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Contra el apocalipsis: verdades y mentiras sobre la situación del sector editorial catalán

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Hablamos algunos de los principales actores del entorno editorial para descubrir si es cierto que el proceso político independentista está afectando gravemente a su ecosistema

Eudald Espluga

25 Octubre 2017 17:58

Para entender la situación del mundo editorial catalán, tendríamos que empezar hablando de aliens. Del cielo llenándose de naves espaciales y de extraterrestres disparando contra la población mientras repiten "no corráis, somos vuestros amigos".

Esta escena perteneciente a Mars Attack es, de hecho, la que el ensayista Josep-Anton Fernàndez utiliza en su libro, El malestar en el cultura catalana, para explica los procesos de dominación simbólica y el papel que en ellos juega la ideología: "mientras nuestros 'amigos' nos dicen que no huyamos, nuestros intereses queda seriamente perjudicados en medio de un escenario francamente horripilante".

El problema, como casi siempre, es distinguir quiénes son nuestros verdaderos aliados y quiénes los "amigos" que nos disparan. Si hacemos caso a ciertas informaciones, parecería que la aniquilación de nuestro ecosistema editorial no es solo una metáfora exagerada. El proceso independentista habría causado un profundo daño, sumiendo el mercado en la incertidumbre, empujando a los grandes grupos editoriales a trasladar su sede social a otros punto del Estado y también paralizando el consumo de libros. De este modo, Barcelona estaría perdiendo su cualidad de capital cultural. 

Sin embargo, ¿qué hay de cierto en estos presagios? ¿Es verdad que las librerías se han vaciado? ¿La intervención de las instituciones públicas catalanas ha inmovilizado el sector, ha condenando su crecimiento?  ¿Y quiénes son los marcianos? ¿Los que han iniciado un viaje hacia "el espacio exterior", como dijo García-Margallo, o los que han bloqueado las cuentas y azuzado a las empresas para tensionar la población?

Para tratar de contestar a estas cuestiones, hemos hablado con quienes lo viven en su día a día: desde los escritores hasta las librerías, pasando por los agentes literarios, las editoriales, el gremio de librerías y las asociaciones de editoriales.


1.

Las gente no va a las librerías...

"Las librerías catalanas pasan por un mal momento: propongo que hoy de 19 a 20 todo el mundo vaya a comprar libros."

Con estas palabras, el día 20 de octubre el escritor Jorge Carrión lanzaba una campaña en Twitter para combatir la bajada de ventas que el mundo del libro estaría sufriendo. "Ha caído un 30% la compra de libros por la situación" aclaraba en otro tuit, sin explicitar la fuente de la que extraía los datos.



El autor de Librerías hacía explícita la correlación entre las turbulencias políticas y la crisis de consumo cultural. Una correlación señalada también desde el Gremi de llibreters, que el mismo día 20 lanzaba una campaña en las redes sociales, bajo el hashtag #MésQueMaiCultura, anunciada con las siguientes palabras:

"vivimos días con poco margen para la distensión y, por lo tanto, con consecuencias sobre el consumo cultural, cosa que ha hecho que diversos sectores culturales pensásemos en compartir algún tipo de acción de estímulo."

(Una de las imágenes de la campaña)

Como señala a PlayGround la librera Marina Porras, que fue una de las primeras en reaccionar a la campaña, "el gremio de libreros envió un correo a las librerías a mediados de octubre para pedir datos sobre las ventas y mostrando preocupación".

Así lo confirma Marià Martín, secretario técnico del Gremi de llibreters, explicando que ante la alarma que se estaba viviendo en el sector cultural, especialmente en el ámbito de las artes escénicas, se decidieron a avanzar datos.

"Hemos cogido los 15 primeros días de octubre, para ver qué pasaba". Concretamente, querían comprobar si se confirmaba la mala tendencia del último trimestre analizado (de julio a setiembre), en el que se había producido, por primera vez en los últimos tres años, una desaceleración del crecimiento. "No crecemos al ritmo que crecíamos a principios de año o el año pasado, pero continúan siendo positivos", aclara el secretario, explicitando, por otro lado, que "la desaceleración ya se notó antes de vacaciones, antes del atentado yihadista y antes de la incertidumbre producida a partir del 1 de octubre".

