Oh! Parece ser que estás usando adblocker y lo respetamos. Por eso podrás seguir disfrutando de nuestros contenidos sin problema pero quisiéramos pedirte que lo desactivaras para nuestro site. Ayúdanos a seguir adelante y a luchar por aquello en lo que creemos.
Now
El pulso entre el expresidente de Ecuador Rafael Correa y el presidente Lenín Moreno se resuelve este domingo en las urnas. ¿Estamos ante el fin del correísmo?
04 Febrero 2018 13:59
Es posible que el 4 de febrero sea recordado como el día de la muerte del correísmo. Lenín Moreno, ya ha organizado el funeral. 13 millones de ecuatorianos están llamados a votar este domingo una consulta anunciada hace unos meses por su presidente Moreno. Las preguntas 1, 2 y 3 son las primeras notas fúnebres del entierro de Rafael Correa.
Hoy tenemos una cita con el futuro. Hoy tu voto enriquece la democracia. Vamos todos a las urnas a dar nuestra opinión, a expresarnos libremente, con profundo respeto por los demás y en paz.
— Lenín Moreno (@Lenin) 4 de febrero de 2018
El relevo político en Ecuador ha sido mucho más conflictivo de lo que los analistas llegaron a predecir. Cuando el 24 de mayo de 2017 Correa le ponía a Moreno la banda presidencial, seguía creyendo que en solo 5 años la volvería a recuperar. Que Moreno sería un buen delfín, un acólito que no se atrevería a manchar los 10 años de gobierno correista.
Por eso el estacazo fue tan doloroso.
Moreno nunca estuvo dispuesto a ser un presidente transitorio, a ser el árbol que crece a la sombra de la Revolución Ciudadana, nombre que recibió el proceso de cambios y medidas de Correa. Desde el mismo discurso inaugural anunció una cruzada contra Odebrecht, el mayor caso de corrupción de toda América Latina. Pronto, las pesquisas dieron resultado: Jorge Glas, íntimo de Correa y vicepresidente con Moreno, fue relevado de su cargo y sentenciado en diciembre a seis años de cárcel por asociación ilícita. Y todavía está siendo investigado por cohecho y enriquecimiento ilícito.
Antes de Glas vinieron otros pequeños arañazos al correísmo: el reconocimiento de una tremenda deuda interna y externa que equivale en este momento el 46,1% del PIB del país; las 640 obras que Correa dejó sin acabar; e incluso el supuesto hallazgo de una cámara oculta que Correa dejó en el despacho de Moreno para vigilarle.
Desde Bruselas, lugar al que se mudó el expresidente tras dejar el cargo, se orquestó la respuesta. Correa acusó a Moreno de ser “el mayor traidor”, de gobernar “con la derecha, con los banqueros” y de haber haber “retrasado 20 años el país” en su primer medio año de mandato.
Moreno dejó de ser el heredero favorito y se convirtió en el enemigo público número uno. Correa intentó convertirlo en persona non grata en su propio partido organizando una Convención de Alianza País para destituirlo como máximo directivo del partido. A pesar de que la destitución fue aprobada, el Tribunal Contencioso Electoral de Ecuador no permitió que se hiciera efectiva y el que finalmente tuvo que abandonar Alianza País fue el propio Correa que anunciaba este enero que crearía un nuevo movimiento de izquierdas.
De pronto, correistas y morenistas son opositores. Antes compañeros y correligionarios y ahora rivales. Pero todo apunta a que la rivalidad no durará demasiado tiempo. El paso dado por Moreno de convocar el referéndum fue inesperado. Y precisamente en su imprevisibilidad reside su inteligencia.
¡Esto no es un detalle, sino un grave rompimiento y alteración del orden constitucional! #DilesNO
— Rafael Correa (@MashiRafael) 23 de enero de 2018
Lean aquí todos los artículos legales y constitucionales destrozados con la inconstitucional consulta: https://t.co/oZp6wQzXtt pic.twitter.com/GKKmkxTaei
Con más de un 70% de aprobación ciudadana a su presidencia, la victoria parece cosa fácil. Las siete preguntas a las que los ecuatorianos tendrán que decir este domingo ‘sí’ o ‘no’ son estas:
Las primeras cinco son de referendo ya que implican cambiar la Constitución. Las siguientes dos son de plebiscito. Pero la que verdaderamente trae de cabeza a Corre es la segunda. Aunque la primera pregunta contra la corrupción podría afectar a la administración Correa y limpiar sus apoyos del gobierno y la tercera va en contra de un órgano regulador simbólico del correísmo, la segunda hiere directamente al expresidente.
Si los ecuatorianos contestan ‘sí’ Correa dirá adiós para siempre a su reelección indefinida en 2021, al Palacio de Carondelet, a la medida que él mismo puso en la Constitución del 2015 y que garantizaba su regreso.
Si los ecuatorianos contestan ‘sí’, Moreno habrá ganado. Será el alumno que desbanca al profesor. El hijo que mata al padre. Y en mitad de ese parricidio también fallecerá el correísmo. Habrá acabado la lucha de poder y la lealtad absoluta a Correa. Pero a Moreno aún le quedan cuatro años y tendrá que gobernar, para no ser la próxima víctima de una nueva intriga.
share