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Artículo ‘Angels in America’: la crisis del sida nos deshumanizó Culture

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‘Angels in America’: la crisis del sida nos deshumanizó

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Teatro Lliure
 

La fase final del VIH había acabado con la vida de 14.000 estadounidenses solo en 1989: cómo pudimos llegar hasta ahí es lo que se pregunta la obra teatral 'Angels in America', que retrata la crisis del sida y el papel que tuvo el Gobierno estadounidense y la Iglesia en el despliegue de la epidemia.

Rubén Serrano

08 Noviembre 2018 12:27

La epidemia del sida, que marcó el final del siglo pasado, evidenció la falta de solidaridad y empatía del ser humano con sus semejantes. Esta deshumanización se respira en Angels in America, una obra teatral que fue escrita para provocarle un desgarro al espectador y que este mes el Teatre Lliure sube a escena en Barcelona. Ganador del Premio Pulitzer, el texto de Tony Kushner revive la tragedia que supuso esta enfermedad para confrontarnos con la parte más cruel de nuestra propia naturaleza: nos habla de racismo, homosexualidad, clasismo y política.

La relevancia de Angels in America se encuentra en su carácter crítico y contestatario. La obra, que se estrenó en 1991 y aterrizó en Broadway en 1993, causó toda una revolución por denunciar el abandono que hizo el gobierno de Ronald Reagan con el sida. El presidente tardó seis años en nombrar la palabra en un discurso público y, ante su silencio, una parte de la ciudadanía decidió mirar hacia otro lado mientras la fase final del VIH había acabado con la vida de 14.000 estadounidenses solo en 1989, el último año de su mandato, y el número de casos de sida registrados había llegado a los 100.000.

La obra de Kushner se ambienta en el Nueva York de 1985 y 1986 para recordarnos esa época en la que hicimos de la necropolítica nuestra bandera. El concepto de "necropolítica", que fue acuñado por el filósofo camerunés Achille Mbembe para denunciar que para el poder unas vidas tienen más valor que otras, quedó de manifiesto con esta crisis. Por la sociedad corría la distorsionada creencia de que el sida y el VIH eran una cosa de homosexuales, pobres, drogadictos y negros; algo que quedaba muy lejos de los hombres blancos de alta cuna del país de las oportunidades. En la obra, estos planteamientos quedan plasmados en personajes como Lou, un judío de bien que abandona a su novio cuando descubre que es seropositivo, o el abogado Roy Cohn, basado en el verdadero Cohn, que fue la mano derecha del senador republicano Josep McCarthy y murió de sida.

Angels in America fue una obra revolucionaria al señalar el papel que tuvieron en la epidemia del sida el discurso de la Iglesia, la pasividad del gobierno de Ronald Reagan y la industria farmacéutica.

La obra presenta a Estados Unidos como un país donde confluyen varias razas y varias religiones —aparte del judaísmo, también tienen cabida en la pieza el protestantismo y los mormomes—, para remarcar que lo que a priori parece ser una América deseable es en realidad una América de mierda: una clase burguesa y acomodada que desprecia a los enfermos de sida; la utilización del sentimiento religioso de culpa para dictaminar sentencia contra las personas seropositivas; la negativa por parte de las personas que ocupan posiciones de privilegio a aceptar la evidente discriminación que sufre la comunidad negra; y, por supuesto, la imagen pública, el poder y la vergüenza que mantienen la homosexualidad dentro del armario.

“La justicia es Dios”, clama uno de los personajes, pero ¿es acaso Dios aleccionador? Kushner combate también la decrépita tesis de que el sida sea una venganza del todopoderoso ante la homosexualidad, un castigo ante el pecado antinatural, una torre de babel contemporánea. Angels in America rechaza divagar sobre cuál es el sentido racional de esta enfermedad porque sencillamente no lo tiene. El virus suponía una sentencia de muerte durante los años 80 pero, según la visión de la Iglesia, afectaba en su mayoría a los infieles. Además, en una época, en la que los antirretrovirales efectivos todavía no existían (y no llegarían hasta 1996, es decir, 15 años después del estreno de la obra), el texto apela directamente al espectador para que se percate de la pasividad institucional y de la lentitud de industria farmacéutica a la hora de frenar el número de fallecidos, algo que también exploraran películas como 120 pulsaciones por minuto y el documental How to survive a plague.

La pieza también es una crítica al conservadurismo más extremo que defiende que esa America llena de mestizajes, de diversidad de razas, lenguas, creencias y sexualidades solo va a traer problemas. Esta posición proteccionista la rebate con fuerza Belize, un hombre negro y anterior drag queen. No obstante, resulta sorprende que la adaptación de Selvas en el Teatre Lliure cuente con un actor blanco para protagonizar su papel.

Es imperdonable y opresor que un actor blanco intérprete un personaje negro que le planta cara al racismo de la sociedad estadounidense.

El colectivo de Actores y Actrices negrx de Barcelona denunció este movimiento nada inclusivo y la obra decidió responder a las críticas de blanqueamiento con un cartel en medio de la función que despertó la risa de los asistentes: “La Kompañía Lliure no cuenta con ningún actor negro. El teatro tiene que reflejar la diversidad de la sociedad. Trabajaremos para que no vuelva a pasar”. Belize sufre escena a escena el racismo de Roy Cohn, un señor que pertenece a la élite estadounidense, y que le profiere insultos como “conguito” o “puta negra”. Es imperdonable y opresor que el papel de Belize no lo interprete un actor negro: una decisión que no le hace justicia a uno de los textos teatrales más destacados del siglo XX.

En 1991, Angels in America se convirtió en una crítica a la mala gestión de la administración Reagan. En pleno 2018, Angels in America se ha transformado en una reprimenda a una sociedad que no ha aprendido del pasado y que ha llevado al poder a Donald Trump y a sus políticas contra la comunidad trans, de levantamiento de fronteras y para frenar el cambio climático; todas ellas con unas consecuencias igual de irreversibles que las de la crisis del sida.

Como apunta la obra de Kushner, lo que tienen en común las decisiones de Trump y de Reagan es que están basadas en un profundo miedo al cambio y a alterar las reglas del juego para que todos los ciudadanos dispongan de las mismas condiciones. “Quiero más vida”, grita Prior, el protagonista que vive con VIH. Justamente, la lección que dejó la epidemia del sida es que la Gran Obra empieza por la ayuda mutua y eso no depende de ningún Dios ni de ningún político. Angels in America solo caducará cuando hayamos acabado con el sida. Guste o no, Angels in America a día de hoy es inmortal.

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