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Opinion La América de Trump: candelabros de oro y Big Macs gratis Food

La América de Trump: candelabros de oro y Big Macs gratis

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The White House
 

La América de Trump: candelabros de oro y Big Macs gratis

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Este fotón de Donald Trump en la Casa Blanca debe analizarse como lo que es: la primera gran obra de arte creada en 2019

No importa si eres afín a republicanos o demócratas. Es irrelevante si simpatizas con Donald Trump o te amarga cada digestión con su boquita de piñón. Menos aún si eres defensor de la comida rápida u odias la comida basura. Absolutamente nada ni nadie puede negar que la foto del festín de Donald Trump es un fotón en mayúsculas que asciende a la categoría de primera obra maestra del arte creada en 2019.

Y lo es por varias razones.

Para empezar, la foto publicada - con un objetivo claro de cortina de humo - por las redes oficiales de la Casa Blanca, no tendría ninguna fuerza sin el cuadro de Abraham Lincoln en el punto de fuga de la imagen. Ese cuadro sujeta el resto de la estampa e hilvana en perfecto equilibro la perspectiva de la composición.

Todas las líneas invisibles entre el cuadro y la mesa se cruzan con la figura de Donald Trump. Antes de llegar al decimosexto presidente de los Estados Unidos, al hombre que abolió la esclavitud y lideró a Estados Unidos durante la Guerra de Secesión con sus 1,93 centímetros de altura, antes de su plena visión, hay que pasar inevitablemente por Trump.

Es decir, el puente entre la alta cultura norteamericana representada por el presidente emblema de la nación y la baja cultura norteamericana representada por el festín de comida basura de McDonald's, Burger King, Wendy's y Domino's Pizza es el encargado de hacer grande a América de nuevo. "Ven conmigo, y verás un mundo de pura imaginación" parece decir con una sonrisa de postín.

Y es precisamente ese hombre el que es captado con una posición corporal muy concreta. Trump es la única persona de carne y hueso de la imagen. Se muestra con las manos abiertas, casi en forma de cruz, ante los manjares de su santa nación mezclados con candelabros de oro. Una figura casi divinizada, pero sin sus apóstoles ni la traición bien cerca.

Alguien puede dudar de esta lectura religiosa, pero nadie mejor que Donald Trump aúna ese collage de sueño americano de corta y pega mezclado con grandilocuencia de nuevo rico. Trump y sólo Trump ejemplifica una cultura americana mayoritaria más allá de sus grandes ciudades que aún sorprende en Europa. Chris Cillizza, analista de la CNN lo borda en su descripción casi quirúrgica:

"Trump se entiende mejor como una extraña amalgama de la alta y baja cultura estadounidense. Es rico, pero dice que se identifica más con los obreros. Es presidente de los Estados Unidos, gracias en gran parte a sus apariciones en un programa de televisión en el que esencialmente hizo el papel de él mismo. Y es un tipo que podía comer siempre en restaurantes con estrellas Michelin pero, en cambio, le gusta más la comida rápida".

Visto el revuelo, Trump ha expresado su versión sobre la particular bienvenida a los campeones universitarios de fútbol americano. Da igual si el cierre parcial del Gobierno sea el más largo de la historia de EE.UU. y que cueste 1.200 millones de dólares por semana a la economía del país. Da igual que afecte a 800 mil empleados que lo único que quieren es volver a su lugar de trabajo y cobrar por lo que saben hacer. Da igual que la cocina de la Casa Blanca no esté al servicio del presidente porque están luchando por sus derechos laborales. Lo que ha calado en demasiados hogares es que el presidente de EE.UU. pagó de su bolsillo las más de 1000 hamburguesas para unos chicos que no querían ensaladas. Un gesto que ha provocado un efecto rebote: las empresas de fast food de EE.UU. vendieron más hamburguesas que nunca después de esta foto que merece ser ya galardonada por la próxima edición de World Press Photo.

El fotón a Trump inicia una nueva era de la comida basura en la que las hamburguesas, las patatas fritas y las pizzas son el último valuarte de la nación. Lo único que nunca fallará a un norteamericano hambriento, o al menos, mientras Donald Trump sea su presidente.

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