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Su posición elevada le permitió ver las gigantescas olas que se acercaban. Sus gritos salvaron la vida de decenas de personas.
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02 Octubre 2018 18:29
El pasado 28 de septiembre se produjo en Indonesia un terremoto de magnitud 7,5 en la escala Richter que provocó un posterior tsunami. Las zonas más afectadas por el desastre fueron Palu, capital de la provincia de Célebes Central, y Donggala.
El portavoz de la Agencia Nacional de Gestión de Desastres (BNPB), Sutopo Purwo Nugroho, ha confirmado en una rueda de prensa en Yakarta que de momento hay 1.234 muertos y 799 heridos graves.
El protagonista de este vídeo, Amril Nuryan, logró salvar la vida de algunas personas al avisarles de que se acercaba el tsunami. Amril estaba observando el mar desde un puente elevado cercano a la playa, cuando se dio cuenta de las gigantescas olas que se acercaban. Entonces empezó a gritar para alertar a todos los transeúntes indicando con su mano el peligro que venía. Al escuchar los gritos del hombre, muchas personas se pusieron a salvo subiendo a lo alto de un edificio.
Vemos cómo en apenas unos segundos el agua invade la playa, arrastrando consigo decenas de casas y todo lo que encontraba a su paso.
La agencia meteorológica indonesia había emitido una alerta de tsunami tras el seísmo pero la canceló 28 minutos después al no tener datos fiables sobre la situación.
Además, al parecer, las sirenas no sonaron y las alertas por mensajes de texto no se enviaron porque las torres de telefonía habían colapsado durante el terremoto.
Indonesia está situada sobre el llamado Anillo de Fuego del Pacífico, una zona de gran actividad sísmica y volcánica en la que cada año se producen unos 7.000 terremotos, la mayoría de ellos moderados.
Recordemos, sin embargo, que en 2004 un terremoto registrado cerca de la isla indonesia de Sumatra provocó un tsunami en el océano Índico que mató a 226.000 personas en 13 países, incluidas más de 120.000 en la propia Indonesia.
Para que se produzca un tsunami tiene que darse un superterremoto, con grandes secciones de corteza terrestre que se mueven verticalmente a lo largo de una falla y desplazan enormes cantidades de agua que crean olas de varios metros. Estas olas pueden viajar a gran velocidad durante miles de kilómetros, hasta llegar a las costas y provocar numerosos daños.
En este caso se produjo una rotura horizontal de la falla por lo que era difícil prever que se originaría un tsunami. Las consecuencias del maremoto han sido más graves, además, por un fenómeno llamado “licuefacción del suelo”.
Cuando un fuerte movimiento del terreno golpea un suelo de tierra poco sólida y con grandes bolsas de agua, la superficie se colapsa y libera una gran cantidad de barro que arrastra los edificios como si flotasen en una corriente viscosa.
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