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Lo que Maluma podría esconder en el vídeo de ‘Marinero’

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¿Y si el vídeo más visto del momento en YouTube estuviera inspirado en estos oscuros versos?

Luna Miguel

08 Mayo 2018 18:56

Decía el aventurero Morten A. Strøksnes en El libro del mar que hay algo en la forma del agua que le atraía y le inquietaba desde siempre. Que si el mar es poderoso es porque nos interpela, porque nos empuja, porque su belleza es infinita y es atroz al mismo tiempo. Pensaba igual Rafael Alberti, autor de Marinero en tierra, ese canto a la sal y a la pasión que la ola atrae. Ese grito para reivindicar la parte del mundo que es honda y que nos empapa. Escribió el gaditano:

“Padre, ¿por qué me trajiste

acá? Gimiendo por ver el mar,

un marinerito en tierra

iza al aire este lamento”

Alberti homenajea la espuma, y sabe que la añora porque es parte de sí. Porque sin mar o sin horizonte, ¿cómo orientarse? ¿Cómo saberse vivo? ¿Cómo escribir?

Hay otros versos que también se hacen estas preguntas.

Me refiero a estos de Arthur Rimbaud:

“Desde entonces me baño inmerso en el Poema / del Mar, infusión de astros y vía lactescente, / sorbiendo el cielo verde, por donde flota a veces, / pecio arrobado y pálido, un muerto pensativo”.

O también a estos de Reinaldo Arenas:

“Ya no tenemos el mar / pero tenemos voz para inventarlo”.

O incluso a esta frase mítica y demoledora de Ernest Hemingway en El viejo y el mar:

“El mar es dulce y hermoso, pero puede ser cruel”.

¿O qué decir de la inquietante y violenta visión de Langston Hughes, cuando asegura que hay un “mar iracundo / bajo mis pies: / así te extingues, lumbre del alma”?

Resulta curiosa esta manera tan masculina de mecerse. Esta convicción que une a hombres distintos. A piratas de océanos dispares. Es una tradición demasiado antigua la de lamentarse con salitre. Un dolor cuyo árbol genealógico tiene raíces en las corales. ¿A qué tanto dolor? ¿Por qué culpar al mar del desamor o de las guerras?

De esta costumbre ancestral podríamos pensar que también ha bebido el último de los poetas. El hombre que a cada estrofa encuentra un acertijo. El hombre cuyos cantares mueven al mundo y que ha entregado en Marinero un trozo de asombro.

Muchos se preguntan a quién evoca el poeta cuando declama estas líneas:

“Mientras me dabas tu corazón

Yo era un marinero buscando amor

Iba por cada puerto como si nada

Entre más olas, más naufragaba”

Y atendiendo a lo que escribió Kavafis sobre el marino Ulises —“Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia, / entenderás ya qué significan las Ítacas”— nos atrevemos a decir que lo que Maluma busca desesperadamente no es un amor utópico, sino tal vez el imposible desafío de encontrarse a uno mismo —pequeño, humilde, humano— entre lo más azul del universo.

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