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Libre, seguro y gratuito: así quieren las mujeres que sea el aborto en Argentina

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"No estamos jugando un Boca-River, estamos discutiendo la posibilidad de que el Estado reconozca a través de una ley el derecho que tenemos las mujeres a practicarnos un aborto”

silvia laboreo

27 Febrero 2018 14:26

¡Aborto legal, seguro y gratuito! reclamaban el lunes las 5.000 personas que habían acudido a la llamada de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto legal, Seguro y Gratuito en Buenos Aires. Paralelamente, Twitter gritaba por este derecho fundamental con un tuitazo masivo bajo el hashtag #AbortoLegalYa.

Miles de mujeres ocupaban las avenidas adyacentes al Congreso de la Nación argentino armadas con un pañuelo verde, símbolo de una lucha que llevan años defendiendo. El reclamo, que había crecido en los últimos años de manera vertiginosa, estalló el pasado día 19 delante del máximo órgano legislativo del país.

Un terremoto imparable y tan fuerte que obligó al Gobierno argentino a pronunciarse. El viernes anunciaba que el proyecto de ley para un aborto legal, seguro y gratuito se debatiría en el Congreso argentino. El primer paso de un largo camino y una pequeña alegría para el movimiento que desde hace años intenta que el Gobierno salde esta deuda histórica con las mujeres. En PlayGround hemos hablado con diversos colectivos, organizaciones y feministas argentinas para conocer cuál es el estado del derecho al aborto en el país latinoamericano.

Silencio, culpa, violencia y estigma: las principales trabas del aborto en Argentina

La interrupción del embarazo en Argentina es legal por dos causales: se puede abortar en caso de violación y cuando el embarazo afecta a la salud, entendida esta en un sentido amplio (física, psíquica y social). El fallo F.A.L. de la Corte Suprema judicial de 2012 indicó que el Estado tiene la obligación de garantizar que se cumpla la ley y las personas puedan interrumpir el embarazo. El sistema público practica abortos y es muy raro que una mujer acabe en la cárcel por abortar. Entonces, ¿qué es lo que falla? Por un lado, la implementación de la ley sigue siendo deficitaria y tan solo 8 de los 25 estados provinciales tienen protocolos de acuerdo con ella. Por el otro, los mecanismos de prohibición efectiva de un aborto libre son mucho más sutiles.

“Las trabas son a través de obstáculos, dilataciones, objeción de conciencia que tendría que ser privada pero nunca de todo el sistema público, impedimentos no directos del sistema de salud”, explica Luciana Peker, escritora, periodista y una de las impulsoras del movimiento Ni Una Menos. Además, que el aborto no sea legal permite escenas de violencia institucional, violencia obstétrica o “incluso tortura dentro de la salud pública”, puntualiza Sabrina Cartabia, abogada feminista e integrante de Red de Mujeres.“Se dan casos de legrados sin anestesia a mujeres que se sospecha que se han practicado un aborto". Tampoco hay un mecanismo de resolución de conflictos. "Si el médico no quiere hacer abortos no hay un mecanismo institucionalizado que permita su resolución”, añade.

Créditos: Colectivo Emergentes

“Yo he acompañado a abortar a compañeras y amigas con las que al final he acabado en el hospital, teniendo que dar explicaciones, pasando por el cuestionamiento y la violencia por parte del personal de salud”, cuenta Georgina Orellano, trabajadora sexual y secretaria general de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina, AMMAR. “El estigma y la clandestinidad que rodea nuestro trabajo, unido a la clandestinidad del aborto, crea un escenario que provoca que cuando una mujer quiera acceder a la información o interrumpir el embarazo lo tenga que hacer en total soledad”, añade Orellano.

Esta clandestinidad afecta, sobre todo, a las mujeres más empobrecidas. “En el barrio en el que yo vivía había una vecina con 8 hijos que se quedó embarazada nuevamente. Se hizo un aborto con perejil y tuvo que ser internada en el hospital con una fuerte infección. A los pocos días la mujer falleció. En el barrio se decía que se lo merecía, que había matado a su hijo. Pero nadie se puso en el lugar de la mujer. Tenía 8 hijos y nunca había accedido a la información sobre anticonceptivos”, recuerda la secretaria de AMMAR.

Todo será más duro, violento y difícil de procesar si no se tienen medios económicos. Pero que la práctica esté estigmatizada y prohibida también afecta a las mujeres ricas. "Sabemos de mujeres que pagan enormes sumas de dinero pero se encuentran mucha violencia. De hecho, hay veces que las estafan, no les provocan el aborto pero ellas no pueden denunciar porque saben que estaban recurriendo a algo ilegal", explica Cartabia.

Más allá de la clase social, hay 2 factores que afectan a todas las que deciden abortar: el silencio y la culpa.

