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Italia: campo de batalla de la extrema derecha antes de las elecciones

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Dos agrupaciones siembran el caos en las calles mientras otras dos serán determinantes en la coalición de Berlusconi, que se prevé ganadora

Rafa Martí

01 Marzo 2018 06:00

El 23 de febrero en Brescia, al sur de Italia, un grupo de encapuchados de extrema derecha entra al centro social Magazzino 47 a la fuerza. Lo hacen por una ventana y prenden fuego a la librería y a la tienda de vinos.

Cinco días antes, el 18 de febrero en Perugia, cuatro personas con cuchillos atacan a militantes del partido de izquierdas Potere al Popolo que cuelgan carteles electorales. Se les acercan, los rodean y los atacan, primero a golpes, y luego a puñaladas. Un hombre de 37 años resulta herido junto a su primo.

El 16 de febrero, otro grupo fascista dispara con armas de fuego a un centro de acogida de inmigrantes en la provincia de Enna. La casa alberga a 20 inmigrantes, que se encuentran allí por cuatro días. Los disparos no causan ningún herido, pero rompen una ventana.

Un día antes, el 15 de febrero, tres chicas son agredidas por miembros del partido fascista CasaPound en Roma. Las chicas pasaban por la plaza Vittorio Emanuele cuando se celebraba una manifestación "contra la degradación", convocada por la agrupación de extrema derecha.

El 11 de febrero, en Cagliari, Cerdeña, nuevamente miembros de CasaPound cuelgan carteles electorales en frente de una escuela y un grupo de antifascistas intenta evitarlo. La situación deriva en amenazas con puños americanos y cuchillos por parte de los fascistas, aunque no se registran víctimas.

En la tarde del 10 de febrero en Brescia, fascistas lanzan bombas de papel (un artefacto explosivo, sobre todo usado en Italia) contra dos casas okupadas en Via Gatti. Explotan y causan daños materiales menores.

Bombas de papel fuertemente explosivas como las que encapuchados de extrema derecha lanzaron a dos locales okupados por movimientos sociales en Brescia, al sur de Italia.

El 6 de febrero, también miembros de CasaPound entran en un hospital en Bolzano, ataviados con sus chaquetas rojas con el símbolo de la tortuga, para protestar contra las personas sin techo que se refugian en la sala de urgencias en las noches de frío extremo. “¡Aquí solo pacientes!”, gritan.

El 4 de febrero, un militante de Legga Norte abre fuego desde un Alfa Romeo negro contra inmigrantes en Macerata, causando pánico en la ciudad e hiriendo a un total de 6 personas, dos de ellas en estado grave.

El 3 de febrero, un escuadrón de 25 neonazis emprende en Pavía una emboscada de estilo paramilitar contra cinco menores, hijos de inmigrantes marroquíes, al grito de “negros de mierda”. Uno es capturado y 10 de ellos lo apalean sin miramientos.

El resurgir de Mussolini

Los anteriores son atentados perpetrados por la extrema derecha en Italia solo en el mes de febrero de este año. Son solo una pequeña parte de los más de 150 ocurridos en el país desde 2014 y registrados en este mapa por el movimiento antifascista. ¿Qué está pasando en Italia? Con las elecciones a las puertas —el 4 de marzo— la extrema derecha ha decidido tomar las calles con violencia. Y, especialmente, el movimiento CasaPound.

Nacido en 2003, nunca había hecho tanto ruido como hasta ahora. Sus resultados en las elecciones de 2013 fueron desastrosos, pero el próximo domingo podría entrar en el Parlamento. CasaPound surgió cuando un grupo de romanos nostálgicos de Mussolini que solían reunirse en el pub Cutty Sark ocuparon un antiguo edificio gubernamental cercano a la estación de trenes de Termini. El edificio estaba abandonado y se convertiría en su primera sede. Entonces, habían clavado su primera bandera en un barrio mayoritariamente poblado por inmigrantes. Era la primera de un plan para resucitar el fascismo en Italia. Quince años después, sus 106 sedes alcanzan todo el país, sus puestas en escena recuerdan la etapa más oscura de la historia italiana y sus ataques siembran el miedo en la población, sobre todo extranjera.

