Varios leones estaban acechando a una joven hembra y él no dudó en meterse en medio para poner orden con su “arma mágica”
Ya lo has visto. Si alguna vez te ves rodeado de leones... sácate la zapatilla. A este hombre le funciona. Le llama su “pantufla mágica”.
Su actitud frente a estos grandes felinos nos trae a la cabeza aquellas medidas que en otro tiempo fueron normales en la educación de los pequeños. ¿Quién no ha oído alguna vez a su madre o a su abuela, amenazando con el sacarse la zapatilla para lograr que obedezcas, te comportes o te moderes?
Sacarse la zapatilla como amenaza de una buena tunda, claro.
Y del otro lado, ¿cuántas veces una madre al borde de la desesperación se habrá referido a sus descendientes en edad infantil como manada de leones, tanto por el salvajismo como por el hambre insaciable?
El vídeo, grabado en el Taygan Safari Park de Crimea, nos muestra a un individuo llamado Oleg Zubkrov, cuyo valor raya en la osadía. A pecho descubierto, camina entre un grupo de leones tras romper una pequeña pelea, unos pocos leones macho tratando con malos modales a una de las hembras jóvenes. Oleg lanza un grito. Y lanza su zapatilla que impacta en el líder del alboroto. Luego la estampa un par de veces contra el suelo (su pieza de calzado, que no al león) y amenaza con lo que nuestras abuelas llamarían “dar una tunda” al gran felino alborotador.
Las imágenes las graban los sorprendidos visitantes del parque que estaban siendo paseados en un pequeño vehículo por el bravo y determinado Oleg. Imaginad su sorpresa al ver que detiene el vehículo en medio del núcleo de los leones, se baja, pega una voz y se lanza a poner orden zapatilla en mano como si esos animales fueran dóciles gatitos. Alguno de los leones viene incluso a esconderse detrás del vehículo, para sorpresa aún mayor de los turistas.
Oleg Zubkrov no es un mero cuidador del parque. Para empezar, es el dueño. El dueño de los dos mayores zoos de Crimea, para ser exactos. Y es un empresario. Y es un convencido seguidor del unionismo de Crimea con la madre Rusia. Tanto es así que una vez dijo que sentía la tentación de lanzar sus muchos leones contra cualquier independentista ucraniano que fuera a ponerse pesado con él. Tan unionista es que llamó a uno de sus tigres siberianos Referendum, porque nació el 16 de marzo de 2014, día en el que aconteció tal acto político dirigido a reintegrarse con Rusia y que no fue reconocido por la comunidad internacional.
Pero Oleg y su población felina de 70 leones y 25 tigres no son felices tampoco bajo el dominio de Putin, con el que ha buscado intercesión para que sus dominios zoológicos dejen de padecer y de carecer bajo la corrupción administrativa en Crimea.
Corrupción y carencias que han causado incluso la pérdida de alguno de sus animales —entre ellos, tres tigres de Bengala— por causas como el frío acarreado por los cortes energéticos. El gobierno local le retiró los generadores y acusaron posteriormente a Oleg de usar la desgracia animal para ganar fama. El hombre siempre ha mantenido que estas acusaciones son ridículas y no son más que meras excusas para ejercer sobre él venganzas políticas.
Oleg tiene una disposición natural hacia sus tigres y leones. Y parece haber desarrollado un lenguaje conductual valeroso, audaz y que le sitúa como un humano más dotado para el entendimiento con esta otra especie que con sus propios prójimos, los militares y políticos de Crimea, a los que se refiere con un cierto desprecio y una también cierta justificada soberbia. Al fin y al cabo, ¿cuántos de sus adversarios se atreverían a cargar contra una manada de leones, zapatilla en mano?
Dudamos, sin embargo, que con Putin se atreva a tanto...
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