Tras analizar excepcionalmente los datos de las dos primeras semanas de octubre, Martín señala que "esta tendencia de desaceleración se confirma, aunque sigue habiendo crecimiento", y añade algunas informaciones interesantes. Por un lado, el hecho que el crecimiento se sostiene gracias a la venta de libro infantil y juvenil —sin contar las ventas de libros escolares y universitarios, un "mercado captivo" que adultera las cifras del trimestre—, mientras que es en los libros de ficción donde se registra la peor caída. Por el otro lado, un elemento que parece contradecir tanto la lectura política de la desaceleración como el vaciamiento de las librerías: la bajada en la facturación se debe a que la gente está comprando libros más baratos, mientras que "el número de venta de ejemplares sigue como si no hubiera pasado nada".

(Maria Porras, librera de L'Ombra, en Rubí)

Preguntado por la campaña, y el posible alarmismo que haya generado, Martín destaca que se trata de una acción conjunta del mundo cultural de la ciudad. "Otros actores han sufrido mucho más", apunta. Y aunque confirma que "es un señal de alarma, y la incertidumbre política continua, ya que el 155 parece que se va a aplicar y esto supone el bloqueo absoluto de presupuestos y de decisiones", desde el Gremi quieren dejar muy claro que la preocupación que expresa la campaña no debe verse como algo excepcional: para ellos defender las librerías como un espacio crítico, donde crear conciencia, es un trabajo diario.

Marina Porras, por el contrario, sí cree que se trata de "una campaña alarmista y que crea un ambiente de miedo que no beneficia a nadie". En la librería L'Ombra (Rubí), "de ninguna manera podemos decir que hayamos notado una bajada sustancial. Si las ventas se diferencian del año pasado es en un margen pequeño". Interpretarlo como una bajada causada exclusivamente por la inestabilidad lo considera una manipulación interesada del tema. Analizando apenas quince días, Porras considera que "el margen para hacer teorías es muy escaso". No solo se estaría profetizando el caos, sino que considera "muy hipócrita basar tu discurso de gremio en discursos en favor de la libertad y del compromiso y, luego, cuando la cosa se pone políticamente seria, preocuparse y empezar a hacer campañas en apoyo del propio gremio como si estuviésemos en un momento crítico".

Aunque se han sumado a la campaña del Gremi, desde la Llibreria Calders (Barcelona), también han querido relativizar la situación. "Afecta, pero la gente no deja de venir: lo deja para el día después", nos cuenta la librera y escritora Isabel Sucunza, que desdramatiza la bajada apuntando que si estas primeras semanas de octubre han notado un descenso en la facturación se debe a dos situaciones muy concretas:  "el día de huelga, que implica cerrar un día entero y te deja sin caja" y el hecho que "se han suspendido presentaciones, que las presentaciones siempre son un plus importante de caja."



En la cuenta de Twitter de la librería, con el irónico hashtag #LaGentHaDeixatDAnarALesLlibreries ("la gente ha dejado de ir a las librerías"), ya avanzaban que, impulsados o no por la campaña, la gente había llenado la tienda. "Este último fin de semana ha sido espectacular", dice Sucunza, "tanto el sábado como el domingo hicimos caja como si hubiera habido una presentación grande".


2.

...y las presentaciones de libros se suspenden


Para el tejido editorial, el trabajo de acompañamiento del libro es sumamente importante. Por ello, la suspensión de presentaciones ha sido uno de los símbolos más visibles de la tensión política que ha vivido Catalunya estas últimas semanas. 

Aunque solo hubo un día de huelga oficial, muchos actos culturales no se han podido llevar a cabo porque coincidían con grandes manifestaciones o actos de protesta. Sin ir más lejos, el sábado por la tarde se suspendían algunas la actividades del Festival Nacional de Poesia de Sant Cugat, organizado por la Institució de les Lletres Catalanes (ILC), debido a la manifestación convocada en Barcelona para reclamar la liberación de Jordi Sànchez y Jordi Cuixart.

LEER MÁS: 1-O, ¿cómo hemos llegado hasta aquí?

Sin embargo, si algunos libreros alertan sobre los riesgos del alarmismo, es porque se puede estar sobredimensionando la tensión que se vive en las calles, hasta el punto que se convierta en una profecía autocumplida, como parece que ha pasado en el caso de Mircea Cartarescu.

El escritor rumano tenía que presentar Solenoide, una monumental novela que se ha podido publicar en catalán y en castellano gracias a la colaboración de Impedimenta y Periscopi. Cartarescu ha considerado que la situación "no es la más adecuada para convocar a sus lectores" y ha pospuesto la presentación que iba a realizar en la Llibreria Calders. Un caso especialmente relevante porque el autor sí ha considerado conveniente participar en actos en Granada y en Madrid.

¿Hasta qué punto la escenificación pública de Catalunya como un campo de batalla ha condicionado la decisión del escritor rumano?

