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¿Podrá crecer Argentina sin destruir sus recursos naturales?

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Frente al cambio climático, los países no desarrollados tienen otras decisiones estratégicas qué tomar.

Emilia Erbetta

15 Febrero 2020 00:59

Como dijo Greta Thunberg, nuestra casa está en llamas. La crisis medioambiental se nos vino encima y reducir la velocidad y violencia del cambio climático no es una opción sino un obligación urgente.

Pero frente a este escenario no todos los países están parados en el mismo lugar: los países desarrollados deben reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. Si China y Estados Unidos no paran de quemar combustibles fósiles como lo han hecho hasta ahora, el futuro es tan negro como el humo de las chimeneas en sus parques industriales.

Pero qué pasa con los países pobres, los que están en vías de desarrollo, ¿es posible que un país despegue económicamente sin dañar al medio ambiente? ¿Hay sólo dos caminos? Para pensar este supuesto dilema entre desarrollo y ambiente, entrevistamos a Elisabeth Möhle, licenciada en Ciencias Ambientales, para preguntarle cómo ve a su país, Argentina, en este escenario.

El impacto cero es imposible

“Todas las actividades humanas tienen impacto sobre el ambiente. Desde que dejamos de ser cazadores recolectores empezamos a tener un impacto”, explica Elisabeth. “Todo el discurso sobre si podemos desarrollarnos sin impactar sobre el ambiente no tiene sentido, no existe... lo que sí se puede plantear son formas de desarrollarse que tengan un menor impacto”.

El cambio climático (en palabras de Elisabeth “se frita el planeta”) y la pérdida irreparable de biodiversidad son los dos grandes peligros ambientales que enfrentamos hoy como humanidad. Argentina es responsable del 0.9% de emisiones globales de gases de efecto invernadero, resultado de la quema de combustibles fósiles. En una tabla de posiciones queda muy lejos de los grandes emisores: China y Estados Unidos.

La conexión entre desarrollo y consumo de energía es directa y Elisabeth explica que la clave para frenar el calentamiento global es separar crecimiento económico de consumo de combustibles fósiles. En Europa, incluso, empieza a circular con fuerza la idea del decrecimiento. “Pero vos eso en Argentina no lo podes hacer, porque tenés 40% de pobres”, explica.

Pan para hoy, hambre para mañana

Las últimas dos semanas de 2019, Argentina estuvo sumergida en dos temas que tomaron toda la agenda: esta vez las discusiones giraban en torno a un ambicioso paquete de medidas económicas que el nuevo gobierno pretendía aprobar para combatir la crisis económica (que viene de largo pero se recrudeció en los últimos dos años) y el segundo tenía que ver con la modificación de una ley en Mendoza, una provincia a los pies de los Andes que autorizaba el uso de sustancias tóxicas, entre ellos el cianuro, para hacer megaminería.

mendoza marcha agua
En Mendoza, miles de personas salieron a la calle para repudiar la norma que permitía el uso de tóxicos en la minería. (Foto: Telam)

Que estos dos conflictos hayan coincidido en la siempre agitada vida política argentina no fue casualidad: en medio de una crisis económica con casi 40% de pobreza, 50 % de inflación anual y una deuda de 270 mil millones de dólares, Argentina se enfrenta a una disyuntiva entre crecer — y generar dólares — y al mismo tiempo cuidar sus recursos naturales, que son muchos.

Crecer, pero con estrategia

Argentina tiene una gran zona de yacimientos minerales en las provincias de Cuyo. Hay litio en Jujuy, donde también hay muchísimo sol. En la Patagonia hay petróleo, sí, pero también viento. En 2011, YPF, la petrolera del Estado argentino, anunció un "espectacular" descubrimiento de petróleo en la Patagonia, en el yacimiento Vaca Muerta.

Lo que Elisabeth y buena parte del movimiento ambientalista propone no es detener el desarrollo ni terminar con las industrias. “La pregunta es qué desarrollo me interesa”, explica. “¿Me sirve el desarrollo chino con todas las grandes ciudades contaminadas y la población enferma?”, se pregunta. “Si los economistas me dicen que necesitamos Vaca Muerta para pagar la deuda, ok, pero entonces usemos ese recurso para generar desarrollo real”.

Por eso, para ella hay dos cuestiones clave: una, que el desarrollo y la industrialización estén guiados por una estrategia política orientada a salir de la economía primarizada (es decir, basada en la exportación de materias primas), que genera divisas pero en el corto plazo, poco empleo y agota el recurso sin generar desarrollo real.

La otra, que ese desarrollo sea lo más “verde” posible, impulsado por energías renovables (como la eólica y la solar), y no tanto por los hidrocarburos.

Por ahora, el nuevo gobierno dio algunas señales: el ministro de producción, el economista Matías Kulfas, dijo cuando presentó a su equipo que pondrán en marcha "una agenda productiva sustentable". "Vamos a generar cadenas productivas en recursos naturales que sean no extractivas sino inclusivas e incorporar la agenda de la industrialización verde, nuestro Green New Deal", aseguró.

Si las declaraciones del ministro pasarán de puras intenciones a realidades todavía está por verse.

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