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Para ser el ganador de Masterchef Junior hay que aprender a matar

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Hay algo más perverso que obligar a un niño a sacrificar un animal en televisión

Marc Casanovas

03 Enero 2018 06:00

Vuelvo a visionar el Masterchef Junior de la discordia después de la tormenta de críticas que despertó la última emisión. El segundo programa de la quinta temporada de este exitoso formato televisivo unía dos temas peliagudos: niños y maltrato animal.

En pleno horario prime time, con los regalos del árbol de Navidad recién abiertos, Masterchef Junior apostó fuerte y decidió que la mejor idea para celebrar estos días era cocinar platos inspirados en otras épocas históricas despellejando conejo, desplumando codorniz y decapitando una anguila viva.

Algo normal en una cocina de un restaurante. Algo desconcertante para la mente de un niño de 10 años.

Los creadores del programa, conscientes del efecto que produciría en la audiencia, decidieron no esconder la muerte de un animal a los ojos de los niños ni de los espectadores.

“La divertida batalla de Juan Antonio contra la anguila” es el inocente título que Televisión Española le ha dado a la pieza para rememorar el momento. Y de divertida tenía más bien poco. Todo empieza con un grito descomunal. Es la manera que tiene Juan Antonio de expresar el horror al ser consciente de que para seguir cocinando tendrá que matar a un animal que se agarra a la vida sin despegarse de un tomate.

“Se ha movido. Que la mate alguien. Yo no la mato”, dice el niño a pleno pulmón. El jurado del concurso intenta sacar hierro al asunto: “Aquí tenemos producto fresco. Se tiene que mover", suelta el chef Jordi Cruz. "Ponlo encima de la tabla y lo cortas como un chef. No pasa nada”, insiste Samantha Vallejo-Nájera. La reacción del niño es mágica: “Yo creo que en la pescadería te la dan muerta, ¿no?”.

La escena acaba como un rito de iniciación: un hombre pone la mano sobre la del niño para que corte la cabeza del animal marino. Un sacrificio en toda regla que recuerda a la prueba definitiva para demostrar que ya no eres una criatura. Esa idea tan atávica de matar al animal salvaje para demostrar el paso de niño a hombre (y a buen chef).

A partir de aquí podemos discutir sobre el bien y el mal, si los padres tendrían que pensarlo dos veces antes de dejar participar a sus hijos, si hay que ocultar la muerte a los ojos de un menor, si es la mejor o la peor receta para un programa infantil o si el problema es el propio formato televisivo y la idea equivocadísima que proyectan del oficio de cocinero a los niños.

Pero lo que nos tendría que interesar es otra cosa bien distinta. Un simple ejercicio que deja a Masterchef Junior en evidencia es compararlo con un taller de cocina infantil convencional donde casi lo primero que enseñan es a no copiar a los mayores. Me preocupa muchísimo observar que lo que pasa en un taller de cocina infantil de la vida real no se asemeja en nada a lo que hacen en Masterchef Junior.

Y que quede claro: uno de los dos piensa sólo en las audiencias y el otro sólo en los niños.

Es un buen momento para hacerse esta pregunta: ¿Qué pasaría si el niño se hubiera negado a cortar la anguila en mil pedazos? Es decir, me imagino al pequeño negándose a matar entre lloros. En este hipotético caso, ¿debería el programa expulsar al niño por no sacrificar a la anguila? Si para ganar Masterchef Junior hay que aprender a matar a un animal prefiero no ver niños jugando a ser chef en la tele.

Hay algo mucho peor que obligar a un niño a matar a un animal. Es hacerle creer que si no lo hace quedará eliminado del concurso de una televisión pública.

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