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Opinion Pagarás por adelantado lo que tu mala educación no quiso comer Food

Pagarás por adelantado lo que tu mala educación no quiso comer

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Pagarás por adelantado lo que tu mala educación no quiso comer

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El diccionario español está lleno de insultos precisos y preciosos para los sujetos que practican el "no show" en los restaurantes

Primero paga, después come. Dicho así, de buenas a primeras el tema suena gordo. Gordo como el Libro gordo de Petete. Pero aquí no hay ningún pingüino infantil y demasiado cara dura como protagonista.

Primero paga, después come. Dicho así, de buenas a primeras el tema suena gordo. Gordo como el Libro gordo de Petete. Pero aquí no hay ningún pingüino infantil y mucho cara dura como protagonista.

El problema -convertido en problemón- se conoce como “no shows”. Gente que reserva en un restaurante y “si te he visto no me acuerdo”. Nunca más se supo de ellos. Es como el ghosting (sí, otro anglicismo) de las relaciones amorosas, pero en este caso sin celos de por medio. Es la nueva gran pesadilla de cualquier restaurador. Clientes que te eliminan. Clientes que te bloquean. Clientes que dejan de contestar a tus llamadas. Clientes que desaparecen como fantasmas.

Nunca sabrás si tuvieron un accidente de tráfico camino al restaurante, si su tía abuela murió por segunda vez de un segundo infarto o, simplemente, si son mal educados de manual. Mala gente, vaya.

A resumidas cuentas: lo que vendría a ser algo sin importancia para el que reserva, pasa a ser un agujero negro para el restaurante que se queda con una mesa vacía que podría haber dado a clientes naturales a los que ha rechazado cuando aparecen sin reserva.

Con los datos sobre la mesa, lo que parecía un debate exclusivo de la alta cocina, ahora es de dominio público en todo el sector de la restauración. Si hacemos caso al director ejecutivo de la Asociación de Restaurantes de Irlanda, Adrian Cummins, la solución pasa sí o sí por rascarse el bolsillo: cada irlandés que quiera ir a comer a un restaurante tendrá que dejar un depósito no reembolsable de 20 € por reservas de más de cuatro personas. El depósito se deducirá de la factura final, pero si la parte no se presenta, se perderá lo anticipado.

En España, el diario El Correo publicaba esta semana pasada que “llega a los restaurantes de lujo de Bizkaia el pago por no cancelar a tiempo. Ata y Arguinzoniz cobran 100 euros por comensal que no se presenta y Alija 50. Quienes aún no lo aplican, saben que llegará”.

¿Justo? Meh. Cada vez que llamo para anular una reserva , alguien al otro lado del teléfono me da las gracias: “Muchas gracias por la llamada”, me dicen. Y me doy cuenta que algo falla. Si se acabaron las llamadas para anular reservas, si se multiplican los ghosting en la cocina y, consecuentemente, si los “no shows” son un problema "desenfrenado en todo el país”, tal y como aseguran en Irlanda, si se pasa de la excepción a la norma... mucho me temo que el debate va más allá de lo gastronómico.

Me atrevo a decir que incluso sociólogos expertos en el comportamiento humano y grupal se dejarían de teorías para describir con todas sus letras a las personas que practican el no show. Y la palabra no sería precisamente políticamente correcta ni harían falta anglicismos. Que el diccionario español está lleno de insultos precisos y preciosos para estos sujetos.

Nadie debería pagar por nada que no consume. A la vez que nadie debería reservar nada que no utiliza. Qeé facil que parece la solucion y cómo nos complicamos todos la vida.

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