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El vídeo de este oso bailarín en cautiverio te partirá el corazón

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Un niño de cinco años se acerca al oso y ambos bailan juntos separados por un cristal. Lo que el niño no sabe es que el animal padece terriblemente

Playground community

19 Junio 2018 17:49

El vídeo de este niño y un oso saltarín se ha hecho viral en los últimos días.

El pequeño, de cinco años, visitaba el zoo de Nashville (EEUU) y se detuvo delante del recinto de los osos. Para llamar la atención de uno de ellos empezó a saltar y, sorprendentemente, el oso comenzó a imitarle y saltar también.

El protagonista de esta historia es el oso Luka, famoso ya en el zoo por su alegre carácter.

Nació en 2013 en el zoo de Phoenix y sus cuidadores dicen que siempre fue muy divertido y cariñoso. De hecho, para celebrar su primer cumpleaños le regalaron una tarta de frutas y hielo, y el pequeño oso disfrutó de lo lindo.

Luka con su tarta de cumpleaños

En 2015 lo trasladaron al zoo de Nashville como parte de un programa de supervivencia, con la esperanza de que se relacionase con otros osos de su especie y llegase a criar.

A pesar de los buenos cuidados que seguro recibe y de lo tierno que puede parecernos el vídeo, deberíamos también reflexionar sobre qué puede llevar a un oso a hacer algo tan poco común como imitar los saltos de un niño.

Puede que sólo estuviese aburrido, o podría ser que sufriese de un síndrome llamado zoocosis.

Esta patología fue nombrada en 1992 por el zoólogo Bill Travers para hacer referencia al comportamiento anormal de los animales de los zoos. Según este experto, el cautiverio que sufren puede conducirlos a la neurosis.

La vida de aburrimiento extremo y la falta de ejercicio físico y mental, puede llevarles a desarrollar una serie de comportamientos anómalos.

Ejemplos de esto pueden ser:

  • Deambular, caminar de arriba abajo siguiendo el mismo recorrido una y otra vez.
  • Dar vueltas en círculos.
  • Lamer repetitivamente las paredes, barrotes o las puertas de la jaula.
  • Balancearse constantemente de lado a lado mientras permanecen de pie.
  • Mecerse de forma obsesiva, a veces sentados y abrazados a alguna cosa.
  • Agresividad hacia objetos, animales o personas.
  • Automutilación, llegando a morderse la cola, las extremidades, o golpearse la cabeza contra la pared.

Cualquiera de estos comportamientos es síntoma de que el animal padece un estrés continuo y de que no se dan las condiciones apropiadas para su bienestar.

Esto debería hacernos reflexionar sobre la conveniencia de seguir fomentando este tipo de “lugares de entretenimiento”, que en realidad no son más que cárceles de animales.

Si lo que nos interesa es preservar especies, entonces debemos proteger el hábitat donde viven. En lugar de apoyar a los zoológicos, deberíamos apoyar a grupos que trabajen para proteger los hábitats naturales de los animales, o que los rescaten de circos y zoos, donde no están bien cuidados.

La próxima que quieras ir al zoo, piensa que al hacerlo colaborarás activamente con la explotación de los animales.

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