Pero América Latina se baña en azúcar cada día: se ha convertido en el primer consumidor de refrescos del mundo, por encima de Estados Unidos, según la Organización Mundial de la Salud.

Esa tasa, que gravaría con 10 céntimos cada litro, era aporreada por la oposición con el argumento de que perjudicaría a la población más pobre. Pero ni la población pobre ni la población rica necesita consumir refrescos, ni mucho menos habitualmente.

Si se sigue desoyendo el mensaje, seguirán aumentado esos “80 mil colombianos con diabetes por destapar la felicidad”, como decían en La Pulla del periódico El Espectador, que recibió su varapalo por mofarse de los congresistas que iban contra la tasa.

A día de hoy, la tasa se tumbó y, por suerte y aunque tarde, las Cortes Constitucionales levantaron esta suerte de censura a Educar y pidieron a la agencia de los consumidores que se “abstuviera de censurar ningún otro anuncio relacionado con la salud pública en el futuro”.

Sin embargo, parece que todavía hoy, en Colombia, es imposible plantarle cara al lobby del azúcar.

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