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'Soy como los franceses: arrogante'

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Zlatan Ibrahimovic, amado u odiado, la última oveja negra, el delantero del gueto, vuelve a disparar contra el racismo y la hipocresía: 'soy justo como vosotros, deberíais amarme'

Ignacio Pato

10 Enero 2018 12:58

Zlatan Ibrahimovic ha dado una jugosa entrevista en el programa Ma part d'ombre de Canal + Francia. De la corrección política se ha preocupado poco. No esperábamos menos de él.

Ha hablado sobre sus comienzos en el Malmö. "No fui aceptado como los demás. ¿Por qué? Porque me llamaba Ibrahimovic, no Andersson o Svensson o cualquier otro típico apellido sueco. Era extranjero, no era rubio ni tenía la piel blanca de los suecos", ha dicho a su entrevistador, el exinternacional francés Olivier Dacourt. Cuando golpeó a un compañero tras una dura entrada de este, el padre del chico, policía de profesión, llevó una carta al club para que Ibrahimovic fuera expulsado de allí. Zlatan sintió que era diferente, que no fallaba al integrarse. "La oveja negra", resume.

Algo parecido debió sentir cuando con 19 años llegó al Ajax y las primeras palabras de su entrenador, Leo Beenhakker, fueron "si me jodes, te jodo", como ya contamos aquí en el perfil social que le dedicamos a Ibrahimovic.

En la entrevista, Ibrahimovic acusa directamente a la prensa sueca de racismo. "Si me llamase Andersson o Svensson, me defenderían incluso si atracase un banco", ha dicho.

Hijo de padre bosnio musulmán y madre croata católica, Ibrahimovic nació en el barrio de Rosengård de Malmö, un lugar en el que la mitad de sus habitantes han nacido fuera de Suecia. El barrio fue diseñado como barrio futurista para los suecos de los felices 60 y ha acabado convertido en marginado hogar de migrantes y refugiados libaneses, somalíes, iraquíes o exyugoslavos. Rosengård tiene, además, la tasa de paro más alta de la ciudad. Allí empezó a jugar Zlatan en el FBK Balkan, una de las asociaciones de migrantes más antiguas de Europa.

LEE MÁS: El orgullo de ser del gueto, por Zlatan Ibrahimovic

Allí Zlatan desarrolló algo más que talento para jugar al fútbol: conciencia de clase. En su autobiografía escribió "Los otros chicos eran de clase alta, tenían el último modelo de botas". Las suyas eran de 6 euros. "Cuando jugábamos fuera, ellos llevaban encima 2000 coronas y se iban a comer pizza o hamburguesa. Yo les decía que no tenía hambre. Mi padre no había pagado el alquiler para darme 20. Me sentía de Marte". También reconoció que hasta que el Malmö le matriculó en un instituto "bueno" no había visto a ningún chico de su edad con camisa.

En la entrevista vuelve a hablar de otra ocasión en la que su padre también dejó de pagar el alquiler para que él pudiera jugar un torneo. Cuando iba a comer a casa de su madre, esta se dio cuenta de lo mucho que comía Zlatan: era su única comida diaria.

Ibrahimovic se convirtió en uno de los mejores delanteros del mundo -6 nominaciones al Balón de Oro-, y parte de sus méritos los demostró durante cuatro años en el Paris Saint-Germain. Parece una voz autorizada para hablar de Francia... aunque esto no haya gustado demasiado en el país galo, que en esta última entrevista ha tenido que escucharle decir:

"En Francia hay problemas con mi actitud... extraño. ¿Por qué? Me llamáis arrogante y es famosa la arrogancia de los franceses. Soy exactamente como vosotros, deberíais amarme porque represento a Francia muy bien".

"Así soy, y sé perfectamente lo que hago", cerró. Zlatan Ibrahimovic, la última oveja negra de un fútbol que quiere siempre a su rebaño blanco y homogéneo.

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