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Así es el pueblo sin gimnasios, pero con cuerpos de hierro

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La lección magistral para estar en plena forma: "Trabaja poco, come si el cuerpo lo pide y sube (si puedes) a la palmera más alta 5 veces al día"

Meritxell Martorell

07 Junio 2017 12:42

En la isla de Lombok, Indonesia, no hay ni un solo gimnasio. Y si exisitera, estaría vacío sin un solo abonado. Afortunadamente, los habitantes autóctonos no han escuchado la palabra crossfit o body pump en su vida. Y lógicamente tampoco se preocupan por las calorías. Aún asi, la mayoria de los hombres Sasak, grupo étnico mayoritario de Lombok, luce unos cuerpos sorprendentemente atléticos y fibrados.

Y hay una razón que lo explica todo.

Aziz es un joven Sasak que me invitó a pasar unos días conociendo las peculiaridades de su pueblo, una diminuta aldea de unos 20 habitantes a orillas de la playa de Areguling, en la carretera de Mawun. Machete en mano trepó 15 metros para ofrecerme la bebida de bienvenida, un coco recién cortado. “Este es el alimento más saludable que hay. Los mejores cocos suelen tener de 5 a 7 meses y el que estás bebiendo debe tener unos 6”, asegura.


Lo más beneficioso de esta bebida es ir a buscarla por tí mismo.



Además de ser extremadamente refrescante y calmar la sed, los beneficios de tomar agua de coco son abundantes: contiene potasio, magnesio, sodio, calcio y fósforo. “Lo más beneficioso de esta bebida es ir a buscarla por tí mismo”, dice Aziz con la mirada perdida buscando en las alturas su sigueinte objetivo.

Cada día puede trepar tranquilamente 5 palmeras distintas para cortar los mejores cocos para toda su familia. “Es siempre el hombre quien hace esta tarea, debes estar en buena condición física para subir tan alto” reconoce orgulloso de su cuerpo, consecuencia de una vida nada sedentaria.


Es el alimento más saludable que hay. Los mejores cocos suelen tener de 5 a 7 meses.



Mientras en Occidente pagamos un gimnasio para compensar nuestras horas sentados delante de un ordenador y conseguir lo que nos han vendido como “cuerpo perfecto”, los sasak presumen de “sixpack” sin haber hecho jamás un solo abdominal o flexión.

Efectivamente, el trabajo de la comunidad sasak es muy fisico, la mayoría de los habitantes vive de la agricultura, muchas mujeres trabajan en los campos de arroz, mientras los hombres se mueven a ritmo de pico y pala labrando la tierra. Debido a las altas temperaturas, suelen trabajar un máximo de tres o cuatro horas al día. Eso es suficiente para vivir tranquilos. “Comemos, nuestros hijos van a la escuela y alguna vez nos permitimos caprichos como este”, chulea mientras me enseña su nueva labradora.

El resto del día lo pasan conversando con sus familiares y vecinos, frente al mar, alejados de cualquier estímulo tecnológico. No saben qué es tendencia o moda, desconocen qué es un emoticono y jamás han escuchado la palabra estrés.

La dieta sasak es simple pero nutritiva, comen 3 veces al día, y, aunque las cantidades son pequeñas, me acostumbro rápidamente. Lo que más me cuesta es tomar el café antes de comer. Le explico que en mi país lo tomamos después y no hay manera de que lo entiendan. Para ellos el café, al ser también un inhibidor del apetito, se toma antes de cada plato, para empezar a acostumbrar al estómago y no comer con tanta ansiedad. Lo mismo ocurre con las bananas y las papayas, frutas que toman entre horas o antes de comer.


Para ellos el café, al ser también un inhibidor del apetito, se toma antes de cada plato.



El arroz es siempre el alimento básico, que acompañan a veces con pescado y otras con carne o verduras. A veces lo comen sólo con cacahuetes hervidos. “El arroz nos da energía para trabajar y para escalar los árboles, lo incluimos en todas las comidas, también en el desayuno”, dice Aziz con la mano izquierda llena de este cereal. Y, aunque muchas veces nos empeñamos en creer que el arroz es sinónimo de engordar y lo hayamos en cierto modo demonizado, este alimento es rico en fibra, bajo en sodio, con antioxidantes naturales y propiedades diuréticas y antiinflamatorias.


El arroz nos da energía para trabajar y para escalar los árboles, lo incluimos en todas las comidas.



Y, ciertamente, en estas semanas que llevo viviendo con la comunidad sasak me siento ligera y llena de fuerzas. ¿Será el arroz, el café antes de comer, los cacahuetes hervidos o bien el agua de coco?  Tal vez el picante tenga también algo que ver. Como en la mayoría de países asiáticos, las comidas son picantes, mucho. El chile rojo tiene muchas vitaminas, ayuda a la prevención del dolor y hay varios estudios que incluso demuestran que la capsiacina, responsable de la sensación de ardor que produce el alimento, puede ayudar a la eliminación de varias células cancerígenas. Quizás por eso mastican chile a todas horas.

La comunidad Sasak desconoce el significado de alimentos alcalinos y no está ni siquiera  familiarizada con la palabra cáncer, siguen la dieta tradicional con los pocos recursos que tienen y aún así, según datos recogidos en 2016 por la Organización Mundial de la Salud, el ratio de incidencia por cáncer en Indonesia es mucho menor (133’5 casos por cada 100.000 habitantes) que en España (249 incidencias por cada 100.000 habitantes).

Cuesta volver a Europa. He pasado más de 20 días alejada del ajetreo occidental y, una vez en el aeropuerto me veo rodeada de estímulos publicitarios, gente enganchada al móvil y establecimientos de comida rápida. “Preferiría un arroz con cacahuetes y un coco fresco. ¿Será que a veces menos es más?” , pienso mientras recuerdo a Aziz y a su familia.

Gente sin recursos pero con sonrisas, personas sin nutricionistas pero con salud, pueblos sin gimnasios pero con músculos. Es la lección magistral para estar en plena forma: "Trabaja poco, come si el cuerpo lo pide y sube (si puedes) a la palmera más alta 5 veces al día".


¿Será que a veces menos es más?






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