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Opinion Analizando el aspecto de los periodistas que critican el aspecto de Anna Gabriel Now

Analizando el aspecto de los periodistas que critican el aspecto de Anna Gabriel

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Analizando el aspecto de los periodistas que critican el aspecto de Anna Gabriel

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Si lo que hacen ellos es periodismo, cómo no va a serlo esto

El martes, Anna Gabriel anunciaba su exilio a Suiza, pero podía haber anunciado perfectamente que se unía al Circo del Sol, que Netflix le iba a producir un especial de stand-up, o que iba a telonear a Ed Sheeran. Daba igual lo que Anna Gabriel tuviese que anunciar, sus implicaciones, su impacto político, porque lo realmente importante, lo verdaderamente digno de análisis, era su aspecto.

Anna Gabriel

En artículos, columnas y noticieros, el cambio de look de Gabriel, su nuevo peinado y fondo de armario, se convirtió en algo de lo que era legítimo opinar, burlarse y generar todo el detritus cavernario imaginable. En un país presidido por alguien que, eventualmente, puede ponerse unas bermudas y echarse a correr por las calles con cadencia estrambótica, los juicios estéticos parecen limitarse a sus contrincantes, pero muy especialmente si éstas son mujeres.

Con España entrando en fase distópica –en una semana que todavía está por terminar, han decretado cárcel para un rapero, secuestrado judicialmente un libro, censurado una obra de arte por motivos políticos y tratado de detener a un humorista confundiéndolo con Carles Puigdemont–, merece la pena soñar con ovejas eléctricas y universos paralelos. Por ejemplo, con un plano alternativo, una Tierra 2, dónde los periodistas que humillaron a Anna Gabriel fueran tratados con la misma vara de medir.

Carlos Herrera

Carlos Herrera, desde su programa en la COPE, dijo que Gabriel había dejado atrás “el pelo de la dehesa, el flequillo mutante”. Ahora, añadía, “se pone desodorante”. El locutor repitió esto último: “Lo mismo que ha hecho Anna Gabriel en Suiza, abandonar el feísmo, ponerse desodorante, vestirse un poquito de Chanel. Es tan pija que parece Rita Maestre”, añadió, aprovechando para humillar a otra mujer política, diputada en este caso por Ahora Madrid. “En el fondo, cuando la mona se viste de seda mona se queda”.

Nadie debería hablar de “flequillo mutante” luciendo uno –la invisibilidad, como nos enseñó X-Men, también puede considerarse una mutación. Pero dejemos los cómics y volvamos a Herrera: imagino a Carlos pronunciando “feísmo” con su habitual camisa desabrochada, apenas ocultando su ombligo. La virilidad se mide así: por los botones de la camisa que uno está dispuesto a utilizar. Y es que Herrera en COPE ha dignificado el muestrario de pecho varonil, licencia propia de tascas y plazas de toros, convirtiéndolo en un digno uniforme de trabajo.

Alfonso Ussía

Alfonso Ussía, en un artículo de la Razón titulado Suiza, señalaba que Anna Gabriel “está gorda, fofa”, además de “regular de ver”. Ussía, desde el medio que dirige el inefable Francisco Marhuenda, añadía: “El problema de Anna Gabriel no es el dinero, de lo cual me congratulo, sino los granos que emergen y surgen de la piel motivados por el exceso de chocolate”.

Que teclees ‘Alfonso Ussía’ en Google Imágenes y la búsqueda te devuelva una instantánea en la que el vello nasal del periodista asoma, con toda su furia, es una completa infamia. Más aún, cuando Ussía nunca jamás ha sido “regular de ver”. El comunicador, de complexión atlética, nunca gordo, nunca fofo, bien merecía una patina de PhotoShop con la que ocultar sus contadas imperfecciones; con las que realzar su límpido cutis.

Ramón de España

“Veo por la tele a la fugada Anna Gabriel y, además de observar que habla un francés espléndido, la noto cambiada”, escribe Ramón de España. “El corte de pelo abertzale y las camisetas superpuestas (la de manga corta sobre la de manga larga, por supuesto) han sido sustituidas por una melena suelta y como lavada con Mimosín y una camisa que, por lo que permite apreciar el encuadre, parece hasta bonita”.

Ya que Ramón de España saca a colación Mimosín, una marca defendida por un osezno, quedémonos con él dentro del zoo; continuemos con la visita guiada. “Pelícano”, dice la RAE, “es un ave acuática del orden de los pelecaniformes, de gran tamaño, con plumaje predominantemente blanco, de pico ancho y muy largo, y con una especie de bolsa en su mandíbula inferior donde almacena los peces que captura”.

Pedro Piqueras

Estamos tan acostumbrados a ver de Pedro Piqueras de frente –el formato de su programa, un telediario tradicional, así lo exige– que verlo de perfil es como encontrarse con un antiguo compañero de aula. Uno al que no ves desde que perdiste los dientes de leche. Piqueras de perfil incomoda, hace que te suden las manos, que saques el móvil para evitar mirarlo directamente. La tridimensionalidad que angustia y que supera.

“Una Anna Gabriel con una imagen renovada, con horquillas recogiéndole el pelo, muy diferente a la que siempre había lucido, con su clásico y reconocible flequillo”. Con esta gráfica entradilla se abría, el pasado martes, el noticiero matinal de Telecinco, presentado por el mismo Piqueras. Se abría significa, sí, que la primera noticia de la que se hacía eco su espacio de noticias venía acompañada de un redactado que incluía las palabras “horquillas” y “flequillo”.

Alfonso Rojo

Bajo la firma de Periodista Digital, a falta de nadie que quiera firmar con nombre y apellidos lo siguiente, se dice que Gabriel “le ha dado duro al champú para evitar el olfato de los perros policía”, apareciendo ante las cámaras “sin el habitual flequillo cortado a tazón”. Alfonso Rojo, que desde Twitter proponía hacer una colecta para regalar jabón a la independentista, dirige este medio, que invocó a la exdiputada con un “la sudorosa Anna Gabriel”.

“La colecta propuesta por Alfonso Rojo para proveer de champú a Anna Gabriel se la puede reservar el pseudoperiodista para desinfectarse la mugre mental que le impide ver que la cupera, a diferencia de otros líderes de derechas, jamás ha llevado el pelo sucio”, respondió Patrycia Centeno. “Comprendo el enojo, frustración y desesperación de todos sus adversarios políticos al enfrentarse a la nueva imagen de serenidad, madurez y equilibrio que proyecta la de Sallent desde Suiza. No pueden con ella. Les da cien mil vueltas”.

“Estética e intelectualmente”.

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