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Brasil ya no le tiene tanto cariño a la Canarinha

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Los casos de corrupción y los malos resultados han hecho que a la mitad del país le dé igual el Mundial

Omar Naboulsi

22 Junio 2018 14:20

Si ayer os contamos que los croatas siguen despreciando los logros de su selección en el Mundial, a pesar de la paliza a Argentina, los brasileños tampoco animan a sus jugadores. Al menos no tanto como lo han hecho siempre.

El discurso pesimista se ha instaurado alrededor de Tite y sus 23 seleccionados tras el empate soporífero ante Suiza.

Los malos resultados en los últimos grandes campeonatos han generado una corriente de rechazo e e impopularidad de la Canarinha, agudizado por los casos de corrupción en el fútbol brasileño.

Eso no quita que también haya aficionados de la selección que están hartos de escuchar frases como "el país en esa situación y el pueblo preocupado por el fútbol" -por las próximas elecciones- "sólo quieren saber de pan y circo" o "mientras gritan gol, están robando nuestro dinero en Brasilia", como si por seguir el fútbol te quitara la visión crítica y politizada.

Sin embargo, este hate popular a la selección no es solo por culpa del cabreo de los que están hartos del gobierno.

La última encuesta realizada por Datafolha -un instituto especializado en estudios sociológicos-muestra que el número de personas que no se interesan por el fútbol en Brasil ha aumentado del 31% al 41% respecto a 2010. Prácticamente el mismo porcentaje de brasileños que desprecian el Mundial, ya que otra encuesta dice que el 54% de los consultados cree que ganar la Copa del Mundo no les hará más felices.

La gente siente repulsión por la corrupción que ha sacudido a los tres últimos presidentes de la Confederación Brasileña de Fútbol -CBF-.

Una investigación del FBI que desató el FIFA Gate salpicó a dirigentes del fútbol brasileño como Ricardo Teixeira, José María Marin y Marco Polo Del Nero, todo en menos de un año después del 7 a 1 de Alemania. Intercambios de favores e intereses comerciales sostenidos por sobornos son los que han provocado que la gente pierda la fe en el fútbol brasileño.

A decir verdad, sin tener en cuenta los spots televisivos, cada vez es más complicado ver demostraciones de amor a la selección.

En 2013, 2014 y 2016 las manifestaciones se sucedían por la organización de la Copa Confederaciones, el Mundial y los JJOO mientras desplazaban a la población más pobre para limpiar las calles y mejorar la imagen del país.

Esta situación ha destruido hasta la identificación con los jugadores de la Canarinha, ya que la mayoría juegan en el extranjero y cada vez quieren salir antes del país. Los precios de los partidos cuando juegan como local tampoco ayudan a crear un vínculo con la afición, así que acaban siendo percibidos como unas rockstars que visitan su tierra un par de veces al año.

Quizá si consiguen ganar el Mundial vuelvan a notar el apoyo de un país de más de 200 millones de habitantes.

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