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Anti-mayo del 68: ¿hacia una revolución puritana y edificante?

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Un repaso exprés a los debates que está abriendo la celebración del 50 aniversario del mayo francés

Eudald Espluga

05 Enero 2018 13:54

¿Qué queda de las barricadas del mayo 68? ¿Es posible que en 2018 despierte una nueva primavera rebelde en el corazón de París? ¿Puede el movimiento Nuit Debout —algo así como el 15M francés— repetir el gesto contestatario de los soixante-huitards?

Estas han sido algunas de las preguntas más repetidas esta entrada de año en los medios culturales franceses. La agónica indecisión de Emmanuel Macron acerca de si celebrar o no el cincuenta aniversario de la revuelta —y en qué terminos hacerlo— ha acentuado el espíritu comparatista de la sociedad francesa, que no solo se pregunta qué fue realmente el mayo del 68, sino que ahora se interroga también por su dudosa herencia.

"La utopía es el único remedio contra la melancolía" apunta Jean-Marc B. en su columna para Mediapart, en la que pide que la efeméride sirva de inspiración para unirse contra el individualismo competitivo, contra la servidumbre y el espíritu de renuncia; contra Emmanuel Macron y su liberalismo —al que tilda de "arma de destrucción masiva—; pero, especialmente, pide un levantamiento contra la melancolía, porque sí hay alguna herencia claramente reconocible del mayo del 68, es la melancolía que sienten quienes participaron en la revuelta y la recuerdan como una breve edad dorada, ahora irrepetible, cuyas ganancias y victorias hemos echado a perder.

Basta con hacer un repaso a la prensa para confirmar este diagnóstico. "El recuerdo del mayo del 68 se ha pedido hoy", explica el historiador francés Jean Garrigues en France Culture. "Bajo los adoquines, el silencio" podemos leer en Midi Libre, en un artículo sobre dos figuras claves para entender ese período: René Riesel y Daniel Cohn-Bendit. L'Humanité confirma este pesimismo nostálgico: "nunca sentiremos ese aire libertario llenando nuestros pulmones". "¿Podemos revivir un mayo del 68 en versión 2018?" le preguntan en La nouvelle Répblique al historiador Eric Alary, que acaba de publicar Il y a cinquante ans, Mai 68, a lo que contesta: "nadie vio venir el mayo del 68 [...] Todos los ingredientes para la sublevación están ahí, incluidos los más de cinco millones de desempleados". Sin embargo, su veredicto es desalentador: del movimiento contestatario —que se niega a llamar revolución— hoy solo queda "demasiada pasión en los ojos de los historiadores y mucha nostalgia entre quienes quisieron hacer la revolución y fallaron".

Pero, a pesar del desempleo, la insatisfacción, la fractura social, las protestas por la reforma laboral y el malestar evidente de las clases más bajas, ¿los ingredientes se encuentran realmente ahí? ¿dónde están los estudiantes? ¿qué actor social deberá aglutinar las luchas y líder esta nueva vieja revuelta?

Esta pregunta es la que tratan de responder desde The Huffington Post. Han entrevistado a distintos activistas que ahora tienen entre 20 y 30 años para saber cómo retomarían y terminarían la revuelta cincuenta años después. La mayoría se muestran muy críticos, señalando las limitaciones de ese período. Consistió, dicen, en una revuelta eminentemente masculina, blanca y muy parisina (sin impregnación en las zonas rurales), que si bien reivindicaba los derechos de los trabajadores, se constituyó como un movimiento aburguesado y "baba cool".

El problema de esta crítica retrospectiva es plantearse si tiene sentido trazar una analogía limpia entre las reivindicaciones de los sesenta y los de hoy. "Comparar el 68 con el presente es como mirarse al obligo", decía el sesentayochista Antonio Pérez en 2008, "se olvidan los antecedentes y los consecuentes. Muy pocos se hacen la pregunta, ¿cómo era el mundo la víspera del año 1968 y cómo lo es hoy, cuarenta años después?".

Es precisamente la preocupación por el abismo que separa los sujetos políticos de los sesenta y los de la sociedad actual —por los antecedentes y los posibles resultados de una nueva lucha— la que ha dado lugar a uno de los debates más interesantes de esta pulsión comparatista: ¿puede convertirse 2018 en el anti-mayo del 68? ¿Podemos pasar del libertarismo del "prohibido prohibir" a la revolución puritana de lo políticamente correcto?

Luc Le Vaillant, periodista de Libération, aventuraba esta hipótesis en un artículo en el que contraponía el ardor y la furia de los soixante-huitards con el recato virtuoso de los millennials. El mayo de 2018 no será libertario, no será violento, no será a tumba abierta: será geek, vegano, respetuoso, benévolo. La sociedad actual, sostiene Le Vaillant, vive con miedo a desclasarse, a perder su estatus: "solo los márgenes siguen cuestionando los modos de producción". Lo social ha muerto y los sindicatos también. Además, vivimos en una suerte de contrarrevolución sexual alentada por la "censura feminista": la pornografía está amenazada y la prostitución cuestionada. Tampoco se podrá revivir la contestación permanente, la lucha irreverente: lejos del ateísmo inconoclasta que atentaba contra todo tipo de autoridad, la nueva ideología biempensante exige un secularismo respetuoso con las distintas religiones.

La idea de un "anti-mayo del 68", de una primavera de retroceso y derrota, es una formula recurrente que se ha utilizado al menos desde los noventa para denunciar la pérdida de derechos, las victorias del conservadurismo, la perversión del espíritu liberal de los sesentayochistas. Sin embargo, asimilar esta idea a las nuevas formas de activismo —feminista, ecologista, antirracista—, a la "revolución edificante", supone desplazar el foco para cuestionar la dirección de las ideas presentes, no la dudosa herencia del mayo del 68.

Por ello, debemos empezar a darnos cuenta de que la discusión sobre lo que queda de las barricadas no es solo una disputa por la memoria histórica: es una disputa por definir los límites de las luchas políticas relevantes. No por casualidad Franceinfo ha creado un comité especial que se ocupará de seleccionar distintos focos de tensión para llevarlos a antena. De los relatos en pugna por apropiarse y distanciarse del "mayo del 68" dependerá la configuración de la agenda política de 2018.

Y este es un combate mediático que ya ha empezado.

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