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Por qué las strippers robot de Las Vegas hablan de un futuro tecnológico desilusionante

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/OPINIÓN/ En la feria tecnológica más importante del mundo apenas intervienen en ponencias mujeres, pero sí hay robots con atributos femeninos bailando para divertir a los directores de grandes empresas

astrid otal

11 Enero 2018 15:41

Las Vegas. Al club de nocturno de striptease Sapphire llegan los asistentes de La Feria Electrónica de Consumo (CES) que se celebra estos días en la ciudad. Se trata de uno de los eventos tecnológicos más importantes del mundo porque se enseña el futuro.

Pero es de noche y se ve que apetecen copas en el club, bastante popular. Se ha publicado en los medios que al gerente del local se le ha ocurrido una idea. Ponen a sonar la Obertura de Star Wars y aparecen, ahí, sobre las plataformas, androides strippers con tacones, cámaras CCTV por cabeza y una liga con fagos de billetes en el muslo. Le perrean a la barra. Hay hombres que se levantan y echan billetes. A sus pies se puede leer: ‘Necesito dinero para baterías’. Mientras, por detrás, se contonean las verdaderas strippers de carne y hueso, sin carteles, eso sí. Sería una desfachatez poner "necesito dinero para comer".

Dijo el gerente, Peter Feinstein, que a las autómatas eróticas las han traído desde Londres. Que como todo esto del sector de la tecnología está cambiando y cada vez acuden más mujeres, pues que han pensando en ellas. “Estamos ofreciendo un lugar diferente para ir. Si son seis personas de una compañía y hay dos mujeres y cuatro hombres, aún pueden estar aquí y pasar un buen rato, ver a los robots y no sentir que deben formar parte de un club de striptease”, resumió con ligereza Feinstein a DailyBeast.

Quizá pretendiera ser súper original. O divertido. Atraer a más asistentes de los que ya atrae, aunque sus bailes sean menos eróticos que una batamanta. Pero lo de que piensa en las mujeres, no.

Getty

Al CES se le ha criticado, una vez más, la escasez de mujeres en el programa de ponencias. En diciembre, cuando sacaron el cartel, no había ni una. Debido a las críticas, los organizaciones agacharon la cabeza e incluyeron, aunque insuficientes. De 21, solo 5 subirán al escenario. Azafatas, que aguantan los productos y sonríen sin apenas hablar, hay muchas.

“Para participar en una conferencia como ponente en CES hay que ser presidente o consejero delegado de una gran empresa con reconocimiento en la industria. Nos molesta, pero es un espacio limitado y son muy pocas las mujeres que lo logran”, se sacudió como excusa la organización.

Que lo logran se te mete en los oídos. Como un insulto. Uno, porque las hay y, a raíz de que no las incluyeran en un principio, crearon su propia jornada alternativa. #HereWeAre fue el eslogan.

Dos, porque al igual que en toda la sociedad, el machismo y la discriminación empapan la industria tecnológica. En Google, Apple o Facebook alrededor del 70% de su plantilla son hombres y la presencia de mujeres en las capas altas prácticamente nula.

El New York Times publicaba que, en la industria tecnológica, las mujeres de menos de 25 años cobraban un 29% menos que los hombres de su misma edad. Que las mujeres recibían ofertas salariales un 63% menores que sus compañeros por el mismo trabajo. Que la tasa de mujeres que abandonan el trabajo, un 41%, es el doble que la de los hombres. A Silicon Valley le rodean además casos de acoso sexual. Que lo logran es falaz.

Las robot strippers, que intrísecamente no son el problema, fomentan que se siga viendo a las mujeres como objetos de gratificación sexual. Que su voz siga valiendo menos. “Una máquina es una pizarra en blanco”, escribía Kate Devlin, feminista, experta en IA y defensora de los sexbots. “La sociedad se está replanteando el dualismo sexo/género. ¿Por qué un robot sexual debería ser binario? ¿Por qué no se exploran nuevas ideas inclusivas y de cambio social?”.

Pero no están siendo una pizarra en blanco. La tecnología, que dibuja el futuro, en vez de construir una realidad justa, está proyectando los mismos desilusionantes escenarios. De las primeras cosas que dijo la humanoide a la que se le otorgó la ciudadanía en Arabia Saudí fue que quería ser madre. Un robot, madre. Todo parece deprimentemente igual.

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