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Descubren que las diferentes razas de perros tienen cerebros diferentes, por efecto del hombre

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La cría selectiva ha acabado por modificar la estructura cerebral de los perros

PlayGround

03 Septiembre 2019 19:11

A lo largo de centenares de años, los humanos hemos modificado el aspecto de los perros a través de la cría selectiva. Ello ha dado pie a decenas de razas distintas, cada unas con sus particularidades físicas y de temperamento.

Ahora, un nuevo estudio ha descubierto que estas peculiaridades también afectan al cerebro de los perros. Es decir, el hecho de potenciar ciertos comportamientos a través de la cría ha acabado por influir en la anatomía cerebral de los canes.

El estudio fue realizado por el departamento de Biología Evolutiva Humana de la Universidad de Harvard y acaba de ser publicado por Journal of Neuroscience.

Para llevarlo a cabo, los investigadores empezaron por realizando resonancias magnéticas a perros domésticos de 33 razas distintas.

Lo que descubrieron es que las diferentes razas de perros tienen una anatomía cerebral diferente, pero que estas variaciones no estaban simplemente relacionadas con el tamaño del cuerpo o la forma de la cabeza.

— Vídeo relacionado —

Los investigadores, liderados por Erin Hecht, identificaron seis redes de regiones cerebrales que tendían a cambiar de tamaño en función del perro y que también variaban cuando iban juntas. Esto llevó a Hecht y su equipo a deducir que estas regiones estaban conectadas a distintos comportamientos.

El siguiente paso fue plantearse si la diferencia en la estructura cerebral tenía conexión con las habilidades específicas de cada raza.

El equipo analizó entonces cómo las distintas redes cerebrales variaban en los perros en función de los rasgos para los que habían sido criados. Lo que encontraron es que cada una de estas redes cerebrales guarda correlación con al menos un rasgo de comportamiento.

Las razas utilizadas por la policía, por ejemplo, mostraban diferencias significativas respecto a otras razas en la red relacionada con el olfato y la vista. Los perros criados para peleas, en cambio, mostraban cambios en la red que representa las respuestas al miedo y la ansiedad.

— Vídeo relacionado —

Otro ejemplo: un área asociada a la interacción social situada en el córtex prefrontal tenía la misma variación en perros criados para el pastoreo, la actividad militar, el control de plagas, la recuperación de aves en la caza o la lucha deportiva. Esto tendría sentido teniendo en cuenta que dicha parte del cerebro está involucrada en la planificación de comportamientos cognitivamente complejos.

Para Hecht, estos hallazgos demuestran que se podría utilizar la neurociencia para seguir refinando las tareas especializadas para las que criamos y entrenamos perros, especialmente en casos como los de los perros de rescate o el trabajo de terapia.

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