Era algo que no se decía claramente pero enfrente de mi casa vivía una partera y yo veía salir y entrar mujeres de allí. Mis primas mayores venían a la casa familiar, mi mamá las acompañaba a la partera y después se quedaban un día en cama

Mabel Bellucci

“La prohibición del aborto tiene un peso más moral que jurídico. Todas las mujeres que vivimos en este país sabemos que existe un evento biológico que se puede dar en algún momento y condiciona nuestras vidas y nuestra libertad”, mantiene Cartabia.

A este tabú y moral que rodea al aborto ha contribuido, en gran medida, el peso que la Iglesia católica tiene en Argentina. “En los países anglosajones y socialistas no suele estar presente la culpa, ese ‘estoy matando a una vida’ que tiene que ver con nuestras tradiciones judeocristianas”, cuenta Mabel Bellucci, activista feminista queer y autora de Historia de una desobediencia: Aborto y Feminismo.

“En 2001 hicimos un taller donde tuvimos la oportunidad de hablar con activistas de países nórdicos. Cuando les contábamos a las suecas todo lo que significaba el aborto para nosotras, ellas nos miraban como diciendo What is this?? Para ellas era como irse a sacar una muela, lo tenían todo garantizado, lo discutían y abortaban”, recuerda Bellucci.

"Sabemos de mujeres que pagan enormes sumas de dinero pero se encuentran mucha violencia. De hecho, hay veces que las estafan, no les provocan el aborto pero ellas no pueden denunciar porque saben que estaban recurriendo a algo ilegal"

Sabrina Cartabia

Mabel ha abortado tres veces en su vida. La primera a los 15, las otras 2 en los 70 cuando estaba en la Universidad. Durante esos años la pastilla anticonceptiva estuvo prohibida en Argentina. La difusión sobre el uso de anticonceptivos era prácticamente inexistente “y además tenías que lidiar con varoncitos machirulos que no querían usar preservativo”, recuerda Bellucci. Era demasiado fácil quedarse embarazada. Mabel abortó igual que lo hicieron antes su abuela, su madre, su prima. “En la familia de mi mamá había muchísimas mujeres. Cuando era adolescente yo ya sabía que existía el aborto. Era algo que no se decía claramente pero enfrente de mi casa vivía una partera y yo veía salir y entrar mujeres de allí. Mis primas mayores venían a la casa familiar, mi mamá las acompañaba a la partera y después se quedaban un día en cama”, explica la activista. “Me fui haciendo una idea de que había algo allí, algo que por supuesto nadie decía”, añade.

Autogestión y misoprostol para abortar de forma libre

Pese al silencio, el estigma, los impedimentos al aborto libre y que aún siga siendo la primera causa de muerte materna en Argentina , el número de mujeres fallecidas ha disminuido en los últimos años. Esto tiene que ver en gran medida con las redes de autocuidados que funcionan en el país. Donde antes actuaban las parteras, ahora lo hacen las socorristas.

Socorristas en Red es una articulación de 42 colectivos feministas que dan información y acompañan a las mujeres en sus abortos. Este movimiento, heredero del Jane Collective, el grupo clandestino de feministas de Chicago que entre 1969 y 1973 ayudó a muchas mujeres a abortar, nació en 2012 en el colectivo La Revuelta y poco a poco fue replicándose en muchas más organizaciones.

Socorristas en Red

Las mujeres y cuerpos gestantes que desean abortar contactan con las diferentes socorristas a través de los números que aparecen en su página. Tras reunir a varias mujeres, se organizan encuentros grupales donde se les informará sobre las posibilidades y derechos. “Acordamos con ellas cuándo serán los mejores días teniendo en cuenta su situación en particular: trabajo, si su pareja lo sabe o no, etc. En el momento del aborto les hacemos seguimiento telefónico y luego les ofrecemos controles médicos posteriores en centros sanitarios amigables donde no las cuestionen y las escuchen”, resume Ruth Zurbriggen, del colectivo La Revuelta.

Las Socorristas no son las únicas en Argentina que ofrecen información sobre el aborto. Mabel Bellucci recuerda la publicación en 2012 de Todo lo que querés saber sobre hacerse un aborto con pastillas, un libro de Lesbianas y Feministas por la Descrimininalización del Aborto que ofrece información sobre abortos farmacológicos. Años más tarde, el Colectivo de Salud feminista amplía la oferta a toda Latinoamérica a través de la web Cómo Hacerse un Aborto.

Además de teléfonos, asociaciones, materiales y herramientas, en la propia página aparece un vídeo que enseña cómo practicarse un aborto con pastillas de manera segura. “Cuando alguien tecleaba como abortar en Youtube aparecían 'grupos provida' y consignas como aborto muerte, muy asociado al peligro y al trauma. Nos parecía que valía la pena hacer un vídeo para darle otra mirada al aborto”, explica Tomás Halfon, integrante del Colectivo.