El renacer del fascismo ha sido espoleado en los últimos años por los problemas derivados de la crisis migratoria y de refugiados en Italia, pero también por la acción social directa de CasaPound dirigida a los italianos: su signo, un caparazón de tortuga, representa el hogar y la protección que todo italiano debe tener, y que le fue arrebatada por los intereses de las élites europeístas. Como el resto de la extrema derecha europea, quieren la salida del Euro y el #Italexit.

El nombre del partido hace alusión al poeta de la Generación Perdida estadounidense Ezra Pound, que se convertiría en admirador y colaborador cercano de Mussolini en los años 30. El líder es Gianluca Iannone, propietario del Cutty Sark y alineado con la estética motera y neonazi de grupos como The Hell’s Angels. Tenía 30 años cuando empezó todo. Otros nombres relevantes en la agrupación son Simone di Stefano, candidato a las elecciones y vicepresidente, o la modelo de origen croata Nina Morić. Esta última tiene una cuenta de Instagram con 183.000 seguidores, donde cuelga desde fotos de fitness, tatuajes, alegatos a favor del cristianismo occidental contra el Islam y hasta fotos de Vladimir Putin y del tirano sirio Bachar al-Assad estrechándose la mano.

Simone di Stefano, candidato de CasaPound a las elecciones y Nina Moric, modelo croata, it girl y uno de los principales apoyos del movimiento fascista italiano.

Precisamente, una investigación del diario l’Espresso puso a Putin como sospechoso detrás de una red de financiación ilegal internacional para apoyar a CasaPound y a Forza Nuova —otro partido ultra—, dentro de su presunta campaña de desestabilización de las democracias occidentales.

Una coalición de centroderecha dependiente de la ultraderecha

CasaPound y Forza Nuova han sembrado el terror en las calles y llenado las páginas de los periódicos. Pero su amenaza no es mayor que la que representan otros dos partidos, también de ultraderecha: la Legga Norte y Fratelli d’Italia serán dos fuerzas políticas determinantes en las elecciones y la llave para que el centroderechista Silvio Berlusconi vuelva al Quirinal. En una gran coalición con dos partidos de extrema derecha, a Berlusconi las cosas no le saldrán gratis. No en vano, quiere expulsar a 600.000 inmigrantes, a quienes considera una “bomba social”.

Según las últimas encuestas, Legga Norte acapara el 13,2% de la intención de voto y Di Stefano, el candidato de CasaPound, ya ha declarado que le dará su apoyo en la segunda vuelta para que sea el partido que lidere la coalición de Berlusconi. Matteo Salvini, líder de la Legga, se ha desmarcado del acercamiento de CasaPound. Salvini ha asegurado que su propuesta se basa en los valores del centroderecha, aunque su programa incluye el rechazo a la inmigración irregular y a la actual Unión Europea. El líder populista también ha declarado que el euro fue “un invento fallido” o que “el fascismo hizo muchas cosas por Italia”. Sin ir más lejos, su lema electoral es “los italianos primero”, exactamente el mismo que el de CasaPound.

Luego está Fratelli d’Italia, que cuenta con el 4,3% de la intención de voto, según la última encuesta del 16 de febrero. El partido saca su nombre del arranque del himno de Italia y su emblema es una llama tricolor que recuerda a la del Frente Nacional de Jean Marie Le Pen. Su líder, la periodista Giorgia Meloni, asumió la presidencia de la formación en 2014 para suavizar su imagen agresiva, pero comparte los puntos centrales de su programa con la Legga y el resto de partidos ultras.

Las encuestas señalan que la coalición de centroderecha apoyada por los ultras no obtendrá mayoría suficiente para gobernar. Al otro lado, el centroizquierda se muestra fragmentado y las esperanzas de que el partido de Berlusconi se ponga de acuerdo con los partidos del centro es más que improbable. Mientras, en la calle, los fascistas se han convertido en un elemento más del paisaje, mientras consuman su poder en el Parlamento.

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