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Artículo ¿De verdad los médicos victorianos inventaron el vibrador para tratar la histeria? Now

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¿De verdad los médicos victorianos inventaron el vibrador para tratar la histeria?

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ARTE PLAYGROUND
 

Es posible que la historia que te contaron sobre el orgasmo femenino no tenga nada de cierta

A.P.G.

17 Septiembre 2018 12:46

Es posible que algunas de las siguientes imágenes te resulten familiares. Mujeres victorianas, mujeres en blanco y negro, estiradas en una camilla médica. Y es posible que la teoría también te suene: los médicos en la Inglaterra del siglo XX utilizaban vibradores para “uso médico”, esto es, para tratar la supuesta histeria de las mujeres.

Esta historia te la han repetido un puñado veces y ha sido carne de clickbait en numerosos medios, sobre todo en los últimos años. Basta teclear en Google las palabras mágicas (histeria vibrador) para hallar más de 40.000 resultados con titulares llamativos. “Historia del consolador, un invento para tratar la histeria femenina” o “Los médicos inventaron el vibrador hartos de masturbar a las mujeres histéricas” son solo un par de ejemplos que aparecen con una búsqueda rápida.

Y sí, nosotros mismos también caímos.

VÍA WELCOME COLLECTION

Pero, ¿qué pasaría si lo que te han contado no fuera exactamente así? ¿Si la historia —que tiene mucha miga, claro está— fuera más una fantasía que una evidencia científica? Un artículo de la BBC Mundo desmonta esta hipótesis a partir del testimonio de una historiadora especialista en sexualidad, Hallie Lieberman.

Lieberman, autora de “Buzz: A Stimulating History of the Sex Toy”, desmonta de un plumazo toda esta palabrería y afirma que no ha encontrado “ni una sola evidencia científica que refuerce este planteamiento”. Lo único que ha encontrado es que esta historia se ha replicado infinidad de veces (en prensa, pero también en obras académicas) sin que ningún experto haya arrojado alguna prueba real.

Entonces, ¿dónde surge esta teoría? Absolutamente todas las notas y artículos que hacen referencia al origen del vibrador vinculado a los médicos victorianos se remiten a un único estudio. El ensayo, denominado “La tecnología del orgasmo. La historia, los vibradores y la satisfacción sexual de las mujeres”, de Rachel P. Maines, fue publicado en el año 2010. Desde entonces, la hipótesis de “La Tecnología del orgasmo” se ha dado como verídica sin que, al parecer, haya sido revisada de una forma exhaustiva.

Lieberman sugiere que las imágenes que se han difundido (y que en teoría probaban que los médicos proporcionaban orgasmos a las mujeres para tratar la histeria) no serían más que imágenes de la época de rutinarias pruebas ginecológicas. Es decir, que se ha malinterpretado completamente el significado de estas imágenes en las que aparecían mujeres tumbadas y semidesnudadas y médicos palpando por debajo de sus faldas.

La experta, según cuenta en BBC Mundo, está convencida de que si realmente se hubiera utilizado vibradores para “uso médico” habría quedado registrado en archivos o informes médicos. Sin embargo, Lieberman, que ha rebuscado, no ha encontrado ningún documento que refuerce este teoría más allá del propio ensayo. La historiadora también considera poco probable esta hipótesis ya que cree que algo tan sexual (en una sociedad tremendamente conservadora) hubiera suscitado controversia. Y esa controversia, como mínimo, tendría que estar documentada en algún sitio.

¿Y qué dice la autora del ensayo original de todo esto? The Atlantic consiguió ponerse en contacto con P. Maines y, sorpresa, la ensayista ha recalcado algo que, si bien ahora, parece fundamental. P. Maines ha dicho que lo que ella escribió era, claro, sencillamente una hipótesis. También se ha mostrado sorprendida por la repercusión que ha tenido su ensayo en los últimos 15 años. Y ha dicho que ya le extrañaba a ella que nadie le hubiera refutado en todo este tiempo la teoría a tenor de la “escasa” evidencia científica que ella misma aportó. “Pensé que iban a atacarlo inmediatamente”. Pero pasaron casi 20 años.

El caso ejemplifica muy bien aquello de “no dejes que la realidad estropee una buena historia”.

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