Casi se mata... por una foto de Instagram
Advertencia: esta es una de esas noticias que va a jugar bastante en nuestra contra en la batalla constante que tenemos los millennials intentando rebatir a nuestros mayores que no somos una generación entera de descerebrados egocéntricos.
El pasado 11 de marzo los Mossos d'Esquadra tuvieron que rescatar a una adolescente de 14 años de una cornisa en un octavo piso en el barrio barcelonés del Eixample. No se trató de un resurgir del balconing, sino de otro intento de foto que podía haber acabado con su protagonista en una caja de pino.
La joven le pidió a un amigo que la fotografiara colgada de una viga que sobresalía de la fachada del edificio. Cuando quiso volver a la azotea se dio cuenta de que sus brazos no tenían la suficiente fuerza, y se quedó atrapada en el saliente que — por suerte — había debajo de la viga.
El Grupo de Delincuencia Urbana recibió un aviso del suceso y acudió rescatar a la joven, que estaba muy asustada sufriendo un ataque de nervios. Agarrándola de las manos, lograron levantarla a pulso y volver a ponerla a salvo en la azotea.
Una unidad de emergencia se acercó también al lugar para curar las heridas leves que la adolescente se había hecho en los brazos. Poco después, su familia, que había sido avisada por la policía autonómica catalana llegó al lugar de los hechos, donde recogieron a la joven para llevarla de vuelta a casa.
La foto por la que la joven puso en riesgo a su vida llegó a realizarse antes de que ella y su amigo fuesen conscientes del lío en el que se habían metido, y está siendo utilizada por la policía catalana en sus redes para poner en evidencia los riesgos reales que puede conllevar el buscar la foto más llamativa sin tener en cuenta las consecuencias.
En las redes la joven no ha generado mucha compasión.
"Selección natural, no pasa nada".
Y además de los clásicos comentarios sobre la selección natural y una nominación no oficial a los Premios Darwin, hubo muchos que reclamaron que ella debería hacerse cargo a nivel económico de su rescate.
Aunque, teniendo ella 14 años, todos sabemos que quienes deberían hacerse cargo son sus padres, y eso no suena muy justo que digamos. Los impuestos los pagamos para muchas cosas, pagar el rescate de tu adolescente idiota está en el pack.
"Hay que ser gilipollas, yo le haría pagar el operativo".
Las fotos y selfies extremas, que han llegado a tener hashtag y varias cuentas con cientos de miles de seguidores, se han cobrado ya bastantes víctimas desde que en el 2014 se conociera la primera muerte vinculada al fenómeno: un hombre que se electrocutó al hacerse un retrato en un tren en marcha.
Desde que se pusieron de moda en las redes sociales, además de multitud de hashtags y cuentas dedicadas a ellos, no han sido pocas personas las que han perdido la vida en el intento. España, como no, está en el top mundial de muertes por selfie, ocupando el cuarto puesto tras la India, Rusia y nuestros amigos estadounidenses. La mayoría de casos, como podría haber sido en el caso de esta adolescente, fueron caídas desde alturas, pero les siguen de cerca las muertes por ahogamiento o por impactos de tren.
Según Priceonomics, en 2015 ya murió más gente en el mundo por hacerse un selfie que por ataques de tiburón. Si nuestras abuelas supieran inglés se pasarían el día diciendo “What a time to be alive”.
