PlayGround utiliza cookies para que tengas la mejor experiencia de navegación. Si sigues navegando entendemos que aceptas nuestra política de cookies.

C
left
left
Artículo El instante casi sobrenatural en el que un banco de peces rodea a un buzo buscando protección de un tiburón ballena Content

Content

El instante casi sobrenatural en el que un banco de peces rodea a un buzo buscando protección de un tiburón ballena

H

 

Un momento M-Á-G-I-C-O

Playground community

08 Agosto 2018 13:59

Desde PlayGround hemos decidido ponernos manos a la obra sabiendo que tenemos un público concienciado y preocupado por la realidad de su entorno. Por ello, en nuestros artículos y vídeos empezaréis a ver destacadas una serie de campañas y acciones a las que podéis sumaros para ayudar a solucionar los temas que más os preocupan.

En este artículo hablamos del reino animal, que nunca deja de sorprendernos. Por eso hemos preparado un checklist de acciones relacionadas con el tema que nos ocupa. Acciones que podéis hacer desde vuestro teléfono, a coste 0, y sin perder demasiado tiempo. Sólo tenéis que cliquear en el botón rojo "DO" y este os redirigirá a la acción seleccionada :)

¿Preparados? Os esperamos en nuestra comunidad de Doers

No hay enemigo pequeño, dice el saber popular. Y es más, a veces los enemigos son verdaderamente grandes, muy grandes y voraces. Algo así deben tener escrito en su ADN los pececillos que viajan en bancos. Para su supervivencia, a través de los siglos han ido desarrollando técnicas que a nuestra mirada resultan sorprendente.

La que muestra este vídeo grabado en las aguas de Hurghada (Egipto) nos hace pensar en otra frase hecha: “la unión hace la fuerza”. Más que fuerza, resistencia. O incluso camuflaje.

Un buceador, en cuya proximidad nada un tiburón ballena -pez que puede llegar a los 18 metros de largo- se ve rodeado de un enjambre de peces (conocido en inglés como ‘bait ball’). Es una nube tan densa que parece que el buceador esté encerrado dentro de un globo gris translúcido y tan solo la vibración de cada uno de esos pequeños pescaditos hace pensar en que el escudo que le rodea está hecho de seres vivos.

Para la mirada de un depredador, esta informe masa gris puede ser cualquier cosa. Unos pececillos sueltos serían un fácil aperitivo. “¿Pero qué será esa materia grande y uniforme que se desplaza? Quizá sea mejor no arriesgarse”.

Nos atrevemos a suponer que una idea semejante a estas palabras viaja por el cerebro del tiburón, que también tiene en su ADN las experiencias de infinitos antecesores y por ello sabe cuándo comer, cuándo atacar, cuándo huir o cuándo mantener las distancias y a ver qué pasa. Como siempre en la vida, puede haber varias opciones entre las acciones correctas.

Reinhart Hoft, de 59 años, es el buceador que se vio de esa guisa, adoptado temporalmente, protegido, por esa nube de infinitos y pequeños peces. En el vídeo grabado por su compañero Rene Thies se puede ver que ni el cámara ni otros buzos tuvieron esa suerte de experiencia y por ello manifestarían después su envidia. Habría que preguntarse por qué. Por qué de entre todos los buzos que allí había, fue Hoft el escogido por la masa de mente única que es la nube de peces. Algo en él percibirían o hasta les hizo pensar que ese otro “pescado” tan diferente corría el riesgo de ser primer plato de un depredador marino.

Las “bait ball” pueden alcanzar hasta 20 metros de diámetro y sí, son impresionantes y efectivas. Pero no invencibles. Atunes, delfines y algunas aves depredadoras de peces no se dejan intimidar. Los atunes irrumpen en ellas como en un buffet; los delfines las diezman usando primero cadenas de burbujas de agua; y aves como los pelícanos salen con la cesta llena.

Ni Hoft ni sus inesperados amigos sirvieron de alimento al tiburón ballena y, de paso, él ha vivido una experiencia única. Nosotros podemos aspirar a ver el vídeo una y otra vez. O a comprarnos un traje de neopreno e ir a probar suerte a las aguas de mismo resort egipcio.

share