El ladrón más pequeño del mundo decide robar un carísimo diamante y a punto está de salirse con la suya
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Intenta decirle a tu jefe que una hormiga ha robado un diamante de tu mesa de trabajo. Frente a eso, la clásica excusa de “mi perro se ha comido los deberes” se queda en nada.
El vídeo que aquí veis nos muestra a una pequeña y esforzada hormiga arrastrando un diamante. Un diamante pequeño para nosotros, pero tan grande como ella misma. Algo así como Obélix cargando con su menhir. Todo tiene un aspecto humorístico digno de un episodio de La Pantera Rosa. El atrevido insecto emprende una loca carrera del crimen que ni Bonnie & Clyde y constantemente hace pequeños giros como si fuera consciente de que hay unos seres vigilándola. Pero sigue avanzando, convencida de su posibilidad de huida.
Puede que, como comenta alguien en la página de YouTube, ella solo buscase un regalo capaz de hacer feliz a la hormiga reina, y de ahí la devoción que su fechoría está levantando en las redes sociales. En cualquier caso, queda claro que estamos ante un “ItaliANT job”, como dice otro comentarista, haciendo un juego de palabras con un célebre film de robos perfectos y la palabra “hormiga” en inglés.
Claro que puede que la hormiguita tan solo creyese que aquello era una partícula más de alimento, un miga grande y un poco dura, quizá. Pero admitamos que esa explicación priva de romanticismo al vídeo y ese toque de romanticismo hace siempre más atractivo el aprendizaje sobre la vida de los insectos.
Ya se sabe que diversas especies animales sienten atracción por apetecibles objetos que pertenecen a los humanos. La comida, por ejemplo, claro. Pero siempre ha habido la leyenda de que las urracas y cuervos se sienten atraídos por todo aquello que brilla y, por lo tanto, joyas de diverso tipo o piezas de oro serían metas deseadas por estas aves, un extremo que la literatura de Poe y otros ha dotado de ángulos legendarios. Esas leyendas suelen narrar no solo que las roban, sino que las acumulan y esconden siempre en el mismo lugar.
Los simios, esos primos primates, también se sienten atraídos por objetos que nosotros valoramos y siempre se ha fomentado la leyenda y la ficción literaria o cinematográfica de que pueden ser entrenados para cometer hurtos. No tienen su cerebro entrenado para comerciar o negociar, así que robar es más sencillo.
Puede que nos recuerden a alguien. Escoge tú mismo a quién.