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5 curiosidades para acabar con el mito de la poesía “oscura y difícil”

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Imagen: Dev Benjamin
 

'Todo lo que hay que saber sobre poesía', de Elena Medel, es una historia de la poesía para dummies que ataca un prejuicio muy extendido: que la poesía es una disciplina oscura y compleja

Eudald Espluga

05 Marzo 2018 20:40

La "dificultad" de la poesía es una de esas etiquetas cómodas que nos interesa conservar. Por un lado, nos libera de hacer un esfuerzo para comprender y adaptarnos al género; por el otro, dota con un aura de excepcionalidad a aquellos que sí deciden adentrarse en sus aguas. Sin embargo, este prejuicio acaba por condenar la poesía al desconocimiento: la asociamos con ciertas composiciones oscuras e ininteligibles dirigidas a académicos, y no a cualquier otro tipo de lector.

Todo lo que hay que saber sobre poesía, de Elena Medel, es una historia de la poesía para dummies que ataca este prejuicio. El tono divulgativo del ensayo (capítulos cortos, grandes destacados, síntesis de las ideas principales) combina perfectamente con su precisión académica y una absoluta vocación de exhaustividad.

El libro sirve de martillo para acabar con los prejuicios, sí, pero también como invitación seductora a penetrar en el mundo de la poesía. Medel va colando pequeñas cápsulas de información que van más allá de las indicaciones de carácter general y se detiene en anécdotas y curiosidades que atañen tanto a la propia disciplina como a sus principales representantes.

Os dejamos con algunos de estos datos:

1. La poesía nació antes que la escritura.

Asociamos la poesía con el virtuosismo formal y la materialidad del texto, pero lo cierto es que el primer texto poético del que tenemos noticia, aunque lo conservamos gracias a la escritura cuneiforme, debe su origen a la oralidad. Se trata de el Poema de Gilgamesh, la historia sobre un rey sumerio de dudosa existencia. La leyenda, que pasó de generación en generación, no estaba dotada del carácter lírico que podríamos suponer a esta obra fundacional."El primer poema de la historia no se trata de una composición breve y rotunda acerca de las preocupaciones del ser humano, ni de un llanto de ritmo potentísimo por todo lo que hemos perdido. Nada de eso: o una epopeya formada por cientos de versos con voluntad narrativa, protagonizados por un superhéroe que lucha contra animales sobrenaturales y nada hasta las profundidades marinas para lograr su objetivo".

2. Las otras palabras del haiku.

A día de hoy, el haiku es probablemente una de las estructuras más reconocibles, una estrofa que sólo por su peculiar construcción nos evoca una tradición creativa y una perspectiva cultural. Su forma no obedece a las sílabas, sino a los onjis o moras, "las unidades que miden la duración de una sílaba —sus segmentos fonlógicos, para los amantes de la lingüística—, de ahí que en algunas lenguas se identifiquen con la misma sílaba". Sin embargo, y a pesar de su enorme éxito, desconocemos el vocabulario que arropa el haiku: si onji es la unidad de medida, haijin (haijine en femenino) es el nombre que recibe el escritor de haikus; haiga es la pintura que muchas veces acompaña al poema; kigo designa la estación del año a la que se refiere el poema; kire es la pausa que divide el haiku en dos (equivalente a nuestra cesura); y, por último, haimi y haragei, que se refieren al "alma" del haiku y a la comunicación mediante el silencio.

3. ¿Qué es una greguería?

También el aforismo tiene lugar dentro de la historia de la poesía. Especialmente uno de sus subgéneros, ligado a un autor español: la greguería de Ramón Gómez de la Serna. La propia definición (matemática) de este arte aforístico es un ejemplo de gregería: "humorismo + metáfora = greguería". Como explica Medel en el libro, "en la greguería el aforismo busca la sorpresa y la encuentra con diversos mecanismos: acercando conceptos que no tienen nada que ver; invirtiendo una relación que esperamos, para lograr lo que no esperamos; vinculado dos imágenes que a priori carecen de algo en común... Con esos mimbres, Gómez de la Serna logra greguerías como esta: 'la cabeza es la pecera de las ideas'."

4. ¿Poeta o poetisa?

Aunque se trata de un debate no resuelto, lo que está claro es que el concepto de poetisa se ha utilizado tradicionalmente para ligar la poesía de las mujeres a una forma de "escritura femenina". De hecho, "escritores como Miguel de Unamuno evidenciaron a los poetas remilgados tachándoles de 'poetisos'; un sustantivo insultante a su juicio, puesto que equiparaba sus obras a las de las mujeres". Sin embargo, como destaca Medel, también hay corrientes que han decidido apropiarse del concepto de "poetisa" y hacer bandera de él para reivindicar su discriminación histórica.

5. Sí, hubo mujeres beat.

En 2015 Annalisa Marí reunió en Beat Attitude a las poetas más destacadas de la generación beat: unas autoras cuya obra fue absolutamente oscurecida por los grandes nombres de Allen Ginsberg, Jack Kerouac O William S. Burroughs. Pero las mujeres beat también existieron: Elise Cowen, Hettie Jones, Lenore Kandel, Mary Norbert Körte o Denise Levertov son algunos de los nombres más importantes. Ellas "publicaron en las mismas editoriales, participaron en las mismas lecturas y festivales y —sobre todo— compartieron rasgos con Ginsberg y compañía". Sin embargo, la historia no les ha reservado el mismo lugar. Y ya sabemos que la razones de este sesgo no se deben precisamente a los méritos literarios de unas y otras.

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