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La cruzada de un ciudadano para eliminar las galletas de los hospitales en España

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"Tras más de 30 horas sin comer, lo primero que le dieron a mi padre en el hospital fueron galletas"

R.M.T

27 Junio 2018 14:09

Hace 12 meses, Javier Bravo Sánchez lanzaba una petición en Change.org que ya se acerca al objetivo de las 75 mil firmas: que el Ministerio de Sanidad retire las galletas de los menús hospitalarios.

¿Cómo se dió cuenta de este problema? A su padre, ya fallecido, diagnosticado de cáncer, con anemia y antecedentes de un accidente cerebrovascular reciente, después de 30 horas sin comer, el Hospital Severo Ochoa de Leganés le dio un café con un paquete de galletas para merendar: "No es necesario que uno sea nutricionista para saber que NO es la mejor comida que alguien puede tomar en un hospital."

Más allá de lo poco saludable que supone este alimento, el mensaje que transmite es confuso e induce a error. "Parece que si lo suministra un centro hospitalario puede parecer que su consumo es beneficioso. Nada más lejos de la realidad”, escribía Javier Bravo en su petición.

Y añadía: “Estamos ante un producto con una densidad nutricional baja o casi nula. Un producto que promueve la rápida subida de glucemia en sangre y que induce a la resistencia a la insulina y la leptina, que favorece la pro-oxidación de las proteínas y que tiene un exceso de sal".

Cuando fue a atención al paciente, contó para Ser Consumidor “me dieron a entender que prima más el factor económico que el factor salud”.

Y no es un caso aislado. Probablemente, tú también conozcas a alguien que haya comida así de mal en un hospital. Es el caso de una compañera de trabajo, que me cuenta su mala experiencia en el Hospital de Barcelona:

"Fui a urgencias porque me dolía mucho la tripa. Resultó que tenía una inflamación del intestino delgado. Me ingresaron aquella noche y me dijeron que no me podían dar de comer absolutamente nada. Yo tenía hambre y pedí que por lo menos me dieran algo, aunque fuera una manzanilla. La respuesta fue negativa y me explicaron que no estaba en condiciones de comer, así que solamente me pusieron suero".

"Pero al día siguiente aparecieron con la bandeja del desayuno. ¡Con el hambre que tenía me pareció un milagro! Cuando vi lo que había para desayunar, pensé que seguramente no me iriía bien nada de lo que había, pero tenía tanta hambre y ya tan poco dolor que me lo comí todo. El menú era: leche entera con café soluble, tostadas con mantequilla y mermelada de melocotón y queso".

"Al darme el alta una hora y media después, me dieron medicación y también que tenía que seguir una dieta súper estricta durante por lo menos dos semanas. Me prohibían muchas cosas, entre ellas ¡lácteos, azúcar y café! ¡Y era lo que me acababan de dar para desayunar!"

¿Tan difícil es cambiar estos ultraprocesados por fruta, tal y como propone Bravo? Lo cierto es que hay muchos factores en juego.

Por un lado, está el hecho de que la comida en los hospitales la gestionan empresas privadas de catéring, como Mediterránea de Cátering, una de las que acumulan más concesiones y que ha sido objeto de polémica varias veces, por ejemplo, cuando a finales del año pasado en el Complejo Hospitalario de Navarra se encontraron deficiencias en algunos equipos de las cocinas. O cuando a principios de año ocurrió algo similar en el Complejo Hospitalario de Jaén, cuando durante las fiestas navideñas se entregaron partidas de pollo “babosas y amarillentas”, según informó el sindicato Comisiones Obreras.

Y, por el otro, está el hecho de que ítems como la bollería o los postres dulces sean productos bien recibidos por la sociedad española, que no le extraña comerse unas natillas cargadas de azúcar en la cama del hospital.

El nutricionista Carlos Ríos lo decía de manera contundente: “En los hospitales no se promociona la salud”. Ríos, creador de la campaña a favor de la comida real que ha sabido despertar muchas conciencias, recibe periódicamente ejemplos de menús de hospital que le mandan sus seguidores por Instagram. Son realmente desoladores:

Carlos Ríos

También la cuenta HospEATal hace lo propio y recoge los menús más tristes de los hospitales españoles:


“Los hospitales no son bares, son centros sanitarios y tienen una mayor responsabilidad. Cualquier alimento que se venda (o regale) dentro del hospital se le otorga un “halo” de salud, es decir, a ojos de la población se disminuye la percepción del riesgo, porque… ¿cómo van a vender comida insana en un sitio donde cuidan tu salud?”, afirmaba Ríos.

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