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Gustaaf Deloor, de ganar la Vuelta a llegar a la Luna

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La peculiar vida del ciclista belga que ganó las dos primeras Vuelta a España, fue capturado por los nazis y acabó haciendo uno de los motores que permitió al Apolo 11 llegar a la Luna

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16 Mayo 2018 10:53

Decir que Gustaaf Deloor fue un ciclista es quedarse corto. Que fue el ganador de las dos primeras Vuelta a España, también. La de este belga nacido en 1913 no fue, o no debería ser considerada, una vida más dentro de los álbumes de oro del deporte. Para llenar su vacío biográfico en castellano llega Gustaaf Deloor, de la Vuelta a la Luna, de Juanfran de la Cruz (Libros en Ruta).

Deloor competía con su hermano Alfons, y en las dos rondas españolas que ganó Gustaaf -la primera, de 1935, y la segunda en el 36- hicieron gala de una profesionalidad poco habitual en la época. En la prensa nacional chocaba lo poco dados que eran al habitual aprovechamiento de la geografía en beneficio de su propio ocio por parte de los corredores.

"Los belgas, inmediatamente después de terminar la etapa sexta, se bañaron, comieron y se acostaron, no saliendo en todo el día a la calle. Por la noche de ese mismo día se dio una función teatral en honor de los corredores, a la que asistieron todos menos los belgas", escribía el diario Excelsius el 13 de mayo de 1936. Muchas veces Deloor prefería pasar el tiempo arreglando su propia bicicleta. "Me debo al ciclismo. No aprovecho estas paradas para hacer turismo", decía sobre los descansos en otra entrevista de la época. Curioso era, para los españoles de aquel tiempo, verles tratando de leer los diarios en castellano.

Libros de Ruta

La guerra civil, y la II Guerra Mundial, cortaron su trayectoria. De hecho, en esta última fue llamado a filas. Fue capturado por los nazis y llevado al campo de concentración de Stalag, en lo que hoy es suelo polaco. Afortunadamente para él, Deloor fue un privilegiado allí. Uno de los oficiales, seguidor del ciclismo, le reconoció y le asignó llevaderas tareas de cocina. Pudo finalmente volver a casa en virtud de la política nazi con respecto a los territorios flamenco y valón. Allí, sin embargo, Deloor no pudo seguir ganándose la vida con las dos ruedas. Emigró a Estados Unidos a buscarse la vida en 1943.

Primero Nueva York y después California, a través de la Ruta 66. Familiarizado con la mecánica, uno de sus clientes le habló de la pujante industria aeroespacial. Entró en la Marquardt Corporation, que recibía numerosos encargos gubernamentales en plena carrera espacial contra la URSS. Gustaaf Deloor era uno de los fabricantes de los motores que acabarían utilizándose en el Programa Apolo. Concretamente su equipo se encargó del R-4D, el motor de propulsión que llevaría el módulo lunar de la misión Apolo 11 que finalmente llevó a Neil Armstrong, Edwin Aldrin y Michael Collins a la Luna.

Deloor acabó volviendo a Bélgica. Atrás quedaban los desiertos de Nevada y Cabo Cañaveral, y los curiosos paisajes y costumbres, a ojos de aquel belga y su hermano, que ofrecía España, un país por el que siempre tuvo un cariño y un especial hasta que falleció en 2002.

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