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Lit
Ha escrito un poema contra La Manada, pero también contra todos los que no saben mirar el dolor ajeno
05 Julio 2018 14:51
“Walt Withman era maricón. Sócrates era maricón. Lorca era maricón”. Esas líneas fueron las primeras palabras que escuchamos de Antonio Acosta, poeta nacido en Tíjola en 1999, durante el festival Irreconciliables de Málaga.
Él era uno de los representantes de la Generación Z, porque los organizadores del festival quisieron dar voz a los que entonces apenas la tenían: los escritores más jóvenes, los que están empezando, y los que, como Acosta, tienen un poder de expresión enorme.
La poesía de Acosta nace de sus vivencias, pero sobre todo de sus incesantes lecturas. Y cuando ambas se mezclan, explotan dando lugar a una poesía comprometida, política, dura, en la que caben desde los recuerdos de la abuela hasta la crítica a sentencia de La Manada, pasando por la sensación de saberse libre en un mundo que a veces nos quiere callados.
Pero Antonio Acosta no se calla.
No:
En un lugar recóndito de esta cuidad
hay tres niñas dentro de la tarta
pastillas y billetes encima de la mesa.
Tienen un nombre extranjero.
Salen como pequeñas victimas atadas y desnudas,
les piden: hacedlo como solo vosotras sabéis
como nosotros queremos
ellas los miran con sus ojos muertos, secos,
como huesos roídos
y solo piensan: como ellos quieren.
En un lugar recóndito de esta ciudad
hay cinco hombres en un portal hueco,
una mujer no puede decir que no.
Asientes mientras apesta el humo de aquellos hombres
en el mundo fuera de la tarta
en ese mundo plástico fuera de la tarta
mientras esos hombres escupen sobre el suelo
y tu cuerpo yace dispuesto a su acceso.
No existe tu voz,
no puedes decir basta,
tu cuerpo humea al ritmo de su cristal,
hasta que acaban haciéndote creer que es tu culpa
porque ellos tienen el poder de redimirte
que vuestros cuerpos son solo cuerpos,
que pueden tocaros,
que pueden compraros,
que pueden venderos,
ninguno de estos hombres dirá nada
ninguno de estos jueces hará nada
parece que el estado permite ser un violador
pero una mujer no es solo un cuerpo
y no decir que sí también es no
por eso, esta vez, solo piensas:
hoy no será como ellos quieren
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