¿A qué clase de accidente puede deberse su pérdida? ¿O acaso es resultado de la acción humana?
La naturaleza salvaje es hermosa y despiadada. Miles de documentales nos han acercado al lado menos complaciente de la vida animal: la depredación, la balanza de la vida que se inclina (casi) siempre a favor del más fuerte, o simplemente del que lleva en sus genes ser más efectivo. Las imágenes están ahí, es Ley de la naturaleza, y aún así nunca te acostumbras. Duele contemplar el destino de los animales menos aptos para la supervivencia.
El presente vídeo fue grabado en el Parque Nacional Kruger de Sudáfrica, una de las reservas naturales más grandes del continente africano. En el vemos a una manada de elefantes, adultos y crías. Y entre todas destaca, para su desgracia, un bebé elefante que carece de trompa.
¿A qué clase de accidente puede deberse su pérdida?
Lo más probable, señalan los guardas del Parque, es que la cría de elefante se haya visto en las fauces de algún depredador, probablemente un cocodrilo. “En el pasado hemos visto en Kruger a cocodrilos que agarran a elefantes bebé por sus trompas cuando se acercan a beber”, explican los responsables de la reserva. Un ataque sorpresivo que no culminó en su muerte, pero si en la mutilación de su apéndice.
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La visión es triste, sí. Pero por algo más que por imaginar el dolor atroz que debió experimentar la criatura en el momento del ataque y en las semanas siguientes, hasta que la herida cicatrizó. La imagen es triste, sobre todo, pensando en el futuro. Porque esté bebé elefante carece de futuro.
Su trompa es un elemento fundamental para su supervivencia, los elefantes la usan para nutrirse, para beber y para orientarse mediante el olfato. Sencillamente, esta cría de elefante tiene sus días contados por los efectos colaterales al ataque sufrido.
Nos queda preguntarnos si podría ser apartado de la manada por el servicio de guardas y ser criado por humanos. Pero debería ser adoptado para siempre. ¿Qué hará en su vida madura? ¿Cómo gestionar la falta de vida en manada, el deseo de aparearse, las enseñanzas que las manadas aprenden y redistribuyen a los más jóvenes?
Y es más, deberíamos preguntarnos si es ético interferir así en algo tan natural, por terrible que nos parezca al contemplarlo, como este proceso. ¿Separarlo de la manada y darle cuidados en cautividad, alterando el curso natural de los acontecimientos, o permitir que la Madre Naturaleza siga su inapelable recorrido?
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