"Hay un desfase entre la información que se pueda tener de fuera y la que se pueda tener aquí", afirma Laura Borràs, directora del ILC. "Por eso, cuando sale una noticia diciendo que la gente ha dejado de ir a las librerías hace daño, porque es un alarmismo innecesario generado por un titular".

Esta idea parece confirmarla Isabel Sucunza, cuando contrasta la decisión de Cartarescu con la de Júlia Bertran. La periodista y escritora presentará el próximo jueves M'estimes i em times, sabiendo perfectamente que ese día está convocado un importante pleno en el Parlament de Catalunya. "Ella tiene la información de pie de calle y no la quiere suspender por nada del mundo".



Hay otros casos interesantes, como el de la bilbaína Aixa de la Cruz, que el pasado 6 de octubre canceló la presentación de su nueva novela, La línia del frente, señalando que si quería estar en Barcelona no era para hablar de sus libro. Lo anunciaba dos días después de las cargas policiales que se vivieron en toda Catalunya durante la celebración del referéndum.

Preguntada por PlayGround, la novelista confirma que la decisión fue suya, y que la editorial estuvo de acuerdo: "El 1-O me tocó de promoción en Madrid y me temo que presté más atención al móvil que a los periodistas que me recibían".

"Seguí con mucha tristeza las imágenes de la represión policial. Era imposible que no me recordaran a la Euskadi en la que crecí. Pensaba que los abusos de poder que se legitiman por las dinámicas de acción-reacción y que siempre acaban afectando a la población civil eran cosa del pasado. La presentación de Barcelona estaba planteada para el día 6, se especulaba con que la DUI y el 155 serían inminentes, y con un fin de semana lleno de movilizaciones y protestas. Me parecía inapropiado pedirle a nadie que dejara las calles para meterse en una librería. No entiendo la literatura como evasión de la realidad, sino como todo lo contrario, y el mensaje que mandaba me resultaba perverso."



De la Cruz puntualiza que ahora comienza a preocuparle que "el pulso de poder entre los gobiernos español y catalán silencie también el panorama cultural, que debe ser espacio de resistencia." Por ello, ante la perspectiva de presentar la novela el mes que viene en Barcelona, le asaltan las dudas: "estoy rotundamente en contra de la aplicación del artículo 155. ¿Debería cancelar esta nueva cita como señal de condena? ¿Se interpretará necesariamente así? Ya no lo tengo claro. Lo que tengo claro es que si voy, utilizaré mi libro para reflexionar sobre lo que la experiencia vasca nos puede ayudar con el presente, o para sentar algún tipo de debate que no esté alejado de la realidad en la que se inscriba el acto."


3.

...y la intervención económica ha dejado la cultura en un estado crítico


El Festival Nacional de Poesia no solo canceló actos por la coincidencia con las movilizaciones ciudadanas. También tuvieron que replantear su programa después que el Gobierno estatal interviniera las cuentas del ILC.

"El hecho es que nosotros fuimos intervenidos por el Gobierno", confirma Laura Borràs. "Primero fuimos señaladas como una de las 300 entidades sometidas a vigilancia especial, pero después la advertencia se convirtió en una intervención económica". Concretamente, vieron como un tercio de su presupuesto, el que estaba destinado a la organización de actos en el último trimestre del año, se volatilizaba.

Algunas actividades, como el Seminario de traducción de Farrera, no han podido celebrarse. Pero en la mayoría de casos, aunque con el presupuesto reducido y los programas recortados, el ILC ha podido salvar los actos, especialmente gracias a la respuesta de los actores culturales implicados. Sin embargo, esto no significa que la intervención no haya sido dura. "Solo nos han dejado abiertas las partidas de agua, luz, seguros y limpieza. Todo lo demás nos lo han bloqueado", explica Borràs. "En este momento, la crisis nos la han creado ellos".



Igualmente duros se muestran desde el Gremi de llibreters. "Toda Cultura ha estado intervenida", apunta Martín, aunque destaca que "la intervención de las cuentas viene de largo. Se tenía que ir justificando que ninguna partida de dinero fuera destinada a la organización del referendum. Post-referendum, la intervención se ha endurecido".

El impacto de esta tutela en el gremio de las librerías ha sido menor, básicamente porque solo el 10% de su presupuesto depende de la Generalitat. Pero, incluso así, señalan que las retenciones han causado "problemas de tesorería brutales". Martín pone como ejemplo la última campaña de fomento de la lectura, que supuso un gasto de más de 360.000 euros que los interventores se negaban a abonar a la espera de un informe favorable.

