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Opinion Lo que hacemos mal al hablar sobre asesinatos de personas trans Now

Lo que hacemos mal al hablar sobre asesinatos de personas trans

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Lo que hacemos mal al hablar sobre asesinatos de personas trans

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A la hora de escribir sobre asesinatos de personas trans cometemos varios errores imperdonables. El primero y principal: llamarlas por su nombre de nacimiento si ya no lo utilizan. Para evitar fomentar odio y prejuicios, hemos creado esta guía rápida que te ayudará a no usar palabras que causan un daño irreparable

En el último año han sido asesinadas 369 personas trans y género-diversas en todo el mundo, según los datos que el Observatorio de Personas Trans Asesinadas (TMM) ha recogido desde el 1 de octubre de 2017 hasta el 30 de septiembre de 2018. Debido a la gravedad del asunto -ha habido un aumento de 44 casos respecto a 2017 y en esta década se han registrado 2.982 homicidios en 72 países-, no es de extrañar que la violencia que sufre esta parte del colectivo LGTB+ ocupe los titulares de una prensa que tradicionalmente ni siquiera se hacía eco de ello.

Sin embargo, como ocurre con buena parte de la información sobre femicidios, el desconocimiento sobre esta violencia hace que muchas veces los medios llenemos sus historias de morbo y nos quedemos solamente con el impacto del número. La asociación estadounidense GLAAD, que vela por la correcta representación de las personas LGTB+, ya subrayó esta mala praxis en un informe del pasado marzo, en el que remarcó que “somos más que una cifra”.

Para evitar esta trampa, aquí van una serie de errores comunes que los medios de comunicación cometemos a la hora de informar sobre asesinatos de personas trans, que son extensibles a la hora de informar sobre realidades trans en general.

1. Presentar el asesinato como un número más deshumaniza a la víctima

Nunca hay que tratar el asesinato com uno más que se suma a una larga lista porque, con ello, estamos quitándole importancia a la víctima, como si una sola no fuese suficiente para concienciar sobre esta tragedia. Además, al usar fórmulas como “el año más mortal” o “un número extremadamente elevado” estamos cayendo en una falsa narrativa, puesto que hay muchos asesinatos a personas trans o con otras identidades de género que no se denuncian, no trascienden a los medios u organizaciones o simplemente no se conocen porque no se han considerado como tal. Por eso, nunca podemos estar seguros de que el número de víctimas total sea el real.

En lugar de centrar la noticia en la jugosa cifra del titular, es preferible centrar el foco en quién era la víctima. Narrar su historia.

2. Usar su nombre de nacimiento es transfobia

No hay que utilizar NUNCA el nombre de nacimiento de la víctima si esta ya no lo utiliza. Si hacemos público su nombre, es mejor no utilizar lo que pone en su DNI, ya que quizá nunca llegó a realizar ese cambio legal. Hay que contactar con familiares u organizaciones LGTB+ cercanas para confirmar su nombre.

3. No debemos asignar un género que no es el suyo (misgendering)

Nunca hay que atribuir a una persona trans un género que no es el suyo, una practica que en inglés se conoce como misgendering. Generalmente, las fuentes policiales son las que incurren en esta práctica, ya que se basan en los documentos oficiales que tienen de la víctima. Por eso es tan importante no servirnos solo de la policía como única fuente de información y contactar como hemos dicho con familiares y colectivos.

4. Respetar el modo en que la persona se refería a sí misma

Antes de lanzar un titular revelando la identidad de género de la víctima, hay que comprobar cómo se identificaba la persona y utilizar SIEMPRE los pronombres que la víctima utilizaba para referirse a sí mismo o así misma.

En septiembre, muchos medios como El País informaron sobre el asesinato de una persona trans en Valladolid, la Ely. Sin embargo, tal y como confirmaron las asociaciones locales, no era una persona trans; sino un hombre homosexual que en el momento del crimen iba de drag. Nunca hay que dar nada por hecho basándonos en la apariencia y jamás hay que utilizar la genitalidad como herramienta para retratar a la víctima. Por eso, deben estar totalmente prohibidas expresiones como “la víctima, que iba vestida de mujer”.

5. No caer en “se lo han buscado”

Un error común en los medios es culpar a las personas trans de la violencia que sufren. Las informaciones periodísticas jamás deben incluir frases que den a entender al lector que la víctima “se lo ha buscado” porque llamaba la atención, vestía de forma provocativa, iba sola por la noche o mantenía relaciones sexuales a cambio de dinero. Estamos hablando de un colectivo que padece unas altas tasas de desempleo, pobreza y discriminación y criminalizarlo por estos motivos supone justificar sus muertes.

6. Hay que hablar de su entorno huyendo del paternalismo

Tal y como destaca la editora de them, Meredith Talusan, “en la mente de la gente las personas trans, y en especial las mujeres trans negras, han elegido vivir en condiciones marginales”. Si en nuestras informaciones ofrecemos una visión maniquea del contexto en el que viven, el lector pasará por alto que las personas trans y de género diverso viven en condiciones duras debido al acoso y discriminación sistemático al que están expuestas. Siguiendo la argumentación de Talusan, no todas “viven con familias que las apoyan, terminan sus estudios y consiguen un trabajo”.

7. Cambiar la espectacularización de los hechos por un retrato positivo de la víctima

Exponer si la persona está transicionando, qué ropa llevaba puesta, qué atributos o rasgos físicos revelaban su género o si tiene algún pasado relacionado con drogas o trabajo sexual muchas veces fomenta prejuicios y no aporta absolutamente nada relevante, aparte de estigmatizar. En lugar de eso hay que humanizar a la víctima y presentar sus logros personales, aspiraciones o intereses.

8. Y, como ya hemos apuntado antes: hay que contrastar siempre el relato policial

Lo repetimos otra vez como si fuera un mantra porque es algo esencial: no hay que quedarse solo con la versión policial, hay que conocer la versión de las asociaciones locales. Los colectivos, agrupaciones o fundaciones LGTB+ están en contacto con los familiares y podrán proporcionar información más precisa y real de la víctima.

Con nuestras palabras estamos confeccionando un retrato de la sociedad que después presentamos al público con la intención de que se hagan la misma imagen que nosotros tenemos. Somos responsables de lo que escribimos. Por eso, informar no consiste solo en ponerse el pin por ser el primero en publicar una historia, sino en publicarla correctamente y con rigor sin reproducir odio y daño a través de nuestras letras.

La transfobia fomenta más transfobia y está en nuestras manos dejar de publicarla.

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