Tanto las Socorristas, como el libro de Lesbianas y Feministas por la Descrimininalización del Aborto o la iniciativa de Colectivo de Salud Feminista indagan en el uso del misoprostol. Este medicamento para la artritis ha sido utilizado desde los años 90 por las mujeres argentinas para interrumpir sus embarazos. De venta en farmacias, ha contribuido a quebrar el nexo de dependiencia de las mujeres respecto a los médicos. Y ha abierto una grieta por la que cada año entran miles de mujeres deseosas de tomar el control de sus propios cuerpos.

Yo he acompañado a abortar a algunas compañeras y amigas con las que al final hemos acabado en el hospital, teniendo que dar explicaciones, pasando por el cuestionamiento y la violencia que hay por parte del personal de salud

Georgina Orellano

Aún con todo, el misoprostol presenta varios problemas. “En nuestro país no contamos con el medicamento combinado (misoprostol y mifepristona), el método ideal para garantizar el aborto, ya que la mifepristona no está registrada y no se comercializa”, explica Zurbriggen, de Socorristas en Red. Por otro lado, el precio del misoprostol no ha dejado de aumentar. En 2014, la caja de 16 comprimidos de misoprostol costaba 452 pesos. En febrero de este año el precio alcanza un valor aproximado de 2.800 pesos en el mercado legal. “En el mercado informal puede tener cualquier valor”, remarca Cartabia, de Mujeres en Red. ¿Las razones? “Por un lado Argentina está transitando una crisis económica que afecta a todos los aspectos de la vida, también a los medicamentos”, explica la abogada. Además, existen un monopolio de producción de misoprostol por parte del laboratorio Beta ante el cual el estado no interviene. “En otros países el misoprostol es muy barato. Aquí en Argentina está aprobado por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), pero no ha sido aceptado como un medicamento de uso obstétrico pese a que la OMS lo ha reconocido como esencial. Eso plantea un problema a la hora de pensar en una producción pública que reduciría en gran medida los costos”, resume Cartabia. Y mientras eso ocurre, las mujeres argentinas seguirán haciendo malabares para conseguir la medicación que garantice el ejercicio de este derecho fundamental.

Debatir en el Congreso, aprobar la ley, ampliar el debate: las metas de un camino de décadas

La luz verde del Gobierno de Mauricio Macri, que ha puesto el aborto en la agenda política argentina y permitirá que el Proyecto de ley IVE se trate en el Congreso de la Nación, “no es más de lo que en un país democrático debe suceder”, alega Viviana Norman, integrante de la Campaña Nacional. “Ya se presentó 6 veces y el próximo 6 de marzo será la séptima. No olvidemos que para nosotras esta es, sin duda, una deuda de la democracia”, mantiene. “Estamos atentas, expectantes, pero con cautela y muy prudentes”, añaden las integrantes de la Campaña.

“Esto va a poner a prueba nuestra capacidad de convencimiento ante el Congreso. No lo tenemos todo ganado, ni mucho menos”, incide Ruth Zurbriggen de Socorristas en Red. “Tenemos que ser capaces de responder con todos los argumentos para que el debate tenga la altura que se merece. No estamos jugando un Boca-River, estamos discutiendo la posibilidad de que el estado reconozca a través de una ley el derecho que tenemos las mujeres a practicarnos un aborto”, añade.

No estamos jugando un Boca-River, estamos discutiendo la posibilidad de que el estado reconozca a través de una ley el derecho que tenemos las mujeres a practicarnos un aborto

Ruth Zurbriggen

Sobre todo, porque la legalización supondría abrir la puerta a más derechos.

“Es un cambio muy ambicioso para poder debatir luego otras cuestiones que tienen que ver con la autodeterminación y con el poder de decisión sobre nuestros propios cuerpos. Y para dar inicio así al debate sobre el trabajo sexual”, incide Georgina Orellano, de AMMAR. “El movimiento de la mujer está a la altura de las circunstancias para plantear cuestiones de agenda feminista y poder discutir y cuestionar ciertos privilegios que hay en esta sociedad machista y patriarcal”, argumenta.

Otras, como Mabel Bellucci, ven la aprobación de la ley como una oportunidad para abrir aún más el debate.

“Creo que es necesario que haya una ley, pero en paralelo también considero que hay que abrirse a otros espacios, movimientos y sujetos políticos. Que no solo sea la mujer heterosexual, que se enriquezca con otras miradas”, opina. “Instalar otros debates como la noción de cuerpos gestantes (que aparece ya en el artículo 10 del proyecto de ley presentado por la campaña), la noción de ‘decido y no me pongo en riesgo’ porque tengo lo asegurado colectivamente y además tengo orgullo de abortar”, añade. “Que el no querer abortar sea una posibilidad dentro de un universo. Me parece que es mucho más difícil instalar el no querer que el no poder, porque ahí te chocas con el mandato de la maternidad obligatoria”, explica.

Créditos: colectivo Emergentes

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