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Un secreto terrible se esconde (o no) tras esta mujer gorda

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En su ensayo 'Mala feminista' (Capitán Swing), la escritora Roxane Gay habla de su relación con el cuerpo, la sexualidad y la raza

Xaime Martínez

24 Noviembre 2016 06:02

Después de su segundo año de instituto, los padres de Roxane Gay la enviaron a un campamento para gordos.

Estaban preocupados porque su hija, que hasta hace poco era delgada y esbelta, de pronto había empezado a atiborrarse de Twinkies y a comer más y más pizzas a altas horas de la noche "para tratar de llenar ese algo feo y rugoso que no se podía llenar ni silenciar".

El campamento estaba en un paraje supuestamente paradisíaco, entre las montañas Berkshire, pero en muchos momentos para los niños se parecía más al infierno.

Las tiendas se encontraban en lo alto de una colina, por lo que cada vez que Roxane quería cambiarse de ropa, descansar un rato o recoger algo que había olvidado en su litera se veía obligada a "escalar el Everest del campamento para gordos".

Por supuesto, esta era una de las estrategias para que los niños adelgazaran, lo cual sumado a las altas temperaturas del verano de Massachusetts, la comida asquerosa que les daban a los acampados y el ejercicio constante hizo que la pequeña Roxane Gay perdiera "el peso que tenía que perder".

¿Sirvió de algo? Más bien no.

Roxane se enrolló con chicos y empezó a fumar durante esos días, pero a las pocas semanas de volver a casa su cuerpo ya había vuelto a ensancharse.

La razón para que esto no funcionara es que Roxane no estaba gorda por casualidad: en el campamento habían hecho un apaño provisional, pero había algo verdadermante jodido en el interior de su cuerpo.

¿O tal vez no?

De estos y otros temas habla Roxane Gay en su libro Mala feminista, que acaba de publicar en España la editorial Capitán Swing y que ya fue un gran éxito cuando se editó en EEUU.

En él, Gay plantea su tesis: que el feminismo es algo más grande que las feministas, es decir, que es imposible que cada individuo cumpla con absoluta coherencia las expectativas teóricas del movimiento, pero que eso no debe hacernos sentir mal.

Roxane Gay es una mala feminista, y a mucha honra:

"Soy complicada. No pretendo ser un ejemplo. No pretendo ser perfecta. No pretendo decir que tenga todas las respuestas. No pretendo decir que tenga razón. Solo pretendo defender aquello en lo que creo, hacer algo de bien en este mundo, hacer algo de ruido con lo que escribo siendo yo misma".

Gracias a la frescura de su prosa y a lo natural de sus propuestas, cuando Roxane habla de su sobrepeso el texto es emocionante, inconsistente y hermoso.

A este tema está dedicado uno de los capítulos de Mala feminista, que habla de ello a través de su propia experiencia y de otros textos, como la novela Skinny de Diana Spechler o los realities de "humillante porno televisivo sobre gordos" como The Biggest Loser, Ruby o Heavy.

Uno de los elementos que Gay resalta de todos los discursos sobre el sobrepeso es que siempre buscan una motivación, un trauma primario que haya generado ese desequilibrio en la fuerza: una genealogía de la gordura.

¿Por qué estás tan gorda?

¿Cómo puedes estar tan contenta si casi no puedes moverte?

Lo que se busca siempre es un discurso racional que explique los cuerpos: "difuntos maridos, bebés fallecidos, padres divorciados, padres ausentes, abusos terribles y todo tipo de situacione dolorosas que le pueden ocurrir a una persona [...] a lo largo de una vida, la clase de cosas que pueden apaciguarse, o al menos adormecerse un poco, con un litro de helado o el queso derretido de una pizza".

Eso no es justo, según afirma Roxane. No pasa nada por poseer cuerpos no normativos, por aceptar nuestras medidas tal y como son: nadie tiene el derecho de decirnos que somos demasiado grandes o demasiado pequeños, y por ello no hace falta investigar cuál es el móvil del crimen.

Y sin embargo, la misma escritora afirma que no toda la gente gorda es infeliz con su físico, pero la mayoría sí. Y detrás de su propia gordura, de hecho, se encuentra una narración muy estereotípica como las que criticaba momentos antes en realities como The Biggest Loser.

Cuando estaba en el instituto, Roxane Gay fue violada en una cabaña del bosque por un grupo de chicos entre los que se contaba el que entonces era su novio.

A partir de este traumático incidente, Roxane Gay cambió totalmente su manera de ser. Dejó de ser una tranquila chica delgada y sintió que la única manera de protegerse era la comida:

"Cuanto más grande era mi cuerpo, más segura me sentía. Hacía años que pensaba que nada malo podía pasarle a un cuerpo grande. Y no me equivocaba del todo. Comer era, en parte, un instinto de supervivencia".

Es decir, que Roxane Gay critica la construcción trágica de los discursos sobre la gordura, pero su propia experiencia está fundada en un crimen horrible; rechaza el estigma que suponen los cuerpos gordos, pero reconoce que en la mayoría de los casos las personas con sobrepeso sufren por su condición.

Porque lo que escribe Roxane Gay no es teoría, sino práctica.

Roxane es una mujer atravesada por las contradicciones del mundo en el que vive y del mundo en el que le gustaría vivir, y precisamente cuando relata el peso de sus propios prejuicios, el daño que le han hecho y cómo han conformado su personalidad, es cuando "Mala feminista" alcanza más de cerca al lector.

En resumen, para disfrutar a Roxane Gay no es necesario ser feminista, ni mujer, ni gordo: basta con ser un (mal) humano.


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