Más allá del gremio, si la intervención de cuentas ha afectado a las librerías ha sido a través de la congelación del presupuesto del sistema de bibliotecas para comprar libros. "Hay bibliotecas que nos compran libros que no podrán comprarnos o que no podrán pagarnos ahora", aseguran desde La Calders. 

Preguntadas por esto mismo, desde la agencia literaria MB niegan que la intervención haya alterado el desarrollo de su día a día. Txell Torrent, agente y socia júnior de la empresa, explica que no han sufrido "ninguna afectación, ni actos cancelados, ni cambios en relación a las colaboraciones habituales con el Instituto Ramon Llull, el Instituto Cervantes o las bibliotecas."

Por su parte, Laura Huerga, vicepresidenta de la asociación de editoriales Llegir en català y editora de Rayo verde, se muestra cauta al respecto: "ahora mismo tenemos pendientes un par de cobros de bibliotecas, pero son facturas demasiado recientes como para saber si se trata de un retraso habitual en el pago o culpa de la intervención."

4.

 ...y Barcelona dejará de ser la capital editorial


Si algo ha generado titulares escandalosos ha sido el anuncio del Grupo Planeta de cambiar su sede social. En algunos casos, se ha llegado a afirmar que el movimiento independentista estaba llevando Barcelona al "ocaso editorial".

"Han querido ser muy alarmistas, haciendo ver que todo el mundo se iba a marchar y que aquí nos quedábamos sin nada, pero esto desde un punto de vista cultural no es así", dice Laura Borràs, que además señala que "el tejido editorial es más robusto que nunca precisamente porque no se produce una aglormeración alrededor de los grandes sellos".

Esto no implica que le parezca deseable que grupos como Planeta o Random House planteen marcharse: "no queremos a nadie fuera, queremos que todos sumen".


La Calders.

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"Cambiar la sede social no implica cambiar ni la sede fiscal ni el mercado", recalcan en el Gremi, destacando que el cambio de sede anunciado por Planeta es ante todo una medida estética. "Las afectaciones son mínimas. El tejido editorial y librero es muy potente. La de librerías es una de las redes más densas de Europa, si hablamos de librería por habitante. Y a nivel editorial Catalunya es una potencia", concluye Martín.

Esta visión es compartida por la Agencia MB. Coinciden en que "se ha creado cierto alarmismo, sea de forma voluntaria o no. Por ejemplo, algunos clientes extranjeros nos preguntaban sobre las implicaciones del cambio de sede social de algunas editoriales, pero la preocupación fue fruto de una explicación incorrecta en los medios que daba a enteder que podía llegar a ser un problema cuando en realidad no lo es."

Torrent, que acaba de llegar de la Feria del Libro de Frankfurt, aclara que a pesar de que los editores extranjeros no paraban de preguntar por la situación en Catalunya, ellos habían mantenido sus relaciones con toda normalidad: "hemos tenido reuniones y negociaciones con editores tanto catalanes como españoles, hemos recibido ofertas de autores que escriben tanto en catalán como en castellano y también ofertas para traducir autores extranjeros tanto al catalán como al castellano".

Sin embargo, el alboroto causado por el movimiento de los grandes grupos, ha dejado al descubierto algunas correlaciones que para muchos son espurias. Laura Huerga, que ya expresó su incomodidad sobre el tema en Twitter, considera falsa la premisa que iguala factuación y cultura: "perder la capitalidad cultural porque se marche una empresa es absurdo. Nos podríamos plantear por què la tenemos, pero no la perderemos si se marcha una empresa."


Últim dissabte a @lasetmana a l'Av. Catedral. L'espai de Raig Verd (i l'editora) us hi espera! #llibres #llegir #llegim #jollegeixo

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La editora de Rayo Verde también cuestiona que estos grandes grupos tengan un interés real en el traslado, dado que ello implicaría abandonar el Gremi d'Editors de Catalunya, que actualmente presiden: "no creo que renuncien a este poder, como no creo que renuncien al mercado catalán".

Pero si algo tienen claro todos los actores consultados es que, como dice Borràs, "una cultura no se hace solo a golpe de facturación". Que el tejido económico sea importante no nos debe hacer olvidar que lo importante es producir en "un contexto de sentido y valor".

Al final, parece que el amenazador movimiento de los monstruos editoriales, más que para asustar a los actores del sector, está sirviendo para lanzar el debate sobre el modelo empresarial que los sostiene. "El discurso habitual de 'cuanto más mejor' tenemos que revertirlo en todos los ámbitos", propone Huerga, porque "producir más no beneficia los libreros o los lectores que quizá no encuentran lo que buscan, ni facturar más significa que la producción sea mejor".


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