El expatinador del año Brian Anderson se sincera sobre su sexualidad: "Era un skater grande y rudo, así que nadie tenía ni idea".
En el universo del skate la homosexualidad ha sido históricamente invisible. Es más, las mofas y los “chistes” homofóbos son algo común entre los profesionales y aficionados de este deporte. Tanto es así que ningún skater profesional había salido del armario. Brian Anderson ha sido el primero.
En una entrevista realizada en la serie Reda For The World que realiza Giovanni Reda para Vice Sports, Anderson ha revelado que había mantenido su sexualidad en secreto durante muchos años. "Al escuchar marica todo el tiempo cuando era joven me hizo pensar que era muy peligroso hablar de ello. Tenía mucho miedo. La gente lo hubiera percibido de manera diferente si lo hubiera dicho hace 15 años ".
A sus 40 años, es una de las leyendas del skateboard. Irrumpió en la escena del patín hace 20 años, comenzó su carrera con Toy Machine en los 90, para luego formar parte de la crew Girl. Finalmente decidió seguir con su carrera en 3D, una compañía que el mismo creó en el año 2013. Tal es su trascendencia en el mundo del patín que la revista Trasher lo nombró Skater del Año en 1999.
Anderson confiesa que nunca nadie se imaginó que fuese gay, ya que su imagen de tipo duro hacía que la gente no se plantease su condición sexual:
“Busqué la manera de cómo equilibrar todo para que la gente no me cuestionara al respecto. Además era un skater grande y rudo, así que nadie tenía idea. La gente nunca supo nada. Muchos me preguntan por qué estoy revelando esto ahora y no hace tiempo, cuando pude haber creado un precedente. Y la verdad es que estaba muy asustado, ¿sabes? Me aterraba."
Sin embargo, Anderson asegura que esa frustración y rabia por no poder gritar a los cuatro vientos que era gay le hacía competir ferozmente sobre el monopatín. "Una parte de mí estaba tan irritada y cabreada... Esa rabia me hizo ser más animal en mi monopatín."
A pesar de sus éxitos, ha estado más de dos décadas ocultando su orientación sexual, una carga emocional demasiado grande incluso para alguien que vive con la adrenalina por la nubes en cada salto que da. Nunca es tarde si la dicha es buena.
