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Artículo El fenómeno de "Virgil Abloh" para Ikea: una muestra más de frustración millennial Life

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El fenómeno de "Virgil Abloh" para Ikea: una muestra más de frustración millennial

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Su relación emocional con los productos es tan efímera como el tiempo que tardan en revenderlos

Gemma Cuadrado

06 Noviembre 2019 18:39

10am, Hospitalet de Llobregat (Barcelona). La plancha de las albóndigas de Ikea está impoluta. Los trabajadores todavía están abrochándose el último botón de la camisa. Uno de ellos se dirige a la puerta principal y da un vistazo rápido. Una cola de más de 300 metros rodea casi toda la tienda. Menuda locura, piensa. Los primeros han pasado la noche a la intemperie, al resto les esperan más de tres horas hasta lograr entrar en la tienda. Carrerillas, empujones y codazos: la colección de Virgil Abloh para Ikea ha llegado y, con él, el hype se ha colado en el mundo del diseño.

El lanzamiento de la colección ha sido paulatino en diferentes ciudades del mundo. Este lunes le tocó a España, aunque la exaltación ha sido similar en todas partes. El fundador de la marca de streetwear Off-White, director creativo de la línea masculina de Louis Vuitton e íntimo amigo de Kanye West, es el responsable de este fenómeno. Parece que “colaboración” es la palabra mágica de nuestro tiempo. Pero esta vez la ironía propia de esta nueva hornada de diseñadores (responsables de cargarse la idea tradicional de lujo) ha llegado de la mano del gigante sueco de muebles asequibles. De modo que las líneas entre diseño, arte o puro marketing parecen más desdibujadas que nunca.

La colección Markerad para Ikea nació de la ambición de Abloh de convertir objetos cotidianos en piezas de arte, y al revés. Para ello, el diseñador analizó la forma en la que consume toda una generación. “Los millennials lo miran todo como si no hubiera existido nada antes”, dice. Esta es la única forma de entender las eternas colas que se han formado en todo el mundo para conseguir una versión de la bolsa de Ikea, una silla básica de diseño amish, una Gioconda con conexión USB o una caja de herramientas.

Pero más allá del diseño, el sello de Abloh está cargado de deconstrucciones y dobles sentidos. Sus famosas comillas han inundado muchas de las piezas en un constante pulso a los convencionalismos. Incluso el logo de Ikea se ha convertido en “Ikea” en algunas de sus tiendas, en una especie de premonición postcapitalista. La bolsa podría ser una escultura, la alfombra ironiza sobre un pedazo de hierba sintética y el reloj marca un tiempo pasajero. O puede que todo lo contrario, porque al final lo que buscan todas estas piezas es entablar una conversación.

Si ya nada es lo que parece, ¿qué es lo que buscaba realmente esta cola infinita de millennials: estética, sarcasmo o exclusividad? Abloh dice que productos funcionales con los que identificarse, pero las piezas revalorizadas en Wallapop nada más salir de la tienda indican otra cosa. La relación emocional de los hypebeasts con los productos es tan efímera como el tiempo que tardan en revenderlos por el triple de su precio real.

@ikeatoday 11 1 19

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A las 20pm parecía que el Ikea del Hospitalet (y los de la mayoría de ciudades del mundo) había sufrido un saqueo. Lo productos más icónicos estaban completamente sold out. Solo unas horas antes, la gente se llevaba la versión retroiluminada de la Gioconda de tres en tres. Las pocas bolsas “Sculpture” que quedaban estaban tiradas por el suelo y las caras de los presentes eran de profundo agotamiento. Una vez pasada la excitación del momento, la imagen que quedó era cada vez menos cool y más postapocalíptica.

Si algo caracteriza la intrínseca frustración millennial es la irracional búsqueda de aquello que no se puede tener. Ser único no es tarea fácil. Solo unos pocos privilegiados pudieron conseguir las piezas de la colección de Abloh, y tuvieron que luchar por ellas. Pero poco les importaba el precio, la calidad o el diseño. Lo que querían era formar parte de una pseudoélite que, paradójicamente, intenta sentirse especial dentro de un universo de consumismo mainstream.

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