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El Giro, Eurovisión y… 55 muertos en Gaza: la imagen de Israel contra lo que es Israel

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Reuters
 

Al tiempo que Israel proyecta una imagen simpática al exterior, las protestas palestinas contra la embajada en Jerusalén se saldan con decenas de muertos. ¿Qué lógica hay detrás de todo esto?

Rafa Martí

14 Mayo 2018 18:53

Esta mañana hemos asistido a la masacre de al menos 43 manifestantes palestinos. Otros 1.900 están heridos. Se habían juntado para marchar en la frontera de la Franja de Gaza con Israel para protestar por la apertura de la Embajada de Estados Unidos en Jerusalén. Con este gesto, la administración Trump reconoce a la ciudad como capital de Israel, algo que ha estado en el origen de un largo conflicto entre árabes y judíos. La inauguración de la sede diplomática se produce, además, en un 14 de mayo efeméride 70 de la fundación del Estado de Israel, detonante del eterno conflicto.

Los ánimos entre los palestinos no estaban para calmarse y el ejército israelí ha respondido a la manifestación disparando indiscriminadamente. Los hechos suceden un día después de que Israel ganase Eurovisión, a través de una concursante, Netta Barzilai, víctima de bullying que se ha proyectado como una ruptura con los cánones de belleza femeninos y cuya canción tenía un mensaje feminista. La bandera de la estrella de David ondeaba en Lisboa como una celebración del empoderamiento femenino y como símbolo de la diversidad. Lo mismo sucedió cuando una semana antes, el Giro d'Italia daba arranque en Jerusalén, mostrando al mundo la imagen de un país que poco podría diferenciarse de Italia. Pero la realidad es que mientras el país judío proyecta desde hace años esta imagen aperturista al mundo, sus balas siguen abatiendo a palestinos, hecho que el ejército justifica por la infiltración de Hamas en las protestas.

Para Eli Cohen, analista experto en Oriente Medio, muestras del Giro o como Eurovisión forman parte de una política "reactiva" de Israel ante oportunidades que se le presentan. Lo cierto es que Israel no tiene como fin último lavar su imagen para compensar sus actuaciones político-militares. No hablamos, a su juicio, de una política activa. "Mientras el Gobierno de Benjamin Netanyahu y cientos de instituciones privadas judías intentan mostrar Israel al mundo como la única democracia occidental en Oriente Medio, como si estuviese rodeada de bárbaros, el ejército israelí tiene un modus operandi inmutable", asegura Cohen. En la misma línea se pronuncia el investigador del CIDOB Eduard Soler: "Desde hace años, Israel ha querido vender su talante occidental. En Estados Unidos va en busca de apoyo para su causa, pero en Europa, especialmente, quiere proyectar que se trata de un país con las mismas inquietudes y valores".

"Golpes de imagen como el Giro o Eurovisión forman parte de una política paralela que más que buscar lavarse la cara ante el mundo intenta mostrar a la opinión pública israelí, a la más liberal y cosmopolita, que Israel forma parte del mundo libre y occidental"

Cohen apunta a que "cualquier gobierno, incluso el de ala más dura que se recuerda —el presente— intentará decir al mundo que en Israel hay 2 millones de árabes que viven en paz y que tienen sus derechos, que se respetan los derechos LGTBI, etc., pero es un mensaje que siempre chocará con la agenda interna". Cohen, dice, que la represión en Gaza no se trata de un guiño a los sectores más conservadores del país: "En Israel la gente ya sabe que el tema de la seguridad va cómo va, no hace falta demostrar nada a nadie".

Así como el gobierno actúa con una agenda fija que aprovecha de la buena imagen externa que le brindan acontecimientos como el giro o Eurovisión, lo cierto es que la propaganda pro-israelí en el mundo procede casi siempre de instituciones privadas. Estas puede que vayan alineadas o no con el gobierno, explica Cohen: "Hay algunas organizaciones que forman parte del lobby judío de EEUU que son contrarias al gobierno de Netanyahu, mientras que otras actúan de acuerdo con los intereses del Gobierno, pero todas coinciden en proyectar al mundo una buena imagen de Israel".

Soler va un paso más allá y apunta a que Israel sabe que tiene perdida la batalla de la imagen pública, por lo que sería atrevido pensar que acontecimientos como el Giro o Eurovisión estuviesen previstos para contrarrestar la celebración de los 70 años de la Nakba. "Son operaciones de softpower que no guardan una relación directa con eventos que pueden perjudicar la imagen de Israel. Forman parte de una política paralela que más que buscar lavarse la cara ante el mundo intenta mostrar a la opinión pública israelí, a la más liberal y cosmopolita, que Israel forma parte del mundo libre y occidental, que busca, en todo caso, combatir el aislamiento y la sensación de soledad de un país que sobrevive en un entorno hostil y que es el objetivo de múltiples críticas y boicots", asegura el experto.

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