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La OMS reconocerá la medicina tradicional china y los científicos están indignados

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Estas pseudoterapias no poseen un aval científico y además causan la muerte y el maltrato de miles de animales

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04 Octubre 2018 15:35

La sorpresa ha sido mayúscula para la comunidad científica, la Organización Mundial de la Salud incluirá las prácticas de medicina tradicional china en la onceava edición de la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD), un manual de referencia para médicos de todo el mundo.

Nadie se lo explica: ¿cómo es posible que el organismo con más peso en los sistemas sanitarios del mundo se posicione a favor de unas prácticas que no tienen el aval científico? ¿Y cómo puede apoyar un negocio que fomenta la caza y el maltrato de especies animales, algunas en peligro de extinción?

La OMS respondía a las preguntas de Nature sobre su decisión afirmando que su Estrategia de Medicina Tradicional “proporciona una guía para los estados miembros y otros participantes para regulación e integración de productos, prácticas y practicantes de medicina tradicional y complementaria, con una calidad comprobada".

Añadió que su objetivo era “promocionar prácticas seguras y un uso efectivo de la medicina tradicional mediante la regulación, investigación e integración de productos de medicina tradicional, practicantes y prácticas en los sistemas de salud, cuando sea apropiado”.

Otro de los argumentos de la OMS daba mucho que pensar: los tratamientos tradicionales son menos costosos y más accesibles que la medicina occidental en algunos países. De hecho, la expresidenta de la OMS, Margaret Chan (2006-2017), que apoyaba la medicina tradicional china y aplaudía los planes para su desarrollo de China, impulsó una estrategia a 10 años para integrar la medicina tradicional china en las prácticas médicas modernas, con tal de conseguir cobertura sanitaria universal.

Pero, ¿no debería ser la medicina tradicional china una opción complementaria y voluntaria a los tratamientos de salud científicos? En otras palabras: ¿está la OMS proponiendo que a las personas que no puedan permitirse una atención médica se las diagnostique y trate mediante los preceptos de unas prácticas que por su falta de aval científico muchos consideran meras creencias?

El paso de la OMS se alinea con el empuje de la medicina tradicional por parte de China en los últimos años, dentro y fuera del país. El Partido Comunista de China ha abierto centros de medicina en más de dos docenas de ciudades del mundo: Barcelona, Budapest, Dubai acogen institutos que forman y practican estos tratamientos ancestrales. Además, el impulso que le ha dado ha generado un mercado de 50 millones de dólares en el mundo y un aumento del consumo de un 54% durante el período 2016-2017 en la zona del Cinturón y la Ruta de la Seda.

Asimismo, China ha prometido un acceso universal a las prácticas de medicina tradicional a toda su población hacia 2020 y una industria en expansión hacia 2030, que incluye desarrollar el turismo asociado a estas prácticas.

El artículo de Nature, que valora la inclusión de las prácticas tradicionales, para curar señalan su falta de comprobación mediante el método científico, la carencia de ensayos clínicos que respalden su uso y el riesgo de intoxicación que pueden causar algunos tratamientos. Además, indicaba que son hasta 230.000 denuncias anuales las que recibe la agencia de fármacos china por los efectos adversos de la medicina tradicional china.

Pero las órdenes son claras. Cuando el ICD se publique, el capítulo 26 recogerá estas prácticas tradicionales y contará con fragmentos como este, para diagnosticar algo llamado “síndrome de la sed debilitante”, que se caracteriza por hambre excesiva y aumento de la necesidad de orinar, y que explica por “factores que acaban con los fluidos yin en el pulmón, el bazo o el riñón, sistemas que generan fuego y calor en el cuerpo”. Lo que un médico diagnosticaría como diabetes, el practicante de la medicina china lo trataría con acupuntura, moxibustión (una práctica en la que se queman hierbas cerca de la piel del paciente), recetando tónicos y alimentos ‘fríos’, como el té de espinacas, el apio, las judías de soja.

Lo sorprendente de la noticia es cómo se ha llegado hasta aquí. Todo empezó con el presidente Mao, que aunque él mismo afirmó no creer en la medicina tradicional china, le dio una buena propaganda para que los millones de ciudadanos chinos pudieran creer que tenían acceso a la sanidad. Su expansión fue inmediata y coincidió con un periodo en el que, en Occidente se debilitaba la creencia en las propias tradiciones espirituales. ¿Qué mal hay en creer en las energías del qi, el yin y el yang? Probablemente no tardaremos mucho en comprobarlo.

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