Fue a una clase gratuita de electrofitness y ahora está con morfina para el dolor

Fue a una clase gratis y casi le cuesta la vida. Una argentina de 23 años ha quedado inmovilizada en su cama después de probar una clase de electrofitness, disciplina que consiste en completar una serie de ejercicios enfundada en un traje con electrodos.

Sus amigos y familiares contaron el caso en las redes sociales y alertaron sobre las consecuencias de iniciarse en una disciplina que, según el diario La Nación, se ha convertido en una moda entre los jóvenes argentinos.

Siguiendo esta tendencia, Victoria Gómez participó en el sorteo de una clase de electrofitness en un gimnasio de San Juan. Puesto que ganó el bono, la joven argentina no perdió la oportunidad de enfundarse en el mencionado traje que se sirve de una serie de electrodos para ejercitar todos los músculos a la vez.

Victoria estaba acostumbrada a las rutinas de gimnasio, pero la sesión de electroestimulación de 20 minutos –con intensidad progresiva– fue demasiada carga para ella, pues según los expertos ese tiempo equivale a unas tres horas de ejercicio físico intenso.

Al día siguiente del esfuerzo, sentía –siempre según el relato de sus familiares– muchos dolores musculares indudablemente asociados a la electroestimulación. Dos días después su orina había adquirido un tono marrón oscuro. Tres días después los dolores eran tan intensos que “quedó paralizada en la cama”. Cuatro días la llevaron al médico.

Los profesionales le diagnosticaron rabdomiolisis, una enfermedad que desintegra las fibras de los músculos esqueléticos y suele desarrollarse a causa del sobreentrenamiento. Además, más grave aún, la rabdomiolisis afecta a los riñones.

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Victoria está ahora en “terapia intensiva con aplicaciones de morfina para mitigar el dolor” y, según los médicos, si no se recuperar en las próximas horas es posible que tenga que practicarse diálisis durante el resto de su vida.

Por su parte, la familia responsabiliza a los instructores de la rutina electroestimuladora –no ha trascendido si emprenderán acciones legales– y una amiga refuerza esa tesis con la siguiente evidencia: durante la sesión Victoria pidió al instructor que bajara la intensidad porque le dolía, a lo que el profesor habría contestado: "No, no, ¡nada de parar! ¡Seguí! Te tiene que doler".